
¿Quieres dar ese gran paso, hacer un cambio trascendental en tu vida, pero no sabes cómo hacerlo y eso te desanima? Quizás tienes miedo porque caminas hacia algo desconocido o sientes ansiedad porque no puedes controlar todos los factores y el resultado final es incierto.
La mala noticia es que la mayoría de los cambios trascendentales implican una gran dosis de incertidumbre. La buena noticia es que estas transformaciones a menudo nos proporcionan muchos beneficios y casi siempre valen la pena. ¡Lo único que tienes que hacer es decidirte!
Los tres pasos del cambio
Aunque cada persona es un mundo, la mayoría de los cambios trascendentales siguen un patrón preciso que, además, es bastante eficaz ya que nos ayuda a reducir la incertidumbre.
1. La negación. En realidad el viaje hacia el cambio no comienza cuando descubrimos el problema sino mucho antes, cuando lo negamos. Básicamente, en esta fase las personas no tienen la intención de cambiar ni se plantean diferentes objetivos, es como si viviesen un bloqueo emocional. Sin embargo, la semilla de la duda ya está plantada, la persona ya se siente incómoda por una situación que no resulta del todo satisfactoria. Es como una especie de niebla que se interpone entre nosotros y el problema pero comenzamos a distinguir que existe algo que debe ser resuelto, que la necesidad de cambiar puede estar a la vuelta de la esquina.
En esta fase lo más usual es que se activen nuestros mecanismos de defensa y ocultemos esas figuras-problemas que divisamos a través de la niebla. Como normalmente preferimos movernos dentro de nuestra zona de confort y en la seguridad de lo que ya conocemos, lo normal es que neguemos el problema pero lo cierto es que este ya está siendo procesado por debajo del umbral de nuestra conciencia. La semilla del cambio ya está germinando.
2. La contemplación. En esta etapa ya somos conscientes de que existe un problema o necesidad que nos empuja al cambio. La niebla se ha disipado y comenzamos a ver la situación con cierta claridad. Poco a poco los detalles se van haciendo más nítidos y nos damos cuenta de que es necesario realizar un cambio trascendental en nuestra vida. En muchos casos se trata de una fase dolorosa y plagada de emociones ya que nos debatimos entre la seguridad que nos reportan nuestros hábitos y el cambio, que representa lo incierto y también implica una gran dosis de esfuerzo. De hecho, hay personas que pasan años en la fase de contemplación sin lograr resolver esta dicotomía mientras otros pasan a la acción mucho más rápido.
3. La preparación. En esta etapa la persona ya ha comprendido que el cambio es fundamental y comienza a prepararse para afrontarlo. Básicamente, se trata de una preparación desde el punto de vista psicológico, que implica adquirir cierto compromiso consigo mismo y mentalizar las tareas que tenemos por delante. También solemos pensar en las personas que tenemos a nuestro alrededor y en cómo podrían interpretar el cambio, algunas nos apoyarán pero otras quizás no lo hagan, en ese caso, nos preparamos para un posible alejamiento o ruptura.
¿Cómo saber cuándo estás preparado?
La fase de preparación es fundamental porque sin ella corremos el riesgo de actuar con demasiada precipitación, sin estar preparados desde el punto de vista psicológico, lo cual podría generar diversos conflictos e incluso podría conducir a un bloqueo emocional. Podemos pensar en etapa como en el entrenamiento que hacen los deportistas para correr en un maratón, sin este, es probable que desfallezcan a mitad de carrera. Sin embargo, también corremos el riesgo de posponer indefinidamente el cambio, simplemente porque tenemos miedo.
¿Cómo saber cuándo ha llegado el momento de dar el primer paso?
Ante todo, debemos ser conscientes de que la certeza absoluta no existe. Siempre existe un margen de error, un grado incertidumbre y factores que no podemos controlar. Además, también debemos considerar que nunca estaremos completamente preparados porque el camino a menudo nos plantea desafíos que no habíamos planificado. Por tanto, esperar hasta que estemos 100% seguros es el camino más directo hacia la inmovilidad.
Sin embargo, estaremos preparados para el cambio cuando:
– Hemos analizado el mayor número de alternativas que teníamos a nuestra disposición
– Hemos hablado de nuestras opciones con otras personas que nos han dado diferentes puntos de vista
– La situación actual es agotadora e insatisfactoria
– Hemos imaginado el peor escenario posible y nos sentimos con fuerzas para enfrentarlo
– Estamos convencidos de que se trata de la mejor solución en el momento actual (es decir, con los recursos que tenemos a mano y en las condiciones que estamos viviendo).
Y si necesitas una dosis extra de motivación antes de dar el gran paso, recuerda que no hay nada peor que pasar toda una vida preguntándose qué habría sucedido si… hubieses tenido el coraje de cambiar.
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