La sinceridad suele ser una de las características que más valoramos en la relación de pareja. De hecho, es uno de los requisitos imprescindibles para que prospere. Cuando las personas se mienten, se producen fisuras en su confianza que terminan minando la relación. Sin embargo, ¿realmente es posible ser sinceros al 100%? ¿Deberíamos tener secretos en la pareja?
¿Por qué guardamos secretos?
En el imaginario popular está muy asentada la idea de que los secretos pueden arruinar una relación. Sin embargo, lo cierto es que existen mil y un motivos para no contar todo lo que pensamos o sentimos. Y no siempre significa que estemos traicionando al otro.
Los miedos, las inseguridades, las dudas o simplemente el deseo de proteger nuestra intimidad o incluso de no hacerle daño a esa persona son algunos de los motivos principales que nos conducen a tener secretos en la pareja.
A menudo también decidimos callarnos cosas para evitar la desaprobación. Si sabemos que a nuestra pareja no le sienta bien algo y lo hacemos, lo habitual es que prefiramos ocultarlo para no generar conflictos. De esta forma mantenemos nuestra independencia y evitamos discusiones.
De hecho, la vergüenza es otra razón muy poderosa que nos impulsa a guardar secretos. Si nos avergonzamos de determinados comportamientos o hechos y creemos que estos pueden disminuir nuestro valor ante los ojos de nuestra pareja, es probable que decidamos ocultarlos o que evitemos ese tema. A fin de cuentas, todos protegemos nuestra imagen.
No es tan raro como podríamos pensar. De hecho, todo parece indicar que lo raro es no guardar secretos.
Una investigación realizada en la Universidad de Tennessee a más de 400 personas reveló que más del 60% había guardado alguna vez un secreto personal en una relación romántica y una cuarta parte de ellas tenía secretos con su relación actual.
Tener secretos en una relación: ¿sí o no?
A pesar de la importancia de la sinceridad, guardar cierta información para uno mismo implica practicar nuestro derecho a la intimidad. No revelar cosas con las que nos sentimos incómodos o evitar temas que no estamos preparados para afrontar también es una manera de proteger nuestra individualidad.
De cierta forma, ese espacio íntimo al que solo nosotros tenemos acceso nos ayuda a preservar nuestra independencia y libertad. También nos permite ejercer el derecho a compartir lo que deseamos de nuestra vida, hasta el punto exacto que consideremos oportuno.
Por supuesto, hay secretos y secretos. Una cosa es no contar los detalles de nuestra primera relación de pareja y otra muy diferente es ocultar una infidelidad. Una cosa es no contar algo que nos ocurrió de pequeños y otra muy diferente es ocultar que estuvimos casados o que arrastramos una deuda enorme.
Las pequeñas omisiones suelen ser inocentes y, a menos que se trate de una pareja controladora e insegura, no harán daño a la relación. De hecho, los secretos que pueden afectar la pareja son aquellos que conciernen directamente a la otra persona y que se ocultan de manera deliberada para engañar al otro.
¿Qué es lo que nunca deberíamos esconder?
La confianza se construye con los años
Un secreto puede convertirse en una barrera que impide a las personas establecer un vínculo más profundo, de manera que, en sentido general, las parejas deberían sentirse lo suficientemente cómodas como para hablar de todo. Deberían sentirse apoyadas, validadas y no juzgadas. Cada persona debería sentirse segura para hablar de lo que le preocupa, compartir sus sueños más descabellados o sus peores pesadillas.
Sin embargo, no siempre es así.
La confianza mutua es una de las bases de un vínculo saludable, pero debemos tener en cuenta que es algo que se va construyendo día a día. Con el paso de los años, las personas deberían dejar de sentirse vulnerables en la relación, lo cual les permitirá abrirse más y confiar en el otro.
No obstante, hay que tener en cuenta que la sinceridad absoluta no equivale necesariamente a una relación sana pues cada persona tiene derecho a mantener su privacidad, sin que ello signifique que esté engañando o mintiendo al otro.
En sentido general, no debemos esconder nada que pueda afectar directamente a nuestra pareja o la relación. Como norma, el secreto más dañino es precisamente ese que queremos guardar porque tememos que nuestra pareja nos desapruebe.
Si no permitimos que nos conozca mejor, si no abrimos el epicentro de nuestra identidad, le estamos impidiendo que se forme una imagen completa de nosotros, con nuestras virtudes y defectos, éxitos y fallos. Cuanto más tiempo guardemos ese tipo de secretos, más difíciles serán de confesar y más pueden poner en peligro la relación a largo plazo ya que más traicionado se sentirá el otro.
Referencia Bibliográfica:
Easterling, B. et. Al. (2012) Secrets in Romantic Relationships: Does Sexual Orientation Matter? Journal of GLBT Family Studies; 8(2): 196-208.
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