Todo parece indicar que nuestro cerebro está cableado para buscar la aprobación de los demás. Se trata de un rezago ancestral, de cuando nuestros antepasados vivían en las cavernas y necesitaban los unos de los otros. Si una persona era expulsada de la tribu, le resultaría muy difícil sobrevivir en un ambiente tan hostil. Por eso, básicamente, aprendimos a buscar la aceptación de los otros.
Curiosamente, una investigación realizada en el University College De Londres y la Aarhus University de Dinamarca desveló que cuando algunas personas reciben aprobación social, se activa la parte del cerebro asociada con la recompensa. Esto significa que, al menos de manera temporal, recibir aprobación social nos hace sentir bien. Obviamente, obsesionarse con ello puede ser totalmente contraproducente y nos conduce a una montaña rusa de emociones en la que nuestro estado de ánimo y autoestima dependen completamente de la aceptación de los demás.
De hecho, a veces buscar la aprobación puede ir en nuestra contra y causar más dificultades de las que resuelve. El problema comienza cuando buscamos esa aprobación para validar nuestros sentimientos e ideas, cuando necesitamos de los demás para sentirnos seguros y tomar decisiones importantes en nuestra vida, cuando nuestro autoconcepto y autoestima dependen excesivamente de lo que los demás piensen de nosotros.
¿Cómo son las personas que no buscan la aprobación de los demás?
1. Saben que su felicidad está en sus manos. Las personas que no buscan obsesivamente la aprobación social son conscientes de que su felicidad solo depende de ellas. Por tanto, dan pasos en esa dirección, toman las riendas de su vida.
2. Viven con mayor libertad. Al no depender tanto de la opinión de los demás, estas personas se sienten más libres, libres para decidir y equivocarse, para emprender el camino que realmente les apasiona. Estas personas no tienen en cuenta esas barreras imaginarias impuestas por la sociedad.
3. Tienen más energía. Buscar constantemente la aprobación de los demás es una actividad que consume tiempo y energía, por lo que suele agotadora. Las personas que se han liberado de este peso tienen más energía, que pueden invertir en sus propios proyectos y sueños.
4. Se niegan a elucubrar. Para encontrar la aprobación de los demás es necesario realizar una serie de conjeturas ya que no podemos saber a ciencia cierta lo que piensan los demás. Como resultado, a menudo nos vemos inmersos en un mundo de elucubraciones sin fundamento que nos pueden llevar a tomar malas decisiones o a sentirnos mal sin razón. Las personas que no buscan la aprobación pasan de esas elucubraciones, prefieren centrarse en sus necesidades y en los hechos que pueden contrastar.
5. Comprenden la diversidad de perspectivas. Las personas que no buscan la aprobación social son conscientes de que cada cual ve el mundo de manera diferente. Saben que los “otros” no son una masa homogénea sino personas diversas que tienen sus propias opiniones y gustos. Como tal, comprenden que no siempre pueden coincidir con ellos. Y eso les libera de la presión social.
6. Saben que no son el centro del universo. La persona que busca aprobación cree que todos los ojos están puestos sobre sí. Sin embargo, lo cierto es que cada cual está demasiado ocupado intentando transmitir una buena imagen como para prestarle atención a los demás. Las personas que no necesitan la aprobación son conscientes de ello, por eso se sienten más libres y menos juzgadas.
7. Deciden tomando en cuenta sus necesidades. La persona segura de sí no se pregunta qué pensarán los demás antes de decidir, no busca las respuestas fuera de sí sino que bucea en su interior, se pregunta qué necesita, qué quiere y qué le hace feliz. Y se trata de un cambio de perspectiva radical.
8. Son menos ansiosas. La ansiedad social es uno de los grandes problemas de la sociedad moderna. Sentirse juzgados a cada paso genera una gran tensión que puede desembocar en un cuadro de ansiedad o incluso una fobia. En la base de este problema se encuentra la necesidad de aprobación, por eso, liberarse de esa obsesión también implica asumir una actitud más relajada en las relaciones sociales y ante la vida.
9. Tienen una mayor autoconfianza. Las personas que no basan sus decisiones en las opiniones de los demás suelen sentirse más satisfechas de sí mismas, porque son conscientes de que sus éxitos no se deben a la suerte sino a su perseverancia. Esa sensación de suficiencia alimenta la seguridad y la confianza en sus capacidades.
10. Son más auténticas. Las personas que no dependen de la aprobación social no tienen miedo a mostrarse tal cual son. Esa asombrosa sensación de libertad les permite ser personas más auténticas, no tienen necesidad de esconder sus opiniones o sentimientos. Se trata de una forma diferente de relacionarse, en la cual podemos conectar con los demás desde nuestra esencia, dejando de lado las máscaras sociales.
«Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan», dijo Pablo Neruda refiriéndose al crecimiento interior, a esa madurez psicológica que no dan los años sino la vida, y tenía mucha razón.
Fuente:
Campbell, D. K. et. Al. (2010) How the Opinion of Others Affects Our Valuation of Objects. Current Biology; 20(13): 1165–1170.
zakaria dice
Excelente, como siempre. Me encanta este blogg!!
David Salinas España dice
Enhorabuena por el artículo, muy apropiado para los tiempos que corren ya que las RRSS ha multiplicado esa "necesidad" de aprobación social.
Gema Vazquez Tello dice
En efecto, el funcionamiento del individuo como parte de la sociedad busca la constante aprobación con ese trasfondo atávico del funcionamiento del cerebro en su afán de sentir que pertenece a algo. Y es muy cierto que aquellos que no dependen de esa aprobación no solo experimentan un estado de salud mental mayor sino que su salud física puede ser tambien recompensada.