La fusión cognitiva puede llevarnos a crear una tormenta en un vaso de agua. Como advirtiera un antiguo refrán sueco: “la preocupación a menudo le proporciona a una cosa pequeña una gran sombra”.
Cuando nuestras preocupaciones se vuelven recurrentes y nuestros pensamientos asumen el cariz de verdad absoluta pueden convertirse en obstáculos en nuestro camino que generen una angustia psicológica completamente innecesaria y que nos impidan disfrutar de la paz y el equilibrio mental que necesitamos y merecemos.
¿Qué es la fusión cognitiva?
La fusión cognitiva hace referencia a un proceso mental mediante el cual nos enredamos en nuestros pensamientos, evaluaciones, juicios y recuerdos, comportándonos según esas interpretaciones subjetivas. En otras palabras, las experiencias subjetivas suplantan casi por completo la realidad, determinando nuestras decisiones y conduciéndonos a poner en práctica comportamientos desadaptativos que nos generan malestar.
La fusión cognitiva es fruto de nuestra tendencia natural a sobreidentificarnos con nuestros pensamientos, amplificándolos hasta convertirlos en la verdad con mayúsculas. Nos apegamos o fusionamos a esos pensamientos, hasta el punto de creer que son la única interpretación posible de la realidad y los damos por ciertos, sin cuestionarlos.
La trampa de fusionarnos con nuestros pensamientos
La fusión cognitiva puede llegar a ser un proceso muy peligroso para nuestro bienestar emocional. Cuando nuestras experiencias subjetivas son principalmente aversivas, la fusión cognitiva suele conducir a estrategias de evitación experiencial para reducir esa incomodidad. El problema es que esas estrategias de evitación, como la preocupación o la supresión de los contenidos indeseados, se refuerzan negativamente y pueden conducirnos a un bucle malsano en el que proliferan diferentes trastornos psicológicos.
De hecho, un estudio desarrollado en la Universidad Royal Holloway de Londres comprobó que la fusión cognitiva es un factor de riesgo para la rumiación y la depresión, así como para el estrés y la ansiedad. Por otra parte, psicólogos de la Universidad de Auburn concluyeron que “los individuos con alta fusión cognitiva y alta evitación experiencial pueden ser particularmente propensos a experimentar angustia psicológica”.
Las fusión cognitiva nos tiende varias trampas mentales. Nos hace creer que nuestros pensamientos son:
- Una verdad absoluta e incuestionable.
- Una orden que tenemos que obedecer o una regla a seguir.
- Una amenaza de la que necesitamos deshacernos lo antes posible.
- Un asunto muy importante que requiere toda nuestra atención.
- Algo que está sucediendo ahora mismo, cuando en realidad se refiere al pasado o el futuro.
- Algo a lo que tenemos que aferramos, aunque nos haga daño.
La fusión cognitiva nos hace vivir en la realidad que crea nuestra mente, dándole una importancia desmedida a nuestros pensamientos. Nos impide darnos cuenta de la verdadera naturaleza de los pensamientos y comprender que no son más que palabras e imágenes que crean una interpretación subjetiva de la realidad, pero no son la realidad.
¿Cómo identificar la fusión cognitiva?
Detectar la fusión cognitiva es el primer paso para aprender a brindar a nuestros pensamientos la importancia que merecen, ni más ni menos. Russ Harris, médico y coach especializado en la Terapia de Aceptación y Compromiso, propuso analizar seis áreas psicológicas clave para identificar la fusión cognitiva:
1. Reglas
¿Qué reglas tácitas rigen nuestro comportamiento? ¿Dónde aprendimos que era importante ser de determinada manera? Necesitamos profundizar en los orígenes de las reglas que se encuentran en la base de nuestros comportamientos y decisiones. ¿Qué historias nos contamos sobre lo que se supone que deberíamos sentir, pensar o hacer? También tenemos que imaginar cómo sería nuestra vida sin las reglas implícitas que seguimos sin cuestionarlas. ¿Qué es lo peor que podría pasar si no siguiera esas reglas? ¿Cómo cambiaría nuestra vida si nos liberásemos de esas reglas?
2. Razones
Nos gusta creer que somos personas objetivas y racionales, pero lo cierto es que a menudo construimos las justificaciones después de haber tomado las decisiones, un fenómeno que se conoce como ceguera decisional. Por tanto, debemos preguntarnos: ¿Qué explicaciones construimos para nosotros y los demás para justificar por qué no podemos, debemos o queremos hacer ciertas cosas? Por supuesto, debemos tener cuidado porque es probable que en algún momento entren en juego mecanismos de defensa como la racionalización para convencernos por qué “no podemos” cambiar. En vez de asumir la validez de nuestros motivos y razones, debemos cuestionarlos.
3. Juicios
Somos criaturas de juicios. Criticamos prácticamente todo, desde las personas que conocemos hasta las que no conocemos, los eventos que hemos vivido y los que nos resultan ajenos. Los juicios están tan presentes en nuestra vida que incluso llegamos a comprender el mundo y darle sentido a través de ellos. Sin embargo, para detectar la fusión cognitiva debemos analizar nuestros juicios e intentar comprender de dónde provienen. Una vez que entendamos su origen debemos preguntarnos: ¿Nuestros juicios nos permiten vivir la vida que deseamos o son un obstáculo?
4. Pasado
El pasado ya no existe. Aunque podemos aprender de lo que nos ocurrió, no sirve de nada quedarnos atascados en un tiempo que no volverá. Vivir en el pasado es como conducir un automóvil mirando por el espejo retrovisor en vez de mirar hacia adelante. Es elegir cerrar los ojos al presente y permanecer fusionados con lo que hemos dejado atrás. Por tanto, necesitamos evaluar esos pensamientos que nos mantienen atados al pasado y nos impiden disfrutar del presente. Podemos preguntarnos: ¿Cómo nos identificamos con el pasado? ¿Todavía nos dañan los errores, fracasos y oportunidades perdidas? ¿Nos seguimos culpando y recriminando por el pasado?
5. Futuro
El futuro aún está por llegar. Todavía no existe. Sin embargo, cuando nos fusionamos con las preocupaciones, comenzamos a vivir en ese tiempo inexistente. Eso hace que seamos menos eficaces porque no tomamos las decisiones teniendo en cuenta el presente, sino que nos limitamos a preocuparnos o fantasear con lo que podría pasar. Podríamos preguntarnos: ¿Cómo nos identificamos con el futuro? ¿Las cosas que queremos hacer nos mantienen atrapados? ¿Estamos demasiado ocupados preocupándonos o fantaseando con el futuro como para estar plenamente presentes en nuestra vida actual?
6. Yo
La fusión cognitiva también se extiende a la manera en que nos describimos a nosotros mismos. Todos tenemos una idea del tipo de persona que somos y qué representamos en la vida. Sin duda, es importante poseer un fuerte sentido de la identidad y tener claros nuestros valores para construir una vida con sentido. Sin embargo, cuando nos fusionamos demasiado con la “idea” que tenemos de nosotros mismos, esta se vuelve perjudicial haciendo que nos convirtamos en personas rígidas e inflexibles en nuestra forma de pensar. Por tanto, debemos observar atentamente nuestros pensamientos. ¿Qué tipo de persona creemos ser? ¿Cómo creemos que nos ven los demás? ¿Cuáles son las características que nos definen? A fin de cuentas, cuando dejamos ir quiénes somos, nos abrimos a lo que podemos ser.
La defusión cognitiva como vía de salida
La defusión cognitiva es una técnica que nos ayuda a comprender que los pensamientos son solo pensamientos. Reconocer esa realidad no implica minimizar el impacto emocional que pueden tener los pensamientos ni negar la información fáctica que a menudo los genera. Ambos son válidos.
No obstante, debemos comprender que los pensamientos no tienen más poder del que le damos. Son solo palabras e imágenes que flotan en nuestra mente. Somos nosotros quienes les damos sentido, decidimos qué significan y les damos poder sobre nosotros.
El hecho de que tengamos un pensamiento no implica necesariamente que necesitemos actuar. Es cierto que los pensamientos aterradores o poderosos a menudo generan un sentido de urgencia que nos empuja a la acción, pero no siempre es necesario dejarnos guiar por ellos, sobre todo cuando se trata de interpretaciones distorsionadas de la realidad. En su lugar, necesitamos asumir una distancia psicológica que nos permita romper esa fusión cognitiva para ver los hechos con mayor claridad y objetividad.
Fuentes:
Xiong, A. et. Al. (2021) Relationship Between Cognitive Fusion, Experiential Avoidance, and Obsessive–Compulsive Symptoms in Patients With Obsessive–Compulsive Disorder. Front. Psychol; 12: 655154.
Cookson, C. et. Al. (2020) Examining the role of cognitive fusion and experiential avoidance in predicting anxiety and depression. Psychol Psychother; 93(3): 456-473.
Bardeen, J. & Fergus, T. A. (2016) The interactive effect of cognitive fusion and experiential avoidance on anxiety, depression, stress and posttraumatic stress symptoms. Journal of Contextual Behavioral Science; 5(1).
Harris, R. (2009). ACT made simple. Oakland, CA: New Harbinger Publications, Inc.
Hayes, S. C. et Al. (1996) Experiential avoidance and behavioral disorders: A functional dimensional approach to diagnosis and treatment. Journal of Consulting and Clinical Psychology; 64: 1152-1168.
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