El taoísmo es una filosofía milenaria llena de sabiduría que puede iluminarnos tanto en nuestro día a día como ayudarnos a ampliar nuestra visión del mundo. La mayoría de las frases que se les atribuyen a los grandes maestros taoístas son bastante enigmáticas, por lo que no existe un único significado sino que se pueden encontrar diferentes sentidos a lo largo del tiempo y según el periodo de la vida por el que estemos atravesando. Sin embargo, algunas pueden convertirse en un mantra personal que nos ayuden a atravesar las situaciones más difíciles o nos reportan una dosis extra de motivación para seguir adelante.
Las mejores frases taoístas para ver el mundo con otros ojos
1. Un viaje de mil de leguas comienza con el primer paso.
Uno de los métodos inspirados en el taoísmo, el kaizen, nos enseña que poco a poco se llega lejos. Solo puedes tener una certeza: si no das el primer paso, jamás llegarás a tu destino. El simple hecho de moverte no te llevará donde quieres ir, pero al menos te sacará de donde estás. El secreto radica en ponerse en marcha y no esperar ese “momento idóneo” que probablemente nunca llegue. Y, sobre todo, no desesperarse ni pretender alcanzar los resultados inmediatamente.
2. Hay un período para avanzar y uno para quedar atrás. Un período de subir, y uno para bajar.
La vida está marcada por altibajos, los periodos “malos” nos enseñan a valorar más las etapas “buenas”, aunque en realidad en todas las situaciones hay aspectos positivos y negativos, solo que en muchas ocasiones no somos capaces de notarlos. En cualquier caso, es importante ser conscientes de que cada etapa nos aporta algo. Aceptar cada una de ellas nos permitirá aprovecharlas al máximo con el mínimo esfuerzo. Por eso, parte de la inteligencia taoísta consiste en no hacer resistencia y aprender a fluir con el curso de los acontecimientos.
3. Si no puedes avanzar una pulgada, retrocede un pie.
En el taoísmo el concepto de fluir es fundamental. Esta filosofía nos enseña que es más fácil ir con la corriente que nadar en contra. Por eso, cuando encontramos a nuestro paso varios obstáculos, en vez de empecinarnos en esa dirección, deberíamos dar un paso atrás y volver a evaluar el camino que hemos emprendido. No siempre es necesario cambiar la meta, a veces es suficiente con hacer algunos ajustes en el trayecto. Sin embargo, en otras ocasiones tendremos que plantearnos si alcanzar ese objetivo realmente vale tanto esfuerzo y sacrificio.
4. Cuando dejo de ser lo que soy, me convierto en lo que podría ser.
Aprende a desaprender lo aprendido, sería otra manera de expresar esta idea. A lo largo de la vida vamos acumulando demasiados estereotipos, prejuicios y creencias que terminan limitándonos. Por ejemplo, cada etiqueta que nos hemos colocado, es una limitación que nos impide ir más allá y desarrollar nuestro potencial. Por eso, el taoísmo nos enseña que en muchas ocasiones para alcanzar nuestro potencial necesitamos dejar atrás todo lo que creemos ser y nos define porque en cierto punto, esas creencias se convierten en trabas al desarrollo.
5. Nadie puede ver su reflejo en el agua que corre.
Tomar decisiones, sobre todo cuando son importantes, dejándonos llevar por las emociones puede conducirnos a grandes arrepentimientos. No importa si se trata del enfado, la tristeza o la euforia, cuando el cerebro emocional toma el mando, no logramos pensar con claridad, simplemente porque este desconecta la parte racional, de manera que no somos capaces de saber exactamente qué es lo mejor para nosotros. Por eso, para tomar decisiones es mejor esperar a que las aguas se calmen y vuelvan a su cauce.
6. La perfección es la voluntad de ser imperfecto.
La obsesión por la perfección termina generando una tensión innecesaria que no solo nos puede enfermar sino que también consume nuestra energía. La filosofía taoísta nos propone aprender a fluir, sacando lo mejor de nosotros mismos pero sin pretender ser perfectos en todo lo que hacemos. De esta forma logramos ser más auténticos porque nos expresamos con mayor naturalidad.
7. Un buen viajero no tiene planes fijos, y no tiene la intención de llegar. El camino es la recompensa.
En muchas ocasiones, no es tan importante lo que logramos sino la persona en quien nos hemos convertido mientras perseguíamos esa meta. A lo largo del camino podemos ganar personas valiosas, podemos crecer y ampliar nuestra mente o, al contrario, podemos perder a gente que amamos, olvidar nuestros valores y convertirnos en personas más rígidas y encerradas en sí. Por eso, mientras persigues una meta, no pierdas la vista del camino y, sobre todo, no olvides disfrutarlo.
8. Deja de pensar, y termina con tus problemas.
La inmensa mayoría de nuestros problemas solo existen en nuestra mente porque no son las situaciones, sino como reaccionamos ante ellas y el significado que le conferimos, lo que puede dañarnos. Por eso, en muchos casos para terminar con la sensación de angustia y el estrés, solo es necesario cambiar nuestra perspectiva, detener esos pensamientos negativos y catastrofistas que suelen ocupar tu mente. No es una tarea fácil, pero ser consciente de ello ya es el primer paso.
9. Aquello que para la oruga es el fin del mundo, para el resto del mundo se llama mariposa.
A veces, los árboles no te dejan ver el bosque. Cuando estás sumido en una situación que consideras “negativa”, asumirás una visión catastrofista que te impedirá ver las oportunidades. Dar un paso atrás o pedir el consejo de otra persona te permitirá establecer una distancia psicológica que no solo aminorará el sufrimiento sino que incluso puede ayudarte a darle un cambio radical a la situación. Recuerda que todas las situaciones se pueden apreciar desde diferentes puntos de vista y que el tuyo es solo uno de tantos e incluso puede ser muy poco conveniente o desarrollador.
10. La vida es una serie de cambios naturales y espontáneos. No te resistas a ellos, sólo crea dolor. Deja que la realidad sea la realidad.
Vida es sinónimo de cambio, nada es estático, aunque nuestra obsesión por el control se oponga a esta realidad. Sin embargo, pretender que todo continúe igual implica resistirnos a la realidad, hacer caso omiso de ella, pero eso no significa que desaparecerá sino que nos haremos daño. La mejor forma de lidiar con la realidad es afrontarla, con la convicción de que es solo una etapa y que el futuro nos depara momentos mejores. De la misma manera, debemos aprender a no aferrarnos porque, según la ley del desapego, el apego llega con la semilla del sufrimiento.
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