“La confianza es como una goma de borrar: se consume a cada error”, reza una frase popular. Sin embargo, la confianza es fundamental a lo largo de nuestra vida, aunque en las últimas décadas la sociedad se las ha ingeniado para hacernos creer que no debemos confiar en nadie más que en nosotros mismos.
De hecho, hoy desconfiamos prácticamente de todos, incluso de la pareja, razón por la cual los acuerdos prenupciales están a la orden del día y cada vez incluyen cláusulas más específicas (algunas de las cuales son tan ridículas que su simple existencia indica que esas personas no deberían casarse). No obstante, nadie puede llegar lejos si no tiene a otras personas que le apoyan, si no puede confiar en los demás, si no tiene compañeros de equipo que confíen en él.
La confianza no es un complemento opcional, la confianza es imprescindible para nuestra salud mental y para alcanzar nuestras metas más ambiciosas. La confianza es un ingrediente fundamental en cualquier relación humana, cuando no existe, el castillo de naipes sobre el cual se había construido la relación, simplemente se cae.
Por supuesto, la confianza debe ser bidireccional. Es tan importante confiar en los demás como que los demás confíen en nosotros. ¿Cómo lograrlo? Debemos hacer que la cuenta corriente de la confianza crezca cada día.
Cuando la confianza está en números rojos
Partamos del concepto de cuenta corriente. Podemos levantarnos un día, ir a un banco y abrir una cuenta. Sin embargo, esa cuenta no nos servirá de nada si no movemos dinero. Por eso, luego comenzamos a realizar depósitos y la cuenta empieza a crecer. Sin embargo, al mismo tiempo, realizamos extracciones cada vez que necesitamos comprar algo. Por tanto, si no nos mantenemos atentos al saldo, podemos quedarnos en números rojos.
La confianza funciona de manera bastante parecida a una cuenta corriente, pero no somos conscientes de ello. Pensamos que una vez que hemos ganado la confianza de alguien, esta es para siempre. Sin embargo, no es así, la confianza no es algo estático, no es en blanco y negro sino que tiene matices y puede aumentar o disminuir con nuestras acciones.
El saldo de la confianza aumenta cada vez que nos comportamos de manera gentil, que somos correctos, respetuosos y honestos, cada vez que apoyamos a una persona. Sin embargo, la confianza también disminuye cada vez que hacemos una extracción; es decir, cuando no respetamos una promesa que hemos hecho, cuando llegamos tarde, cuando pedimos sin dar nada a cambio, cuando no apoyamos al otro…
Si nuestra cuenta de la confianza tiene un buen saldo, la persona nos permitirá un error de vez en cuando, sin que tenga mayores repercusiones en la relación. No obstante, si nos comportamos inadecuadamente con frecuencia, muy pronto el saldo será negativo y perderemos la confianza de esa persona. Y ya sabemos por experiencia que, una vez que se pierde la confianza, es difícil recuperarla.
Por otra parte, también es fundamental no hacer trampas. Si intentas introducir en tu cuenta bancaria billetes falsos, tarde o temprano se descubrirá y probablemente te cerrarán la cuenta. Por tanto, cuando se trata de ganar o conservar la confianza de alguien, es fundamental no mentir. Ten siempre en mente la frase de Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo una vez, puedes engañar a algunos muchas veces, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
3 acciones concretas para crear una relación de confianza
Es importante ser conscientes de que la confianza no solo se gana con las palabras, sino más bien con las acciones. Por tanto, de nada servirá que tengas buenas intenciones si estas jamás se traducen en actos concretos. ¿Cómo lograr la confianza de las personas?
1. Habla claro. En nuestras relaciones sociales, es común encontrar a personas que son demasiado tímidas y que tienen problemas para expresar sus ideas y necesidades. Por otra parte, se encuentran aquellas que son directas y dicen lo que quieren, sin considerar el impacto de sus palabras sobre el otro. Ninguna de estas actitudes ayuda a crear una relación de confianza.
Para generar confianza, es importante medir el impacto de nuestras palabras para no herir a los demás pero, a la misma vez, es fundamental decir lo que pensamos. Hablar claro significa transmitir nuestro punto de vista pero respetando las opiniones de los demás.
2. Mantén las promesas. Una persona que no mantiene sus promesas simplemente no es de fiar. Por eso, es conveniente que te lo pienses dos veces antes de dar tu palabra ya que una vez que lo hayas hecho, has contraído una hipoteca sobre la confianza que la persona tiene en ti.
No importa si se trata de llegar en tiempo a una cita informal o de cumplir con el plazo de un contrato de trabajo, todo es importante para transmitir una imagen de confianza. Por tanto, haz promesas solo cuando tengas la certeza de que las puedes cumplir, caso contrario, sé sincero y simplemente dí que harás lo que puedas pero que no puedes ofrecer garantías.
3. Soluciona los errores. A menudo las buenas intenciones no son suficientes y terminamos cometiendo errores que minan la confianza que los demás han puesto en nosotros. En esos casos, es importante tener la suficiente humildad como para pedir disculpas. Sin embargo, las palabras no bastan, también debemos intentar solucionar el daño.
Para lograr que la cuenta esté saneada, debemos actuar cuanto antes. No valen las excusas, ni las dilaciones. Lo mejor es ser sinceros, asumir la responsabilidad e intentar dilucidar qué podemos hacer para recuperar la confianza.
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