En un mundo tan heterogéneo, es normal tener opiniones diferentes. Lo extraño y preocupante sería que todos pensásemos igual. Las diferencias suelen ser el motor impulsor del cambio. Nos ayudan a comprender perspectivas y formas de afrontar la vida distintas a las nuestras, ya sea en los asuntos mas banales o los más trascendentales.
Sin embargo, discutir un tema con opiniones diferentes puede convertirse rápidamente en una guerra sin cuartel. Sin piedad. Sin lógica. Y es que la confrontación de opiniones diferentes sigue siendo una de nuestras asignaturas pendientes.
¿Cómo reacciona nuestro cerebro ante las opiniones diferentes?
Cuando dos personas hablan sobre un tema controvertido pueden estar de acuerdo o adoptar opiniones diferentes. En ambos casos se activan zonas cerebrales distintas, tanto cuando escuchamos como cuando hablamos. Eso explica, al menos en parte, por qué a veces puede ser tan difícil discutir opiniones diferentes y llegar a un acuerdo.
Investigadores de la Escuela de Medicina de Yale comprobaron que nuestro cerebro se va cerrando a las razones cuando disentimos de la opinión de nuestro interlocutor. También apreciaron que la confrontación de opiniones diferentes obliga a nuestro cerebro a trabajar a marchas forzadas.
En el experimento participaron aproximadamente cuarenta personas, seleccionadas en base a sus creenciasprofundamente arraigadas en temas potencialmente conflictivos, como la legalización de las drogas blandas o el reconocimiento como un derecho civil del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Luego se crearon parejas para que las personas pudieran discutir libremente mientras los neurocientíficos monitorizaban su actividad cerebral. Asi comprobaban la activación de las distintas áreas cerebrales cuando las personas estaban de acuerdo sobre un punto y cuando disentían.
Los neurocientíficos apreciaron que cuando las personas están de acuerdo en un tema, se activan algunas áreas sensoriales del cerebro, como la visual, y otras zonas responsables de las funciones articuladas del pensamiento. No obstante, lo más curioso es que se produce una especie de sincronización cerebral entre los dos interlocutores. Sus cerebros trabajan en sintonía.
Sin embargo, cuando las personas tienen opiniones diferentes, las cosas se vuelven más complejas. Se producen “saltos” en el acoplamiento cerebral y cada interlocutor se ve obligado a movilizar más recursos cognitivos y emocionales. “En particular, los procesos cognitivos que se encuentran en el lóbulo frontal del cerebro trabajan más para estar en desacuerdo que para estar de acuerdo”, apuntaron los investigadores. La gran cantidad de recursos cognitivos que debemos movilizar para discutir termina consumiendo una gran cantidad de energía y nos arrebata nuestro equilibrio mental. Ello explica por qué a menudo nos sentimos frustrados y agotados después de una discusión.
También se puede apreciar una mayor activación de las zonas relacionadas con el habla mientras se reducen aquellas relacionadas con la escucha. Ello explica por qué es tan difícil llegar a un acuerdo cuando tenemos opiniones diferentes: nos cerramos a los argumentos del otro. Intentamos tener razón a toda costa y buscamos argumentos que respalden nuestro punto de vista haciendo caso omiso a la postura contraria.
Yo tengo razón, tú estás equivocado: ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar ideas distintas?
Todo pensamiento, repetido durante un tiempo, pasa a formar parte de nuestro programa mental. Ese programa mental está compuesto por opiniones, creencias, juicios y estereotipos que luego integramos en nuestra identidad. Así comenzamos a identificarnos con ellos.
Entonces buscamos – de manera consciente o inconsciente – situaciones y personas que encajen en nuestro programa mental, que compartan nuestras ideas y creencias, para reafirmarlas y sentirnos cómodos. Si alguien dice algo que no encaja en nuestro programa mental, lo percibimos como un ataque personal y sentimos la necesidad de defendernos.
Sin embargo, el objetivo de cualquier opinión o creencia no es validarla sino contrastarla continuamente. Las opiniones no cuestionadas acaban por convertirse en verdades monolíticas que nos atrapan. Cuando una creencia nos domina, llegamos a pensar que todo el mundo debería pensar de la misma manera.
Sin embargo, tener opiniones diferentes es completamente normal. Y no debemos caer en el error de identificar planemante lo que somos con lo que pensamos. Todos somos mucho más que nuestros pensamientos. Y, sobre todo, seremos mucho más a medida que nuestras creencias evolucionen.
Debemos comprender que la intensidad del rechazo que sentimos ante las ideas distintas a las nuestras es proporcional al grado de apego que tenemos a nuestras creencias. En otras palabras, cuanto más nos identifiquemos con una creencia y más nos aferremos a ella considerándola como una verdad absoluta, más rechazo nos provocarán las creencias contrarias.
¿Cómo discutir opiniones diferentes de manera asertiva?
Cuando una opinión diferente nos provoque un sentimiento de rechazo interno, deberíamos preguntarnos si estamos reaccionando ante la idea en sí o si se trata de nuestro rechazo a cambiar y aceptar puntos de vista distintos. Quizá descubramos que el problema no sea la idea, sino nuestra rigidez para abrirnos a otras posturas y la poca disponibilidad al diálogo o a cambiar nuestras creencias.
También vale la pena tener presente que aceptar las opiniones diferentes no implica necesariamente asumirlas como propias o validarlas. Podemos aceptar que los demás piensen diferentes y respetarlos sin que por ello estemos de acuerdo con sus opiniones. No siempre es necesario convencer al otro de que tenemos razón o asumir que nuestro interlocutor está en posesión de la verdad.
Reaccionar con una actitud defensiva o agresiva solo servirá para romper los puentes que conducen a un diálogo constructivo y desarrollador. En cambio, es importante escuchar y confrontar desde una postura asertiva. Escuchar con interés a las personas, aunque tengan una opinión diferente a la nuestra, es la prueba máxima de empatía, respeto y asertividad, las claves para evitar que se genere un antagonismo irreconciliable. A veces, todo lo que los demás necesitan es que les escuchen, valoren y entiendan.
Fuente:
Hirsch, J. et. Al. (2021) Interpersonal Agreement and Disagreement During Face-to-Face Dialogue: An fNIRS Investigation. Front. Hum. Neurosci.
Marta dice
Estimada Jennifer, me ha parecido genial el artículo! todos deberíamos de comprender ese mecanismo para hacernos la vida más fácil y una leción que los políticos deberían de aprender !
Como siempre, muchas gracias por esta información tan útil
Judith dice
Muy interesante!
Gracias