El castellano es un idioma riquísimo, tenemos numerosas palabras para indicar un mismo objeto o evento. Por tanto, la elección de una u otra palabra no siempre se debe al azar. Este es un tema que desde hace décadas fascina a los psicólogos. De hecho, se conoce que las personas que utilizan a menudo la frase “yo pienso” tienden a priorizar la lógica sobre las emociones, las que usan el “yo siento” prefieren ver el mundo a través de lo que experimentan emocionalmente y las que apuestan por el “yo creo” tienden a ser más respetuosas de las opiniones de los demás.
Sin embargo, en esta ocasión haré referencia al uso de los pronombres personales. Una investigación reciente desarrollada por el famoso psicólogo Johannes Zimmermann, nos indica que la elección de algunos pronombres y no otros es un indicador de problemas en las relaciones interpersonales y en el humor.
Zimmermann y sus colegas analizaron 180 sesiones de psicoterapia y contaron los pronombres que los pacientes utilizaban durante la conversación. Este primer estudio, de carácter meramente explorativo, desveló que cuando las personas hablaban de ciertos temas, sobre todo de los más tristes, tienden a usar el pronombre de la primera persona del singular (yo). A partir de este descubrimiento, los investigadores hipotetizaron que existe una relación entre los pronombres que utilizamos y los estados de ánimo.
Para confirmar esta hipótesis reclutaron a 118 personas, de las cuales 99 ya estaban asistiendo a terapia. A todos se les aplicó una entrevista para diagnosticar los posibles trastornos del estado de ánimo, como la depresión. Durante la entrevista se valoró el uso de los pronombres.
Así se pudo apreciar que las personas que puntuaron más alto en la escala de depresión eran las que utilizaban con mayor frecuencia el pronombre “yo” y no usaban casi nunca los pronombres en plural, como el “nosotros”.
En la búsqueda de respuestas
Para la mayoría de los psicólogos que tienen una consulta, esta investigación es como descubrir el agua tibia. En realidad, el uso del “yo” en la persona deprimida es normal por dos razones:
- Porque normalmente se encierra en sí mismo y no tiene experiencias que contar más allá de su depresión.
- Porque al perder el entusiasmo por la vida, lo único que verdaderamente le interesa es su depresión.
Es como si se tratase de una persona que está sola y encerrada en una cueva (entiéndase la depresión). Es obvio que utilizará mayormente el pronombre personal ya que su ámbito de experiencias se limita a él mismo.
No obstante, lo más interesante no es la explicación sino la pregunta que suscita este estudio: ¿cambiando el uso de los pronombres podríamos mitigar en cierta manera la soledad y desesperanza que experimenta una persona deprimida? ¿Es posible que usando los pronombres “tú” y “nosotros” la persona deprimida vuelva a abrirse al mundo?
Particularmente, considero que reflexionar un poco más sobre las palabras que usamos siempre es positivo. Obviamente, un mero cambio de pronombres no será suficiente para combatir la depresión y eliminarla del todo, pero es una estrategia más que puede ayudarnos a sentirnos mejor.
Germán Ebr dice
Muy interesante Jenifer, Gracias. ¿Estás familiarizada con la "semántica general" de Alfred Korzybski? a grandes rasgos argumentaba que el lenguaje cotidiano que utilizamos es "insano" , genera muchos problemas porque no se relaciona con el sistema nervioso ni con el medio ambiente. Cambiando el lenguaje, por uno altamente referencial , que disminuya la interpretación (como el de las ciencias físicas) cambias en cierta medida tus correlaciones para interpretar el mundo y las situaciones en las que una persona se vea envuelta, evitando muchos problemas de índole personal. Es muy interesante =)
Excelente página por cierto, me sirve para aprender bastante 😉 gracias!
Jennifer Delgado Suarez dice
Hola Germán,
No conozco exactamente a Alfred Korzybski pero uno de los presupuestos sobre los que trabaja la programación neurolingüística es precisamente prestarle más atención a las palabras que usamos porque estas, de cierta forma, ejercen una influencia sobre nuestros estados emocionales.
Me parece una utopía pensar que podemos usar en la vida cotidiana un lenguaje más "científico" porque somos esencialmente, seres emocionales, pero sin duda podemos trabajar mucho en las palabras que usamos cotidianamente.