El Trastorno Límite de Personalidad, también conocido como trastorno borderline, es una condición mental compleja que se caracteriza por la inestabilidad emocional, relaciones interpersonales turbulentas, impulsividad y una imagen distorsionada de sí mismo.
Se estima que afecta aproximadamente al 1-2% de la población y, aunque se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres, también afecta a hombres en proporciones significativas. Un dato interesante sobre este trastorno es que, a pesar de su relativamente alta prevalencia, sigue siendo uno de los menos comprendidos y estigmatizados.
¿Qué causa este trastorno?
Las causas del trastorno límite de personalidad son multifactoriales y todavía no se comprenden del todo, aunque existen varios factores científicamente comprobados que contribuyen a su desarrollo. Uno de los factores clave es la genética. Varios estudios han demostrado que existe una predisposición hereditaria a sufrir esta afección, con una mayor incidencia entre familiares de primer grado de personas diagnosticadas con un trastorno límite de personalidad. De hecho, se ha sugerido que existen ciertas variantes genéticas que pueden afectar la regulación emocional y fomentar la impulsividad, aumentando el riesgo de desarrollar este trastorno.
Además de los factores genéticos, el entorno familiar y las experiencias traumáticas durante la infancia también juegan un papel importante. El abuso físico, emocional o sexual, la negligencia, la separación temprana de los padres o haber crecido en una familia disfuncional pueden aumentar el riesgo de desarrollar este trastorno. Estas experiencias traumáticas pueden afectar el desarrollo del cerebro y contribuir a la disfunción emocional y de regulación afectiva.
Asimismo, los desequilibrios neurobiológicos, incluyendo alteraciones en los neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, así como anormalidades en la estructura y función cerebral, también se han asociado con el desarrollo del trastorno límite de la personalidad. Esos desequilibrios pueden influir en la regulación emocional, la impulsividad y la percepción de las relaciones interpersonales, contribuyendo a los síntomas característicos del trastorno.
No obstante, aunque se ha avanzado en la comprensión de las causas del trastorno límite de la personalidad, es importante ser conscientes de que sigue siendo un área de investigación activa y se necesitan más estudios para comprender completamente su etiología y desarrollar enfoques de tratamiento más efectivos.
La complejidad del tratamiento del trastorno límite de la personalidad
Las personas con este trastorno a menudo ven todo en términos «blanco o negro». Dependiendo de las circunstancias y de la situación, por ejemplo, pueden formarse una imagen muy positiva del terapeuta pero si surge algún tipo de dificultad en el tratamiento o en la vida del paciente, comenzará a verlo como «malo». Los psicólogos y psiquiatras deben tener en cuenta ese pensamiento dicotómico durante la terapia.
Por ese motivo, deben convertirse en una especie de «roca». Es decir, el terapeuta debe ofrecer estabilidad para contrastar labilidad y razonamiento para compensar la emoción. Como se podrá intuir, la psicoterapia casi siempre es el tratamiento de elección para abordar este trastorno, aunque también se puede recurrir puntualmente a medicamentos para estabilizar los cambios de humor.
No obstante, es importante tener claro que si bien la medicación puede reducir algunos de los síntomas, no pueden ayudar al paciente a desarrollar nuevas habilidades de afrontamiento, regulación emocional o aplicar cambios importantes en su vida. Por ese motivo, la psicoterapia es esencial.
Cabe aclarar que un aspecto importante al inicio de psicoterapia generalmente consiste en explorar las posibles ideas suicidas. La tendencia suicida debe evaluarse cuidadosamente y controlarse a lo largo del curso del tratamiento. En el caso de que exista una ideación suicida peligrosa, se debe valorar la hospitalización. También se recomienda si la persona sufre una depresión severa.
Hasta el momento, el enfoque psicoterapéutico más exitoso ha sido la Terapia Conductual Dialéctica. Las investigaciones realizadas sobre este tratamiento han demostrado que es más eficaz que la mayoría de los otros enfoques psicoterapéuticos y clínicos para ayudar a la persona a lidiar con sus síntomas.
Su objetivo es enseñar a la persona a gestionar mejor su vida y sus emociones a través de técnicas de autoconocimiento, regulación emocional y reestructuración cognitiva. Se trata de un enfoque integral que también se puede desplegar en el ámbito de la terapia de grupo.
Como todos los trastornos de la personalidad, esta afección es intrínsecamente difícil de tratar ya que no solo es de larga data sino que afecta en la manera de ver lidiar con el mundo, las relaciones sociales y personales, el manejo del estrés y de las emociones… Por tanto, eso también significa que el tratamiento suele ser largo, por lo general de al menos un año.
También se han utilizado otros enfoques psicológicos, como la terapia centrada en soluciones. Aunque estas opciones son más rápidas y se enfocan en los aspectos prácticos del día a día, pueden dar buenos resultados a corto plazo pero a menudo descuidan el problema central: la dificultad para expresar emociones apropiadas (y apegos emocionales ) a las personas importantes en sus vidas debido a las cogniciones erróneas. Por tanto, no suelen abordar de manera eficaz la causa del problema.
En cualquier caso, es importante formar una adecuada alianza terapéutica. El psicólogo debe estar preparado para tolerar episodios repetidos de ira primitiva, desconfianza y miedo. Tampoco se deben descartar los grupos de ayuda.
De hecho, animar a la persona con trastorno límite de la personalidad a buscar apoyo social adicional es un aspecto importante del tratamiento. Existen muchos grupos de apoyo donde las personas con este trastorno pueden compartir sus experiencias y sentimientos. A menudo, el grupo anima a esas personas a probar las nuevas habilidades de afrontamiento y regulación emocional con la gente que conocen, por lo que pueden ser trascendentales para expandir sus habilidades de autorregulación emocional y desarrollar nuevas relaciones sociales más sanas.
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