En algún que otro momento de la vida, habrás sentido la sensación de fracaso. En realidad, es una sensación bastante común, sobre todo para quienes tienen una visión en blanco y negro de la vida: o se tiene éxito o se fracasa, no hay puntos medios.
La verdad es que todos fallamos en algo, a veces no somos capaces de seguir una dieta, no logramos el trabajo de nuestros sueños, nos planteamos un objetivo y no llegamos a completar las tareas por lo que el proyecto se queda a medias, nos planteamos apuntarnos a un curso de yoga pero lo abandonamos a la tercera sesión… En fin, la sensación de que hemos fallado puede activarse con cualquier cosa. Y es dolorosa porque no tienes dónde escapar, se cierne sobre ti una bruma pesada que te desmotiva y te hace entrar en un estado bastante parecido al de la catatonia.
Lo peor de todo es que cuando fallas inmediatamente pones en entredicho tu valor. Casi nunca piensas que has fallado en una esfera de la vida, generalizas el fallo a tu personalidad y te defines como una persona sin valor, sin fuerza de voluntad, sin las competencias que se necesitan para tener éxito en la vida. Obviamente, se trata de una reacción sobredimensionada pero en esos momentos, cuando somos presa de los sentimientos de frustración, no somos capaces de apreciar cuán inadecuadamente estamos reaccionando.
¿Qué puedes hacer para superar un fracaso?
1. Date cuenta de que todos fallamos. No eres el único que ha fracasado en un proyecto, a todos nos ha sucedido. De hecho, los grandes inventores de todos los tiempos han tenido que fallar muchas veces antes de encontrar la idea genial. Los errores y los fracasos forman parte del proceso de crecimiento y todos pasamos por ellos. No hay nadie que te pueda decir que le sale todo a la primera, y si lo hace es porque está mintiendo.
2. Toma distancia del problema. Si estás demasiado involucrado emocionalmente no podrás evaluar las causas del fracaso con claridad. Por tanto, lo único que harás será sumergirte en una espiral de pensamientos rumiativos y recriminatorios. Involúcrate en actividades que te gusten, dedícate a nuevos proyectos, tómate un descanso. Cuando vuelvas sobre el problema lo verás con otros ojos y verás que tu primera reacción ha sido exagerada.
3. Redimensiona el fracaso. ¿Qué puedes aprender de este error? ¿Qué hiciste mal, dónde te equivocaste? De esta forma estarás listo para volver a intentarlo y la próxima vez te saldrá mejor. Recuerda que tú puedes hacer que un fracaso se convierta en un éxito si sabes sacar la enseñanza.
4. Cambia el método. A menudo fallamos porque hemos abordado el problema desde una perspectiva errónea o simplemente desde un punto de vista que no se adecuaba a nuestras capacidades, objetivos o forma de ser. Pregúntate cómo puedes alcanzar esa meta siendo tú mismo, con tus capacidades y recursos.
5. Da el primer paso. A menudo, después del primer fallo, las personas abandonan por completo el proyecto. Se convencen de que no pueden lograrlo y lo encierran en un cajón maniatando así sus sueños. Por tanto, una vez que sepas en qué te has equivocado y que hayas redefinido el método, no te queda sino armarte de valor y dar el primer paso de nuevo.
Deja una respuesta