La principal característica del trastorno límite de la personalidad, también conocido como trastorno borderline, es un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y las emociones. Las personas con este problema suele comportarse de manera muy impulsiva.
Se estima que este trastorno afecta aproximadamente al 2% de la población y se sabe que es más frecuente en las mujeres (75% de los diagnósticos realizados).
El patrón inestable que se aprecia en la interacción con los demás se ha mantenido durante años y está estrechamente relacionado con la autoestima y las interacciones sociales que tuvo la persona durante su infancia. Además, estos comportamientos se manifiestan en diferentes entornos (por ejemplo, en el trabajo y en el hogar). A menudo, esas conductas también están acompañadas por una profunda labilidad emocional.
Los principales síntomas del trastorno límite de la personalidad
Este problema mental puede manifestarse de maneras diferentes. A menudo, a estas personas les resulta difícil distinguir entre la realidad y sus errores en la percepción del mundo, pero no se trata de un delirio, sino que depende fundamentalmente de sus emociones, las cuales pueden llegar a ser tan intensas y abrumadoras que afectan su funcionamiento cognitivo normal. No obstante, en sentido general los síntomas más comunes son:
- Esfuerzo frenético por evitar un abandono real o imaginario
- Un patrón de relaciones interpersonales inestables y muy intenso caracterizado por la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación
- Alteración significativa y persistente de la identidad y la autoimagen
- Impulsividad que se manifiesta al menos en dos áreas de actuación y conduce a comportamientos potencialmente dañinos para sí mismo, como gastos excesivos, el abuso de sustancias, la conducción temeraria o los atracones de comida
- Comportamiento suicida recurrente, gestos o amenazas, así como conductas de automutilación
- Inestabilidad emocional en la cual se aprecian episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad que pueden durar unas horas pero casi nunca se extienden durante días
- Sentimientos crónicos de vacío
- Ira intensa e inapropiada que se expresa a través de mal genio, enfado constante o incluso peleas físicas
- Pensamientos paranoicos transitorios relacionados con el estrés o síntomas disociativos graves
Vale aclarar que, al igual que con todos los trastornos de la personalidad, la persona debe tener al menos 18 años para ser diagnosticada. No obstante, lo usual es que la sintomatología disminuya su intensidad con el paso de los años, a pesar de que hay quienes viven los episodios más agudos entre los 40 y 50 años.
¿Cómo es vivir con miedo al abandono constante?
1. Esfuerzos frenéticos por evitar un abandono real o imaginado
La percepción de la separación o de un rechazo inminente, así como la pérdida de la estructura externa pueden conducir a cambios profundos en la autoimagen, la esfera emocional, el pensamiento y el comportamiento de esta persona que, ya de por sí, es muy sensible a lo que sucede a su alrededor.
Estas personas experimentan un miedo muy intenso al abandono y suelen reaccionar con una ira inapropiada. Por ejemplo, pueden llegar a enojarse mucho con alguien solo porque llegó unos minutos tarde o porque tuvo que cancelar una cita para cenar. Para las personas con un trastorno límite de la personalidad, esos hechos implican un abandono.
Obviamente, el miedo al abandono está relacionado con una intolerancia a la soledad y la necesidad de tener otras personas a su alrededor. No obstante, en sus esfuerzos frenéticos por evitar el abandono pueden caer en actos impulsivos como la automutilación e incluso los comportamientos suicidas.
2. Relaciones inestables e intensas
Las personas con un trastorno límite de la personalidad pueden idealizar a quienes están a su alrededor y comienzan a exigirle pasar mucho tiempo juntos presionándoles demasiado. Sin embargo, sus sentimientos pueden cambiar rápidamente e idealizar a otras personas devaluando a la anterior si cree que a esa persona no le importa lo suficiente o no le da lo suficiente.
A menudo se produce una identificación con el otro pero no por un sentimiento de empatía sino solo porque desean que esté ahí para apoyarlos y satisfacer sus necesidades. Desde la perspectiva de un observador externo, las personas con un trastorno límite de la personalidad pueden ser consideradas como lábiles emocionalmente y excesivas en sus afectos. En realidad, muchos de estos cambios se deben a una desilusión en la infancia, casi siempre porque los padres no le dieron el cariño y cuidado que esperaba.
3. Alteración de la identidad
Estas personas sufren cambios repentinos y dramáticos en su autoimagen. Sus objetivos, valores y aspiraciones suelen cambiar con rapidez. De hecho, a menudo asombran a quienes le rodean con sus cambios bruscos de opinión, identidad sexual o elección del grupo de amigos.
En ocasiones, la persona con un trastorno límite de la personalidad siente que no existe, es como si estuviese vacía, por eso también necesita el apoyo continuo de alguien y le teme tanto a la soledad y el abandono. Cuando las situaciones no están debidamente estructuradas y no saben muy bien qué se espera de ellos, suelen tener un peor rendimiento.
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