En la década de 1970 una psicóloga de la Universidad de Columbia realizó una serie de experimentos con niñas y niños que arrojaron resultados inesperados. Esta psicóloga trabajó con estudiantes de quinto grado para ver cómo lidiaban con un material nuevo y complicado.
Entonces se dio cuenta de que las niñas eran más propensas a abandonar la tarea, y lo hacían, como media, antes que los niños. Curiosamente, mientras más brillantes eran las niñas y más alto era su cociente intelectual, más rápido tiraban la toalla. Esas niñas mostraban una conducta de indefensión aprendida.
Los niños brillantes se comportaron de manera diferente. Asumieron aquella actividad como un reto intelectual que les llenó de energía y les motivó a redoblar sus esfuerzos.
¿Qué sucedió? ¿Por qué las niñas se muestran más vulnerables y menos confiadas que los niños de su misma edad?
En realidad, en quinto grado la mayoría de las niñas aventajan a los niños en todas las materias, incluyendo Matemáticas. Por tanto, la diferencia en sus comportamientos no tiene que ver con la falta de habilidad o los conocimientos adquiridos sino más bien con la forma de enfrentar los retos.
Mientras que los niños asumían que no lograban solucionar los problemas porque estos eran más complicados, las niñas comenzaban a dudar rápidamente de sus habilidades, perdían la confianza y abandonaban la tarea. Estas niñas también solían pensar que las habilidades eran inmutables, mientras que los niños asumían que se podían desarrollar a través del esfuerzo.
Lo peor de todo es que estas creencias y formas de comportarse se mantienen en la adultez. De hecho, se ha apreciado que los hombres se presentan a un empleo aunque solo cuenten con el 60% de las habilidades demandadas. Al contrario, las mujeres solo se atreven a presentarse para el puesto si tienen el 100% de la cualificación.
¿Cómo es posible que tengamos una actitud tan diferente ante los retos? La respuesta se encuentra en la educación, una educación que ha enseñado a los niños a ser valientes y asumir retos y a las niñas a ser perfectas y actuar con cautela.
Niños valientes, niñas perfectas…
Es difícil, o más bien imposible, borrar siglos de tradición de un plumazo. Aunque hemos avanzado mucho en materia de igualdad de géneros, en el inconsciente colectivo y en lo más profundo de nuestras mentes aún anidan muchas ideas sexistas.
Por eso, los padres siguen educando a sus hijos para que no tengan miedo y no lloren mientras que a las niñas se les exige que no anden desaliñadas, que sean perfectas y se comporten con mesura.
Aún educamos a niños que, con buena suerte, se convertirán en los caballeros que salven a las damiselas en apuros. Y educamos a las niñas para que esperen ser rescatadas, porque su misión no es luchar, sino mantenerse perfectas a pesar de la tormenta.
A las niñas se les enseña a sonreír, se les exige que saquen buenas notas y se les prohíbe que lleguen a casa cubiertas de barro porque han estado jugando. Con los niños los padres suelen ser más permisivos, les permiten que jueguen al aire libre, que se ensucien y suban a los árboles. De hecho, muchos de esos comportamientos se premian ya que demuestran lo valientes que son. De esta forma se les anima a asumir riesgos.
Al contrario, a las niñas se les incita a mantenerse alejadas de los riesgos, se les pide que se mantengan en un discreto segundo plano, a salvo y dentro de su zona de confort. A menudo se les elogia por lo bien que se comportan, casi siempre por mantenerse calladas, y por su simpatía. De esta forma, sin darse cuenta, los padres limitan las potencialidades de las niñas, quienes muy pronto aprenden que de ellas no se espera lo mismo que de los varones.
Así, la mayoría de las niñas terminan convirtiéndose en mujeres que asumen solo los riesgos imprescindibles y que ante los problemas piensan que algo anda mal en ellas. Por eso, no es extraño que las mujeres sufran más depresión y ansiedad que los hombres.
Sin embargo, cuando enseñamos a las niñas a ser valientes y formamos a su alrededor una red de apoyo que las anime, van a hacer cosas increíbles porque tienen un enorme potencial.
Fuentes:
Dweck, C. S. et. Al. (1978) Sex differences in learned helplessness: II. The contingencies of evaluative feedback in the classroom and IH. An experimental analysis. Developmental Psychology, 14: 268-276.
Dweck, C. S. & Bush, E. (1976) Sex differences in learned helplessness: I. Differential debilitation with peer and adult evaluators. Developmental Psychology; 12: 147-156.
Dweck, C. S. (1975) The role of expectations and attributions in the alleviation of learned helplessness. Journal of Personality and Social Psychology; 31: 674-685.
randyokz torres dice
Gracias por el aporte
Javier Cantarini dice
Hola me encantó la nota y el video. Solo creo que no hay que hablar de igualdad de género sino de equidad. Y tampoco hablar solo de padres sino de padres y madre. Porque de lo contrario decir solo padres es contradecir el propio artículo dado que el fondo es la perspectiva de género y la equidad de género. Saludos
Jennifer Delgado dice
Hola Javier,
Tienes razón. No obstante, soy de las que cree que debemos concentrarnos en los cambios de esencia, más que en los detalles.
Andres Villalobos dice
era interesante el vídeo hasta que apareció always al final, todo el articulo es de un comercial de toallas higiénicas? si es así me parecería muy buena fuente de lectura esta pagina, primera vez que la visito.
Jennifer Delgado dice
Hola Andrés,
La verdad es que en los últimos tiempos muchas marcas están lanzando campañas de concienciación social en diferentes frentes.
Particularmente, no creo que se le pueda llamar a ese vídeo un "comercial", aunque si lo hiciéramos, yo estaría encantada de ver "publicidad" de ese tipo 🙂
Olaya Menéndez Acebal dice
Hola, Jennifer:
Totalmente de acuerdo en que "el mejor regalo que podemos hacerle a un niño es dejarle ser", y eso incluye no ser valiente a veces. Recuerdo con dolor cuando, de niña y de no tan niña, se me instaba a ser más valiente pero nadie me decía dónde encontrar la seguridad y el valor que necesitaba para serlo.
En mi opinión, lo mejor que podemos hacer con un niño es enseñarle a permitirse ser quien es y darle herramientas para que se atreva a desplegar sus potencialidades.
Me ha gustado mucho el artículo
Gracias y un abrazo!
Shirley dice
Me encanto gracias por el dato, perl mi pregunta es ¿Como hacer con las mujeres que ya fueron criadas de esa manera? Como cambiar el chip ? Gracias
Jennifer Delgado dice
Hola Shirley,
En ese caso se debería emprender un camino de Desarrollo Personal a través del cual la mujer descubra sus puntos fuertes, aprenda a valorarse y se empodere.