Las personas con trastorno paranoide de la personalidad se caracterizan por tener un patrón de larga data de desconfianza generalizada y desconfianza hacia los demás. Una persona con trastorno paranoide de la personalidad casi siempre creerá que los motivos de los demás son sospechosos o incluso malévolos.
Por eso, generalmente es muy difícil relacionarse con las personas que sufren un trastorno paranoide de la personalidad. Su suspicacia y hostilidad excesiva se pueden expresar con quejas excesivas y recurrentes o por una profunda indiferencia con tintes de hostilidad.
Debido a que se mantienen excesivamente alertas en busca de las amenazas potenciales, pueden actuar de manera secreta para evitar ser vigilados. A veces eso puede hacer que parezcan fríos emocionalmente o carentes de sentimientos. Sin embargo, suelen ser muy lábiles, por lo que también pueden mostrarse sarcásticos y bruscos, por lo que a veces generan respuestas hostiles en los demás, confirmando así sus sospechas.
Debido a que a las personas con un trastorno de personalidad paranoide les falta confianza en los demás, experimentan una necesidad excesiva de ser autosuficientes y desarrollan un fuerte sentido de la autonomía. Necesitan tener un alto grado de control sobre su entorno. Además, suelen ser rígidos, critican a los demás y tienen dificultades para aceptar las críticas.
Los síntomas del trastorno de personalidad paranoide
– Perciben ataques personales en cualquier parte, aunque no estén dirigidos a ellos, y reaccionan poniéndose a la defensiva y atacando.
Al igual que con todos los trastornos de la personalidad, la persona debe tener al menos 18 años para que pueda ser diagnosticada. El trastorno de personalidad paranoica es más frecuente en hombres que en mujeres, y afecta a entre el 0,5 y el 2,5% de la población general.
¿Cómo se diagnostica el trastorno paranoide de la personalidad?
Las causas del trastorno paranoide de la personalidad
Esto sugiere que no hay un único factor responsable, se trata de un trastorno de naturaleza compleja. No obstante, los datos sugieren que si una persona tiene este trastorno de la personalidad, existe un riesgo mayor de que sus hijos también lo padezcan.
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