
El funcionamiento adecuado de las funciones de vigilia es fundamental para que la persona pueda percibir los estímulos que ocurren a su alrededor y pueda responder ante los mismos de manera adaptativa. Sin embargo, en algunos casos estas funciones pueden sufrir disímiles desórdenes como expresión de graves alteraciones encefálicas que implican muchas veces un riesgo para la vida o un posible deterioro neuropsicológico (si evolucionan sin el tratamiento médico adecuado).
Entre las principales alteraciones del nivel de vigilia se encuentra el estado de coma, donde se pierde la totalidad de la conciencia y sólo persisten las funciones vegetativas como la de respiración y circulación. La persona en estado comatoso permanece tendida sin reaccionar a ningún estimulo, incluso a los más intensos. Generalmente se evidencia en casos con alteraciones orgánicas severas secundarias a una enfermedad crónica o aguda o a un severo accidente.
Entre estas alteraciones del nivel de vigilia se encuentra además el estado confusional o también denominado amencial. En este trastorno la alteración de la conciencia es también bastante profunda, existiendo dificultades en la percepción, el pensamiento y la orientación. Con frecuencia la persona se encuentra perpleja, incoherente, pronuncia palabras sin sentido y en algunos casos pueden manifestarse alucinaciones. Esta alteración resulta bastante común en los trastornos orgánicos graves, traumas craneales y epilepsias severas.
Por otra parte, la conciencia onírica o delirium también está considerada como una alteración de la conciencia aunque menos profunda que las anteriores. En este estado existe una mayor riqueza alucinatoria con gran predominio visual. Se caracteriza además por la presencia de ideas delirantes, pérdida de conciencia, un torrente de representaciones visuales claras, abundancia de recuerdos vivos y desorientación alopsíquica. El estado de ánimo de la persona es variable y puede haber miedo, irritabilidad, euforia u excitación psicomotora. Este trastorno puede presentarse asociado a cuadros infecciosos, traumas craneales, histeria, epilepsia o en crisis en personas que sufren de retraso mental con cuadros psicóticos.
También puede hallarse la conciencia crepuscular, donde existe una doble orientación y la persona responde simultáneamente a los datos reales e imaginarios. Así, la persona percibe el mundo impreciso mezclando los hechos reales con alucinaciones e ideas delirantes fragmentarias. Su comienzo es inesperado, de corta duración y final brusco seguido de un sueño profundo. Al despertar, la persona no recuerda nada. Generalmente ocurre en personas epilépticas, histéricas o que han sufrido golpes fuertes en el cráneo.
Dentro de estos trastornos también puede encontrarse la alteración de conciencia oniroide, que se caracteriza por la mezcla del mundo externo con la fantasía, de manera que sin perder la orientación y la lucidez, se produce como una infiltración de las construcciones del sueño en el pensamiento consciente. Se acompaña de alucinaciones, principalmente auditivas y visuales y de cierta aceleración psicomotriz, apareciendo sobre todo en las psicosis tóxicas.
Por su parte, la obnubilación es otro de los trastornos de la vigilia en el cual la persona sólo tiene una discreta nebulosidad para percibir el medio ambiente. De esta forma, el paciente presenta dificultades perceptuales, embotamiento afectivo, irritabilidad y somnolencia. Los especialistas lo consideran el grado más ligero de turbación de la conciencia. Aparece generalmente en infecciones, intoxicaciones, traumas y estados febriles.
Entre las alteraciones de la vigilia se encuentra además la conciencia hiperlúcida, considerada como un estado de claridad extrema. Se aprecia en algunas intoxicaciones (por al abuso de anfetaminas) y en ciertos estados emocionales como la manía. En este estado se evidencia cierta falta de coordinación y sistematización del pensamiento.
Fuentes:
APA (1995) DSM IV: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson.
Hamilton, M. (1986) Psicopatología clínica. Signos y síntomas en Psiquiatría. Madrid: Emalsa.
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