Imaginemos que estás sentado en el rincón más apartado de un bar bebiendo tranquilamente. Se acerca una persona y, de repente, te lanza una serie de improperios. Durante unos segundos te quedas anonadado, buscando en tu memoria de dónde le conoces y por qué te ofende de aquella manera. Por mucho que buscas, no logras saber quién es y, cuando estás a punto de responderle, la persona da media vuelta y se va, dejándote con la palabra en la boca.
¿Qué harías?
1. Vuelves a beber tranquilamente, como si nada hubiese pasado, y borras el incidente de tu mente.
2. Continúas buscando en tu memoria para descifrar quién era aquella persona y piensas en todas las cosas que podrías haberle dicho para hacerle frente a sus ofensas.
Si has elegido la segunda opción, no te preocupes, la mayoría de las personas lo hacemos, fantasear con la venganza es un mecanismo del todo natural porque nos permite aliviar la tensión que ha creado una situación. Cuando pensamos en lo que habríamos dicho o hecho, es como si toda la situación ocurriese realmente, solo que en un plano mental; sin embargo, a veces esto es suficiente para relajarnos y devolvernos a nuestro equilibrio.
De hecho, numerosos estudios han demostrado que las fantasías de venganza incluso pueden tener efectos terapéuticos positivos, sobre todo en las víctimas de violencia y abusos, ya que les devuelve la sensación de control.
Sin embargo, hay personas que piensan que fantasear con la venganza es como jugar con un cuchillo de doble filo y podría desencadenar más sentimientos negativos. ¿Es cierto? ¿Hay algún lado oscuro en este tipo de fantasías?
Aplicar la justicia o proteger: He ahí el dilema
Los investigadores reclutaron a estudiantes universitarios e hicieron que viesen tres vídeos clips que eran perturbadores o violentos, de esta manera simularon el efecto de un pequeño trauma. Como se esperaba, las personas se mostraron disgustadas y enfadadas por la violencia que vieron.
A continuación, los participantes fueron divididos en tres grupos que se sometieron a ejercicios terapéuticos diferentes:
1. Unos tenían que imaginar la escena y castigar de manera violenta a la persona que cometió los crímenes.
2. Otros tenían que intervenir pero de una manera no agresiva.
3. Otros simplemente tenían que transportar a la víctima a un lugar seguro y agradable.
Todos los ejercicios ayudaron pero no en la misma medida. De hecho, llevar a la víctima a un lugar seguro fue el que más disminuyó la ira y la agresividad en las personas promoviendo incluso sentimientos de satisfacción y felicidad.
Los investigadores no se detuvieron en este punto sino que citaron a los estudiantes al día siguiente con el objetivo de valorar los riesgos que podrían implicar las fantasías de venganza. Para ello, le mostraron imágenes de personajes de filmes famosos que cometían actos violentos.
Después evaluaron el nivel de ira, enfado y agresividad de cada persona. Así pudieron apreciar que el hecho de haber tenido fantasías violentas el día anterior no generaba más agresividad. Por tanto, estos investigadores consideran que fantasear con la venganza no genera comportamientos más agresivos o ira.
Hay un pero…
Vale aclarar que aunque fantasear con la venganza puede tener un efecto liberador, no conviene excederse porque es muy fácil sumirse en una espiral de pensamientos negativos contra otra persona, pensamientos que en realidad no nos reportarán nada positivo y que hasta podrían exacerbar nuestro sufrimiento e ira.
Por tanto, si has sido víctima de una agresión y esta te ha dejado secuelas, la mejor opción es ponerse en manos de un psicólogo. Este determinará cuál es la estrategia más adecuada y, si considera que es oportuno fantasear con la venganza, lo harás en un entorno controlado de manera que el ejercicio realmente sirva para liberar la ira y derrotar el miedo.
Fuente:
Seebauer, L. et. Al. (2013) Is it dangerous to fantasize revenge in Imagery Exercises? An Experimental Study. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry; 45(1):20-25.
Anónimo dice
Muy interesante el post