Existen algunas enfermedades relacionadas con la comunicación y los procesos del habla que no pueden pasar desapercibidas por su extrañeza.
Síndrome de Gilles de la Tourette
Una de ellas es el Síndrome de Gilles de la Tourette, de origen genético y con una prevalencia de 4 o 5 pacientes por cada 10 mil personas según datos de la Asociación de Familias Aragonesas con Pacientes de Síndrome de Tourette y Trastornos Asociados de España. Pero… ¡cuidado! El desconocimiento asociado a este trastorno puede hacer que existan muchas otras personas sin diagnosticar por lo que su incidencia podría aumentar a una cada doscientas personas, por supuesto, presentando síntomas más leves. Los hombres se ven afectados con una frecuencia entre tres o cuatro veces mayor que las mujeres.
Su inicio normalmente se evidencia entre los siete y diez años de edad y aunque los síntomas persisten por toda la vida solo un 10% de los afectados presenta un cuadro progresivo.
¿Cuáles son los síntomas?
Se presentan tics compulsivos que pueden ser desde simples movimientos faciales como guiñar un ojo o realizar una mueca; tics más complejos como agacharse o dar saltos hasta los tics vocales. En este último caso usualmente se aprecia una tríada: múltiples tics, ecolalia (impulso incontrolado de repetir las palabras como un eco) y coprolalia (impulso que los lleva a decir obscenidades). Este tic es particularmente embarazoso pues la persona es incapaz de controlar los improperios, sobre todo en lugares públicos y cuando se siente nerviosa; así, repite las obscenidades una y otra vez hasta que siente que su tensión interna se relaja.
Con bastante frecuencia las personas afectadas por este trastorno también padecen depresión, fobias, trastornos del aprendizaje, trastornos obsesivo-compulsivos y autoagresividad ya que en algunas ocasiones los tics los llevan a golpear la cabeza repetidamente contra algún objeto o a provocarse lesiones en la piel debido a las fricciones inducidas por los tics.
La causa fundamental es aún desconocida aunque las más recientes investigaciones indican que puede deberse a una hiperactividad del cerebro debido a un exceso de dopamina así como a dificultades con otros neurotransmisores como la serotonina y la norepinefrina.
Síndrome del Acento Extranjero
Otra enfermedad, extremadamente escasa es el Síndrome del Acento Extranjero, de la cual se han reportado escasísimos casos a través de la historia y a nivel mundial. Se trata de un raro trastorno de origen neurológico restringido a los sistemas motores de la producción del habla, siendo consecuencia de un ictus o traumatismo cerebral; aunque en la actualidad se está considerando también como uno de los primeros síntomas de la esclerosis múltiple, según demuestra un estudio publicado en la Revista de Neurología del 2003.
Las personas que sufren de este trastorno hablan su lengua materna con un acento extranjero. Este efecto es inevitable para la propia persona y, por su brusca aparición, suele traer como consecuencias problemas emocionales relacionados con la pérdida de identidad personal y del sentido de pertenencia a la comunidad.
El primer caso conocido fue en el 1917 cuando un parisino, como consecuencia de una herida de guerra, desarrolló un acento polaco. Pero el ejemplo más “famoso” proviene de la Segunda Guerra Mundial cuando una joven noruega fue alcanzada por un fragmento de proyectil durante un bombardeo nazi y su habla adquirió un fuerte acento alemán. Como podrán imaginar esta alteración le ocasionó innumerables problemas en su vida cotidiana al ser identificada como alemana.
Otros casos han sido reportados, los más extraños resultan ser el cambio del acento inglés por el nórdico, el acento argentino por el eslavo y el acento inglés por el chino.
Según investigaciones realizadas en el Servicio de Neurología del Hospital Francés “Vladimiro Sinay” este trastorno es un resultado que puede comprometer la cisura prerolándica izquierda, la corteza motora primaria o bien la corteza premotora. El traumatismo cerebral no hace que la persona adquiera el acento sino que modifica los patrones del habla, cambiando la longitud de las sílabas, alterando el tono o pronunciando mal ciertos sonidos. Su hablar es perfectamente comprensible para los que lo escuchan y quienes vivencian el síndrome no asumen el típico rol de enfermos sino que enfrentan las dificultades propias de un hablante extranjero.
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