¿Gafas graduadas o lentillas? Ese es el dilema al que se enfrentan unas 2.2 mil millones de personas que sufren algún tipo de problema visual – entre las cuales me encuentro – según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Las gafas graduadas suelen ser la opción “por defecto” para quienes tienen errores de refracción como la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia, pero a menudo vienen con algunos “efectos indeseados”. Es fácil perderlas u olvidarlas en casa, además de ser un incordio en la playa o al practicar deporte. Nos ayudan a ver mejor, es cierto, pero también pueden convertirse en un obstáculo fastidioso. Por esa razón, cada vez más personas apuestan por las lentillas.
Una encuesta realizada a más de 35.000 personas en el Reino Unido reveló que 8 de cada 10 afirman ver mejor con lentes de contacto que con gafas. No es una ilusión. Las lentillas suelen mejorar el campo de visión y la agudeza visual porque, al ajustarse al ojo, desvían la luz directamente hasta este, de manera que corrigen con mayor precisión el problema visual.
Por ese motivo, quienes han llevado gafas graduadas y comienzan a usar lentes de contacto suelen notar una mejoría de la visión. Sin embargo, más allá de corregir el problema visual, las lentillas también influyen positivamente en nuestra calidad de vida y, en última instancia, mejoran nuestro bienestar psicológico.
Más autoestima y confianza en uno mismo
La autoestima es una construcción compleja que depende de muchos factores, desde nuestro nivel de eficacia hasta la imagen que nos hemos formado de nosotros mismos. Sin embargo, es el pilar sobre el que descansa nuestra autoconfianza. Sin autoestima, es difícil llegar lejos. Como escribiera Maxwell Maltz: “la autoestima baja es como conducir por la vida con el freno de mano puesto”.
Detalles aparentemente “intrascendentes” como el uso de gafas o lentillas pueden tener una repercusión considerable en nuestra autoestima. De hecho, varios estudios realizados en niños, adolescentes y jóvenes revelaron que el uso de lentes de contacto se asocia a una mayor autoestima, en comparación con quienes usan gafas graduadas. Esos niños y adolescentes suelen tener una imagen más positiva y favorable de su apariencia física, habilidades deportivas e interacciones sociales.
Por desgracia, la probabilidad de sufrir acoso escolar es un 35% mayor en los niños que llevan gafas graduadas. El uso de gafas puede hacer que los niños se sientan diferentes por lo que en etapas como la adolescencia y la juventud en las que la apariencia estética y la aceptación social son aspectos clave, el uso de lentillas puede ayudarlos a ganar la confianza y seguridad necesarias para transitar mejor por esas fases.
Curiosamente, el efecto de las gafas graduadas o las lentillas se extiende más allá de las primeras décadas de la vida. Una investigación realizada en Pakistán, por ejemplo, reveló que más del 84% de los adultos referían una mayor confianza en sí mismos al usar lentillas y se sentían más cómodos en los entornos sociales.
Todo parece indicar que se trata de un fenómeno transcultural puesto que más de 80% de los británicos también afirman que “me siento más atractivo”, “me dan más confianza” y “me veo más natural” con las lentes de contacto.
No es casualidad. La autoestima de la mayoría de las personas suele sufrir un golpe cuando se ven al espejo con gafas graduadas por primera vez. Esa reacción es tan común en la niñez, cuando les preocupa cómo los verán los otros niños, como en la edad adulta, cuando las gafas se convierten en un recordatorio constante del envejecimiento o el deterioro físico.
Obviamente, un par de gafas graduadas no destruirá nuestra autoestima, pero puede afectar negativamente la percepción que tenemos de nuestra apariencia física. Las gafas pasan a formar parte de nuestra nueva imagen, se convierten en un cristal imprescindible a través del cual vemos el mundo, de manera que tenemos que trabajar psicológicamente para aceptar ese cambio e incorporarlo en nuestra autoimagen.
Con las lentes de contacto el impacto es menor ya que la mirada se mantiene diáfana, no sentimos que una montura oculta nuestros rasgos, de forma que se convierten en una opción más natural para lidiar con la pérdida de visión que blinda nuestra autoestima.
Menos condicionamientos y mayor libertad para vivir
Una de las mayores ventajas de las lentes de contacto es la libertad que proporcionan. El 89 % de las personas coinciden en que las lentillas les permiten “vivir con mayor libertad” y que “han mejorado la calidad de vida”. El 90% también reconocen sentirse más cómodas socialmente usando lentillas y el 86% indican que trabajan con mayor facilidad.
Con las lentes de contacto se reducen problemas como los deslumbramientos, la visión doble o el empañamiento en los momentos más inoportunos. No presentan reflejos ni distorsiones y mejoran la visión periférica ya que se mueven con el ojo al desviar la mirada hacia cualquier dirección.
Por eso, la mayoría de las personas terminan sintiéndose más cómodas y seguras en su día a día. Esa mayor libertad hace que diferentes experiencias sean mucho más gratificantes, desde una aventura al aire libre hasta la práctica de deportes, por lo que en última instancia las lentillas suelen mejorar la calidad de vida y, por ende, nuestro bienestar psicológico.
Con ellas ponemos fin al entrecerrar de los ojos miopes para ver algo en la distancia o los intentos de estirar el brazo hasta lo indecible en el supermercado para leer los ingredientes de un producto o en el restaurante para descifrar el menú. Esos pequeños detalles cotidianos que facilitan las lentillas nos ayudan a sentirnos más confiados.
Nos sentimos más autosuficientes, además de devolvernos la naturalidad y la espontaneidad brindándonos una libertad renovada para afrontar la vida sobre la marcha, sin tener que buscar constantemente las gafas o recordarnos de llevarlas por si las necesitamos en algún momento.
Obviamente, las lentillas no son la panacea. El 18% de las personas reportan molestias al usarlas o en el momento de quitárselas. Por esa razón, no solo es importante que las recomiende un oftalmólogo u optometrista, sino también adquirirlas en ópticas profesionales, como LentesdeContacto365, que garantiza productos de calidad de las primeras marcas para reducir el riesgo de sufrir los efectos secundarios que provocan las lentillas en algunas personas.
Fuentes:
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