“¿Por qué todo el mundo me dice lo que tengo que hacer?”, se pregunta la protagonista de la novela “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll para después proseguir: “¡No!, este es mi sueño y yo decidiré como continúa”.
Si te sientes identificado con Alicia… ¡Bienvenido al club! No eres el único. En los últimos tiempos, sobre todo con la proliferación de las redes sociales, opinionistas varios y gurús, parece como si todo el mundo se atribuyera la potestad de decirte lo que tienes que hacer y, obviamente, lo que está absolutamente prohibido.
¿Por qué siempre hay alguien dispuesto a decirte lo que debes hacer?
Tu colega de trabajo te dice que deberías encargarte de una tarea que no te corresponde. Tu madre te dice que deberías ponerle el abrigo a tu hijo. Tus amigos te dicen que deberías salir más. Alguien te escribe en Instagram que deberías perder peso y el influencer de turno en TikTok te explica cuál es el único camino a seguir para proteger tu salud mental. La prensa te dice qué tienes que pensar…
Desde la familia hasta los amigos o incluso los desconocidos en las redes sociales, parece que siempre hay alguien dispuesto a decirte lo que debes hacer con tu vida. Obviamente, todo eso resulta mentalmente agotador y lo único que te apetece es gritarles: “¡Dejad de decirme lo que tengo que hacer!”. ¿Te suena familiar?
En la mayoría de los casos esas intromisiones no son más que consejos bien intencionados, pero se basan en la idea errónea de que lo que es bueno para una persona, lo será para otra. La gente que te dice continuamente lo que debes hacer asume que tiene unos conocimientos o competencias que te faltan – pero que necesitas urgentemente para encarrilar tu vida.
¿Por qué lo hacen?
Más allá de esas personas dispuestas a meter las narices en tu vida y teledirigirla – que siempre ha habido y siempre habrá – en los últimos tiempos la gran mayoría parece aquejada del efecto Dunning-Kruger. O sea, opinan de todo sin tener ni idea. Creen que con leer un par de libros de autoayuda son psicólogos o que consultar algunos artículos de Medicina los convierte en doctores. Esa percepción las empuja a pensar pensar que saben más que tú y, por ende, que están capacitadas para decirte lo que tienes que hacer.
Al margen de ese delirio, también es posible que los consejos no solicitados se deban a que algunas personas perciben un “vacío” en ti que se apresuran a llenar. O sea, si quienes te rodean notan inseguridad, confusión o simplemente falta de claridad sobre tus próximos pasos, es probable que se sientan legitimadas para decirte lo que debes hacer con tu vida.
¿Por qué odiamos que nos digan lo que deberíamos hacer?
La respuesta es simple: la reactancia psicológica.
La reactancia psicológica es la respuesta de tu cerebro cuando percibe que tu libertad está en peligro, como cuando alguien intenta coartar tus opciones o libertad para elegir.
De hecho, es un fenómeno bien conocido en el área de la salud. Algunas personas reaccionan mal a las campañas contra el tabaco y, debido a la reactancia psicológica, en vez de fumar menos, los anuncios tienen el efecto opuesto y consolidan el hábito de fumar.
A menudo esa especie de coacción genera todo tipo de pensamientos negativos que se acompañan de ira, hostilidad y agresión. Es probable que te sientas criticado e incomprendido. De cierta forma, ese tsunami emocional te empuja a tu infancia, cuando tus padres te decían lo que tenías que hacer. Y eso no es agradable.
Como resultado, cuando sientes que alguien o algo está amenazando tu libertad es normal que experimentes una necesidad imperiosa de hacer algo. Y ese algo suele ser rebelarte contra el consejo o la norma. Ese tipo de reacción se denomina “restauración directa” puesto que está dirigida a recuperar la libertad en peligro.
Por supuesto, otras personas reaccionan de manera diferente. Hay quienes se replantean la experiencia para que el consejo no se convierta en una amenaza a la libertad, de manera que no se vean obligados a reaccionar en consecuencia. Es habitual que esas personas cambien de opinión e incluso se autoengañen asumiendo que la idea fue suya. Así niegan la amenaza y desactivan la reactancia psicológica. En ese caso, la frase típica es: “de todas formas iba a hacerlo”.
¿Cómo lidiar con las personas que siempre dispuestas a decirte lo que deberías hacer?
Existe una buena razón por la cual una de las primeras palabras que aprenden a decir los niños es “no”. La negación los empodera, les permite diferenciarse de los demás y los ayuda a ir ganando autonomía mientras se reafirman en sus decisiones.
En la vida cotidiana, no puedes impedir que los influencers repartan consejos a diestra y siniestra o que quienes te rodean demás se atribuyan el derecho a decirte lo que debes hacer, pero tienes el poder de decidir. Recuerda que no puedes controlar a las otras personas, lo único que puedes controlar es cómo reaccionas.
Cuando te digan lo que debes hacer, detente un momento y piensa. Bloquea tu reacción inicial – para lo cual tendrás que aprender a calmar tu ego. A fin de cuentas, tampoco es inteligente limitarte a reaccionar en la dirección opuesta solo para reafirmarte, como si tuvieras una rabieta infantil.
Analiza si ese consejo vale la pena o si puede aportarte algo positivo. ¿Tiene sentido? ¿Podría ayudarte en algo? Si no es así, simplemente deséchalo. Ni siquiera es necesario que te enfades, dile a esa persona: “he tomado nota de tu opinión, pero no creo que sea válida en mi caso”. Cuando lo repitas varias veces, es probable que su impulso de decirte lo que tienes que hacer se desvanezca.
Referencias Bibliográficas:
Bessarabova, E., Fink, E. L., & Turner, M. (2013). Reactance, restoration, and cognitive structure: Comparative statics. Human Communication Research; 39(3): 339-364.
Kruger, J. & Dunning, D (1999) Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments. Journal of Personality and Social Psychology; 77(6): 1121-1134.
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