Hace décadas la sexualidad era un tema tabú pero, afortunadamente, en los últimos años ha dejado de serlo, al menos para muchas personas, y algunos científicos se han metido de lleno en este campo para intentar desvelar los beneficios del sexo, tanto para nuestra salud física como mental.
El hecho de que el sexo mejora nuestro estado de ánimo y nos protege de numerosas enfermedades al fortalecer nuestro sistema inmunológico ha dejado de ser un secreto pero en 2010 neurocientíficos de la Universidad de Princenton sacaron a la luz un nuevo descubrimiento: el sexo potencia la neurogénesis.
Vale aclarar que el estudio fue realizado con ratas de laboratorio pero los investigadores piensan que no sería descabellado aplicar estos resultados al cerebro humano. Básicamente, descubrieron que el esfuerzo físico que demanda el acto sexual resulta estresante (en el caso de las personas le debemos añadir además el estrés mental, entiéndase la ansiedad de desempeño).
Se sabe que el estrés y la ansiedad normalmente son muy negativos para el cerebro ya que suprimen la neurogénesis, sobre todo en las áreas del hipocampo. Sin embargo, el estrés asociado al acto sexual tiene un efecto contrario ya que potencia el crecimiento de las neuronas, en especial, de las dendritas.
Este experimento fue desarrollado con ratas jóvenes así que los investigadores se preguntaron si se podrían apreciar los mismos resultados en animales más viejos. Ni cortos ni perezosos, pusieron manos a la obra y descubrieron que los efectos beneficiosos del sexo sobre la neurogénesis se mantenían en edades más avanzadas.
De hecho, apreciaron que la actividad sexual frecuente les permitía restaurar funciones cognitivas que habían perdido y que dependían del hipocampo.
Como podrás suponer, estos experimentos han llamado la atención de otros científicos. Un estudio más reciente realizado en la Universidad de Konkuk, en Corea, ha llevado el experimento un paso más allá preguntándose si esa neurogénesis podía hacer que los ratones mejorasen la memoria y el proceso de aprendizaje, que son las principales funciones vinculadas al hipocampo.
Los neurocientíficos dividieron a los ratones en dos grupos: a algunos les permitieron tener sexo con regularidad y otros siguieron un austero régimen de celibato. Mientras tanto, los ratones debían enfrentarse a pruebas donde se evaluaba su memoria y capacidad de aprendizaje. Los resultados mostraron que el acto sexual mejoraba notablemente ambas capacidades.
El salto a los humanos
Los científicos no se iban a quedar con la duda. Por tanto, reclutaron a un centenar de personas y les realizaron análisis de sangre para evaluar los niveles de neurotrofinas, unas sustancias que viajan a través del torrente sanguíneo y que se unen a los receptores de ciertas células, sobre todo las neuronas, para facilitar su supervivencia y crecimiento.
Estos investigadores notaron que las personas que habían comenzado hace poco una relación de pareja, mostraban niveles de neurotrofinas más elevados mientras que en aquellas que no tenían pareja eran más bajos, al igual que en las que llevaban varios años de relación.
Con todas estas investigaciones en mano, podemos hipotetizar que las primeras fases de una relación de pareja (donde suele haber más sexo), potencian el crecimiento de las neuronas, justo como ocurre en los ratones. Obviamente, estas personas no se convertirán en un genio pero sin duda mejorarán su capacidad de aprendizaje.
Referencias bibliográficas:
Glasper, e. R. & Gould, E. (2013) Sexual experience restores age-related decline in adult neurogenesis and hippocampal function. Hippocampus; 23(4): 303-312.
Kim, J. I. et. Al. (2013) Sexual activity counteracts the suppressive effects of chronic stress on adult hippocampal neurogenesis and recognition memory. Brain Research; 1538: 26-40.
Leuner, B.; Glasper, E. R. & Gould, E. (2010) Sexual experience promotes adult neurogenesis in the hippocampus despite an initial elevation in stress hormones. PLoS One; 5(7).
Emanuele, E. et. Al. (2006) Raised plasma nerve growth factor levels associated with early-stage romantic love. Psychoneuroendocrinology; 31(3): 288–294.
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