Las personas con trastorno paranoide de la personalidad se caracterizan por tener un patrón de larga data de desconfianza generalizada hacia los demás. Cree que los motivos de los otros son sospechosos o incluso malévolos, por lo que siempre está a la defensiva.
Quienes sufren este trastorno suponen que los demás pueden dañarlos o engañarlos, aunque no exista ninguna evidencia que apoye ese miedo. Si bien es normal que cada uno de nosotros tenga cierto grado de resquemor o paranoia sobre ciertas situaciones de la vida, como por ejemplo: la preocupación sobre una serie de despidos en el trabajo, las personas con trastorno de personalidad paranoide llevan esas preocupaciones al extremo, de manera que impregnan prácticamente todos las áreas de su vida y afecta a todas sus relaciones, tanto personales como profesionales.
Por eso, generalmente es muy difícil relacionarse con quienes sufren un trastorno paranoide de la personalidad. Su suspicacia y hostilidad excesiva se pueden expresar con quejas excesivas y recurrentes o por una profunda indiferencia con tintes de hostilidad.
Debido a que se mantienen excesivamente alertas en busca de las amenazas potenciales, pueden actuar de manera secreta para evitar ser vigilados. A veces eso puede hacer que parezcan fríos emocionalmente o carentes de sentimientos. Sin embargo, suelen ser muy lábiles, por lo que también pueden mostrarse sarcásticos y bruscos, por lo que a veces generan respuestas hostiles en los demás, confirmando así sus sospechas.
Debido a que a las personas con un trastorno de personalidad paranoide les falta confianza en los demás, experimentan una necesidad excesiva de ser autosuficientes y desarrollan un fuerte sentido de la autonomía. Necesitan tener un alto grado de control sobre su entorno. Además, suelen ser rígidos, critican a los demás y tienen dificultades para aceptar las críticas.
¿Cuáles son los síntomas del trastorno de personalidad paranoide?
El trastorno de personalidad paranoide se caracteriza por una desconfianza generalizada y suspicacia ante los demás, de manera que los motivos ajenos se interpretan como malévolos. Por lo general comienza en la edad adulta temprana y se presenta en diferentes contextos:
- Tienen sospechas sin base suficiente de que los demás los están explotando, dañando o engañando.
- Alimentan dudas injustificadas acerca de la lealtad o la fidelidad de los amigos o personas más cercanas.
- No confían en los demás por temor a que utilicen esa información maliciosamente en su contra.
- Encuentran información «oculta» o significados amenazantes en comentarios o acontecimientos neutrales.
- Alimentan el rencor ya que recuerdan hasta los pequeños desaires.- Perciben ataques personales en cualquier parte, aunque no estén dirigidos a ellos, y reaccionan poniéndose a la defensiva y atacando.
Al igual que el resto de los trastornos de la personalidad, la persona debe tener al menos 18 años para que pueda ser diagnosticada. No obstante, suele disminuir su intensidad con la edad, aunque muchas personas experimentan los síntomas más extremos alrededor de los 40 y 50 años.
Obviamente, debe ser diagnosticado por un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra. Lo usual es que sea la familia quien busque ayuda. De hecho, muchas personas con trastorno de personalidad paranoide no piden tratamiento, al menos hasta que la enfermedad no comienza a interferir de manera significativa en su vida cotidiana.
Las causas del trastorno paranoide de la personalidad
Este trastorno mental es más frecuente en hombres que en mujeres, y afecta a entre el 0,5 y el 2,5% de la población general. Existen diferentes teorías sobre las causas del trastorno de personalidad paranoide. La más sólida se refiere a una multicausalidad, que se subscribe en el modelo biopsicosocial; es decir, influyen factores de origen biológico y genético, así como factores sociales (por ejemplo, cómo una persona interactúa en su desarrollo temprano con sus familiares y amigos y otros niños), y factores psicológicos relacionados con la personalidad y el temperamento, así como las habilidades para lidiar con el estrés.
Esto sugiere que no existe un único factor responsable, sino que se trata de un trastorno de naturaleza compleja. No obstante, los datos sugieren que si una persona tiene este trastorno de la personalidad, existe un riesgo mayor de que sus hijos también lo padezcan.
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