
Una frase popular dice que “errar es de humanos” y lo cierto es que no anda desacertada porque todos, antes o después, quien más y quien menos, nos hemos equivocado. Sin embargo, aunque a primera vista puede parecer una verdad de Perogrullo, lo cierto es que muchas veces la obviamos porque nos gusta pensar que somos perfectos e infalibles. Entonces, cuando el error toca a nuestra puerta, no sabemos cómo enfrentarlo y adoptamos estrategias para esconderlo, tanto de las personas que están a nuestro alrededor y nos pueden criticar como de nosotros mismos.
Las 3 formas más usuales de ocultar un error
1. Esconder el error. Se trata de una de las estrategias más comunes para enfrentarse a una equivocación, claro, siempre y cuando las circunstancias lo permitan porque hay algunos errores que son fáciles de esconder pero otros no tanto, como cuando entregas un informe con datos erróneos.
A la larga, esta forma de afrontar un error se basa en el miedo a reconocer nuestra cuota de responsabilidad y asumir las consecuencias. No obstante, recuerda que “primero se coge a un cojo que a un mentiroso”; o sea, tarde o temprano, el error saldrá a la luz y es probable que provoque más daños que si lo hubieses reconocido desde el inicio.
2. Poner la culpa en otro. Un antiguo proverbio decía: “si sonríes después de un error, es porque ya has encontrado en quién poner la culpa”. De hecho, culpar a otro es una estrategia bastante común para desentenderse del equívoco. En ese momento, cualquier persona es válida con tal de no tener que enfrentarnos a la responsabilidad.
Dicho de esta manera, puede parecer un comportamiento deleznable pero lo cierto es que la mayoría de nosotros lo ha hecho al menos una vez, casi siempre de manera inconsciente. ¿Cuándo? Cada vez que intentas explicar una falla en tu comportamiento aduciendo razones externas a ti, como cuando llegas tarde a una cita y le echas la culpa a un amigo que te retuvo.
3. Evadir la responsabilidad. Hay personas que reconocen sus errores pero evaden sus responsabilidades. Se trata de una táctica digna de Maquiavelo porque así da la imagen de una persona honesta pero, a la misma vez, se deshace de las consecuencias.
Dicho de esta forma puede parecer algo increíble pero es muy probable que te hayas comportado de esta manera en algún momento. Un ejemplo clásico puede ser cuando le entregamos a un supervisor un informe con errores y el documento llega hasta el jefe, que se da cuenta y nos reprende. En este punto podemos decir que es cierto que cometimos un error pero que el supervisor debía haberlo notado ya que, al fin y al cabo, ese es su trabajo. De esta manera, estamos descargando nuestra responsabilidad en otra persona.
Deja una respuesta