¿Por qué algunas relaciones se sienten superficiales, aunque hayan pasado años, mientras otras más recientes están llenas de profundidad y significado? ¿Cómo es posible que, después de compartir un secreto o una experiencia íntima con una persona, la relación pase a otro nivel instantáneamente? El secreto radica en la teoría de la penetración social, que explica cómo las relaciones se van reforzando hasta lograr una conexión auténtica y duradera o, al contrario, se mantienen en un plano pueril.
De lo superficial a lo íntimo, las fases por las que atraviesan las relaciones
A medida que nos abrimos, creamos intimidad y confianza, fortaleciendo el vínculo con quienes nos rodean. Sin embargo, esa apertura también es sinónimo de vulnerabilidad, por lo que primero queremos asegurarnos de que la persona que tenemos delante no nos hará daño. Para explicar cómo una relación superficial se convierte en un vínculo más íntimo y cercano, en 1973 Irwin Altman y Dalmas Taylor propusieron la teoría de la penetración social.
Estos psicólogos recurrieron a la teoría de la cebolla para argumentar cómo vamos mostrando cada una de nuestras capas y, a su vez, descubriendo las de la otra persona. Según Altman y Taylor, cuando conocemos a alguien, ese proceso de autorrevelación pasa por diferentes fases:
- Orientación. Se produce un intercambio superficial en el que compartimos información más frívola sobre nosotros. Al inicio es una relación inestable ya que no se ha establecido una base sólida de confianza y las personas no están dispuestas a correr el riesgo de compartir información personal. Se forman las primeras impresiones sobre el otro y se van tanteando, evitando abordar temas negativos, sensibles o susceptibles de conflicto. Básicamente, se sigue el guion social.
- Exploración. En esta etapa las personas comienzan a compartir detalles que van más allá de la información superficial y se abren un poco, de manera que son más propensas a mostrarse como son. Generalmente se amplían los temas de conversación y se empiezan a detectar las actitudes, valores y objetivos compartidos. No obstante, en esta etapa seguimos esforzándonos por mostrar nuestra mejor cara y todavía no abandonamos por completo el molde social en la interacción.
- Intercambio afectivo. Si llegamos hasta este punto, comenzamos a poner en común información más personal e íntima ya que nos sentimos más cómodos mostrándonos tal cual somos. En esta fase aparecen sentimientos de conexión más intensos con la otra persona, por lo que surge el compromiso. La relación se vuelve importante para ambas partes y hay un esfuerzo consciente por lograr que funcione. Sin embargo, como vamos abandonando el guion social, también suelen aparecer los primeros conflictos y desencuentros.
- Intercambio estable. Si logramos superar los primeros conflictos o, al menos estos no se convierten en un obstáculo insalvable, seguimos avanzando en su relación. En esta etapa compartimos nuestras vivencias y pensamientos más íntimos. Se caracteriza por una gran apertura y honestidad emocional, junto a una gran espontaneidad, de manera que cada persona se siente cómoda para expresarse tal cual es delante del otro.
La mayoría de las relaciones que establecemos en la vida no llegan a ese intercambio afectivo sino que se mantienen en el plano social. Y solo unas pocas llegan al nivel de intercambio estable, generalmente con amigos muy cercanos, la pareja, hermanos o con familiares con los que hemos establecido una conexión especial.
Un paso – o varios – atrás: la desvinculación
Como se puede imaginar, antes de llegar a compenetrarnos en un nivel íntimo con una persona, muchas cosas pueden salir mal a lo largo del camino. E incluso aunque lleguemos a conectar y confiar en alguien, esa relación puede romperse. De hecho, en su teoría de la penetración social Altman y Taylor también hicieron referencia a un estado de despenetración, retracción o retroceso que puede conducir a una desescalada o incluso la disolución del vínculo.
La despenetración social se produce cuando cerramos de manera deliberada algunas partes de nuestra vida al otro. Es un proceso en el que damos un paso atrás y puede implicar diferentes cosas:
- Renegociación de la relación. Deseamos ponerle freno a la relación, manteniendo un nivel de intimidad menor con el que nos sintamos más cómodos.
- Desescalada. Deseamos reducir el nivel de intimidad, quizá porque fuimos demasiado rápido, para tomarnos más tiempo para conocer al otro antes de seguir revelando información personal.
- Disolución. La relación no nos satisface y no le vemos futuro porque creemos que no podemos conectar al nivel emocional o intelectual que necesitamos, de manera que preferimos romperla.
Ese proceso de despenetración puede ser gradual o más abrupto, según las causas que lo originen y su impacto emocional:
- Desconexión paulatina. Suele deberse a conflictos latentes que no se resuelven y terminan erosionando la relación o a la imposibilidad de seguir avanzando hacia un nivel de compromiso mayor.
- Desconexión brusca. Habitualmente se produce tras una transgresión relacional que provoca una pérdida de confianza importante, como suele ser el caso de una traición – real o percibida.
Cuando las personas comienzan a dar marcha atrás y cierran partes de su vida, quizá porque han percibido que esos temas generan rechazo o crítica en el otro, la relación retrocede y se pierde intimidad. Entonces comienza a crearse una distancia, de manera que lo más habitual es que la relación se enfríe y pase a un plano superficial o que se rompa definitivamente debido a la pérdida de interés.
Para que eso no ocurra, es necesario alimentar el vínculo y, lejos de huir de los temas conflictivos, abordarlos desde la comprensión y el respeto mutuo. No debemos dar por sentada ninguna relación, sino que tenemos que trabajar en ella cada día para que esa conexión no se pierda sino que vaya consolidándose cada vez más.
Referencias Bibliográficas:
Taylor, D. A. & Altman, I. (1975) Self‐disclosure as a function of reward–cost outcomes. Sociometry; 38: 18–31.
Altman, I. & Taylor, D. (1973) Social penetration: The development of interpersonal relationships. New York, NY: Holt.
Taylor, D. A.; Wheeler, L. & Altman, I. (1973) Self-disclosure in isolated groups. J Pers Soc Psychol; 26(1):39-47.
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