La mayoría de las personas cuando leen un libro se forman una imagen mental de lo que está sucediendo en las páginas. No solo nos imaginamos los personajes sino también el entorno y si dejamos volar la imaginación nos formamos una idea más allá de lo que describe el autor. Por eso, muchas veces cuando el libro cobra vida en la pantalla los filmes nos resultan opacos, faltos de detalles, en fin, desilusionantes.
Entonces… ¿procesamos las imágenes que nos creamos cuando leemos un libro de la misma manera que las que observamos en un filme?
Por ejemplo, cuando vemos una escena real usualmente no logramos una representación muy exacta porque confiamos en que los objetos están frente a nosotros. De hecho, algunas veces algunos objetos pueden desaparecer mientras no miramos y no somos capaces de percatarnos de su ausencia, un fenómeno conocido como ceguera al cambio.
Sin embargo, es imposible que un objeto desaparezca en una historia, la habitación puede oscurecer o los objetos pueden moverse de un sitio al otro pero retendremos en la memoria los cambios producidos.
Tomemos paciencia y leamos detenidamente esta pequeña historia:
«Ron estaba en el hospital recuperándose de una cirugía menor. En la cama continua se recuperaba un anciano llamado Martín. Un televisor estaba ubicado, sujeto del techo, entre ambas camas. Al lado de Martín se hallaba un alto vaso de flores. Los amigos de Ron simplemente le habían llevado una tarjeta verde deseándole una pronta recuperación. Cuando la enfermera llegó cerró la cortina alrededor de Ron. Ella necesitaba privacidad durante el examen que le practicaría.»
Ahora intenta responder esta pregunta sobre la historia:
«¿Tenía Martín un vaso de flores?»
Es una pregunta muy sencilla pero difícil de responder de forma inmediata porque sabemos que el vaso fue cancelado por la cortina que se extendió alrededor de Ron.
Esta misma historia y 23 más fueron presentadas a 32 voluntarios evaluando sus reacciones, el tiempo que demoraban en responder a las preguntas y por supuesto, las respuestas que brindaban.
En todas las historias la cuarta oración contenía una parte crítica de la información para develar la respuesta mientras que la sexta oración incluía una acción que ocultaba visualmente lo que anteriormente había estado expuesto. Cada historia también tenía una versión alternativa donde no se bloqueaba visualmente el objeto crítico para el protagonista.
Para los amantes de los ejemplos aquí les presento las últimas dos oraciones cambiadas de la historia anterior: «Cuando la enfermera llegó puso un monitor al lado de la cama de Martín. Ella necesitaba tomar su presión sanguínea.»
Posteriormente se compararon las respuestas de las personas en las historias donde se ocultaban los objetos y en aquellas donde se dejaban a la «vista» del protagonista.
Por supuesto, no se mostraron grandes diferencias o respuestas erróneas entre ambos grupos pero… el tiempo de reacción fue significativamente mayor en el caso de las historias donde se ocultaban los objetos. Esto sugiere que las personas utilizaron el sistema visual para procesar la pregunta y buscar la respuesta.
Pero… ¿es posible que baste tan poco para confundir momentáneamente nuestro intelecto?
Horton y Rapp desarrollaron otra curiosa prueba. Utilizaron las mismas historias pero algunas veces preguntaban sobre objetos que no fueron ocluidos como por ejemplo: «¿Estaba el televisor sujeto del techo?” Si las cortinas se presentasen como un simple distractor entonces las respuestas de las personas también debían ser más lentas.
¿Los resultados?
Solo cuando los objetos son bloqueados a la vista del protagonista se observan las indecisiones y las reacciones lentas.
Así, parece ser que la inmensa mayoría de los lectores toman la perspectiva de los personajes principales por lo cual, por excelente que sea un filme, difícilmente podrá competir con el libro.
Fuente:
Horton, W. S., & Rapp, D.M. (2003). Out of sight, out of mind: Occlusion and the accessibility of information in narrative comprehension. Psychonomic Bulletin & Review, 10(1), 104-110.
Alexia dice
Es verdad que los que leemos mucho como es mi caso siempre nos ponemos en la piel del protagonista, sentimos lo que el siente y lo vivimos en primera persona.
Para las películas es distinto. Aunque una película sea la reproducción de un libro, nunca te vas a sentir parte de la acción del film, eres un mero espectador.
Por eso creo que por mucho que nos pongan libros electrónicos que seguro que algún día todos tendremos, seguro que será un complemento para nosotros a los que nos gusta el tacto del papel y el sentir de pasar las páginas e ir descubriendo uno tras otra el enigma o trama de cada historia.
No conocía tu blog y la verdad es que me encanta.
Saludos y hasta pronto.
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