En una sociedad donde la figura de belleza ideal está encarnada por una mujer delgada y sin un gramo de grasa, no es extraño que las personas estén siguiendo constantemente las más diversas dietas para perder peso. Desgraciadamente, estas dietas nos permiten adelgazar a costa de un sacrificio atroz y después, a los pocos meses y como por arte de magia, los kilos que habíamos perdido regresan. Es lo que en Psicología se conoce como el “Efecto Rebote” y en el lenguaje popular se ha inmortalizado con la frase: “lo difícil no es llegar, lo difícil es mantenerse”.
Afortunadamente, existen algunos trucos para comer menos y ni siquiera sentir esa hambre visceral que es la que nos induce a ingerir más calorías de la cuenta. De hecho, el principal problema de la mayoría de las dietas que existen en la actualidad es que son demasiado restrictivas y no tienen en cuenta el factor psicológico.
Tres trucos para comer menos
1. Elige una vajilla más pequeña
Si tus platos y vasos son más pequeños, tendrás la tendencia a comer mucho menos y, aún así, te sentirás saciada. Esto se debe a que la vista desempeña un papel fundamental en el momento de alimentarnos. De hecho, hace años se realizó un curioso experimento que demuestra esta idea.
Los investigadores les pidieron a las personas que comieran hasta que se sintiesen satisfechas. Salieron de la habitación y las dejaron con un plato de sopa enfrente. Lo curioso es que a algunos les bombeaban sopa desde debajo de la mesa haciendo que el plato siempre estuviese medio lleno (aunque ellos no lo sabían, obviamente).
Como resultado, estas personas comieron mucho más pero reportaron el mismo nivel de saciedad que quienes habían comido la mitad pero iban viendo como la sopa se acababa. Por tanto, una vajilla más pequeña no solo te incitará a comer raciones menores sino que también hará que te sientas más satisfecha.
2. Cambia los colores de los platos
En este punto ya ha quedado claro que también comemos con la vista, que no solo degustamos un plato con nuestras papilas gustativas sino también con los ojos. De hecho, una investigación ha demostrado que cuando existe un fuerte contraste entre el color del plato y los alimentos los encontramos mucho más apetecibles y tendremos la tendencia a comer más.
En realidad no es nada nuevo ya que todos sabemos que una ensalada decorada con esmero, donde resalten los colores de las verduras, es más atractiva que una ensalada mal picada y puesta a la buena de Dios sobre un plato cualquiera. Obviamente, no se trata de que seas descuidada en la preparación de los alimentos sino simplemente de que uses platos que no creen un contraste visual que despierte ulteriormente el hambre.
3. Aleja de ti los alimentos que no quieras comer
El simple acto de apartar de nuestro alcance un alimento que nos resulta tentador ya nos ayuda a controlar el deseo de comerlo. ¿Por qué? Porque cuando ponemos una distancia entre el objeto que deseamos y nosotros mismos, nos estamos desligando emocionalmente de este (al menos en parte) y, por tanto, asumimos una posición aventajada para combatir la tentación. Además, poner distancia también nos da tiempo para ser conscientes de lo que estamos a punto de hacer y controlar nuestros impulsos.
Este truco para comer menos también se ha demostrado en un curiosísimo experimento. En esta oportunidad se le dijo a un grupo de trabajadores que los iban a premiar por sus resultados con la posibilidad de comer todos los bombones que quisieran durante un mes. Lo interesante fue que a un grupo se les ponía todos los días el bol de bombones en su escritorio y a otro grupo se les ubicaba a dos metros de distancia. ¿Resultados? Cuando el bol estaba al alcance de la mano las personas comían una media de 9 bombones diarios pero cuando se encontraba a dos metros el promedio disminuía a 4 bombones al día.
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