Los hábitos pueden ser positivos ya que nos ahorran esfuerzo pero en algunas ocasiones se convierten en un arma de doble filo, sobre todo cuando hacemos referencia a determinadas formas de pensar. De hecho, estos hábitos pueden perjudicar nuestra capacidad para apreciar lo que hacemos y valorarnos como personas.
Usualmente estos hábitos provienen de la infancia, de un entorno familiar donde no primaba el amor propio. Los padres con una baja autoestima a menudo les transmiten a sus hijos determinados hábitos mentales que les impiden amarse y aceptarse. La buena noticia es que ser conscientes de estos hábitos es el primer paso para eliminarlos y desarrollar una autoestima sana. No podemos hacer nada con los hábitos que nos han transmitido en la infancia pero podemos cambiar nuestra forma de pensar como adultos.
¿Cuáles son los hábitos que destruyen la autoestima?
- Descalificarse. Escucha atentamente tu diálogo interior. ¿Qué te dices? ¿Te repites a menudo que no vales para nada y que no tienes las cualidades necesarias para ser un ganador? Ese diálogo, que probablemente alguien te transmitió, solo sirve para denigrarte y para cerrarte las puertas a las oportunidades. Recuerda que todas las personas tienen fortalezas y debilidades por lo que simplemente se trata de que encuentres tus potencialidades y las desarrolles.
- Actuar como una víctima. Ante las dificultades, existen diferentes maneras de actuar, hay quienes se crecen y otros simplemente sienten lástima y asumen el papel de víctimas de los demás o del destino. Sin embargo, poner la responsabilidad en los otros no te ayudará a sentirte más confiado y seguro, todo lo contrario. Recuerda que el punto en el que estás ahora es la consecuencia de tus decisiones. Aunque no se trata de que te culpabilices sino de que tomes las riendas de tu vida.
- Exigirse demasiado. Las personas perfeccionistas a menudo tienen una baja autoestima ya que nada de lo que hacen colma sus expectativas. Como aspiran a la perfección, sus tareas siempre les resultan incompletas o poco satisfactorias. De esta manera, no suelen enorgullecerse de sus logros y no se dedican palabras de aliento. Por eso, aunque quizás sean unos de los primeros de su clase o uno de los trabajadores más eficaces, tienen una baja autoestima ya que sienten que no satisfacen sus requisitos que, obviamente, son demasiado elevados.
- Realizar comparaciones. Los seres humanos realizamos comparaciones, así sabemos si algo es más grande o más bonito, más apetecible o decididamente grotesco. Sin embargo, el hábito de compararnos con los demás tan solo para resaltar nuestros defectos, inseguridades o errores es la vía más directa para destruir nuestra autoestima. Por eso, si vas a hacer comparaciones, evita competir y, sobre todo, no compares personas, compara resultados y formas de hacer. Se trata de una diferencia sutil que, a la larga, se revela sustancial.
- Centrarse en los errores. Hay personas que incluso cuando logran una meta, miran atrás y señalan los errores. Es lógico que a lo largo de un camino cometamos equivocaciones, estas forman parte del proceso, pero para mantenernos motivados y tener una autoestima sana, es importante que los errores no se conviertan en el patrón con el cual nos medimos porque de esta manera minimizaremos nuestros logros y maximizaremos nuestras debilidades, lo cual, obviamente, no nos hace sentir bien.
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