La vida moderna es muy exigente, de manera que no es extraño que el filósofo Byung-Chul Han la haya catalogado como “la sociedad del cansancio”. De hecho, es probable que en más de una ocasión te hayas sentido extremadamente agotado por la cantidad de responsabilidades, compromisos y tareas que tienes que afrontar.
Las demandas del día a día, todas esas pequeñas tareas prácticamente invisibles, pueden llegar a generar una carga mental abrumadora que termina afectando tu bienestar y equilibrio mental. Un estudio realizado en la Universidad de Harvard reveló que las mujeres se llevan la peor parte en la pareja ya que a menudo recae sobre sus hombros la responsabilidad de anticiparse a las necesidades de la familia, buscar opciones para satisfacerlas, tomar decisiones y monitorear el progreso, un trabajo cognitivo adicional que se suma a sus obligaciones laborales y sociales generando una carga mental extenuante.
¿Qué es la carga mental exactamente?
La carga mental es el esfuerzo cognitivo y emocional que demanda la gestión del día a día en todos los ámbitos en los que te desenvuelves. Es el conjunto de detalles que debes gestionar a lo largo de una jornada, desde tus responsabilidades hasta las decisiones que debes tomar y, por supuesto, las tareas que afrontas y los problemas que surgen.
La carga mental es particularmente difícil de gestionar porque a menudo es invisible. El estrés que soportas a diario, el caos con el que tienes que lidiar, los malabarismos para encajar los compromisos sociales, las obligaciones laborales y familiares, estar en sintonía con las personas que te rodean, recordar las tareas pendientes, morderte la lengua para no desatar una discusión… Todo va sumando para generar una carga mental significativa y drenante.
El bucle que genera una carga mental excesiva
Todos soportamos a diario cierta carga mental. De hecho, sería irreal pretender deshacerte de todas las tensiones y obligaciones que implica vivir. Un estudio desarrollado en la Universidad de Tilburg reveló que podemos trabajar duro en tareas complejas, incluso en condiciones desfavorables, sin experimentar tensión cognitiva, molestias psicosomáticas o efectos fisiológicos adversos.
Las tareas altamente demandantes se pueden cumplir movilizando energía adicional; o sea, aumentando la carga mental. De hecho, se trata de una estrategia de afrontamiento normal y saludable para adaptarse a las exigencias de una situación puntual. Sin embargo, cuando esa carga no se reduce y crece desproporcionalmente, puede tener consecuencias muy negativas.
Una carga mental excesiva conduce al agotamiento emocional. Pensar constantemente en las responsabilidades y tareas que tienes por delante es emocionalmente agotador, de manera que no es extraño que te sientas drenado, con la energía por los suelos y cero vitalidad.
La tensión que trae aparejada la carga mental también te impide relajarte y cuidar de ti. Como resultado, la calidad del sueño se resiente, de manera que no logras descansar adecuadamente. Por consiguiente, es comprensible que durante el día seas víctima de la tensión, la irritabilidad y la ansiedad. Eso significa que estarás a la defensiva, tendrás menos paciencia y tus relaciones se resentirán.
Asimismo, es habitual que las emociones positivas desaparezcan, dejando paso a una perspectiva pesimista de la vida, por lo que en algunos casos esa elevada carga mental conduce a la depresión. Todo eso genera un estado de agotamiento emocional, físico y mental severo.
¿Cómo aligerar ese peso invisible en tu vida?
- Comunicar, comunicar, comunicar.
La comunicación es vital para reducir la carga mental. Si te sientes sobrecargado de tareas y agobiado por las responsabilidades, necesitas pedir ayuda. Quizá puedas hablarlo con los miembros de tu equipo de trabajo, tu jefe o tu pareja. Explícales que estás soportando una carga mental excesiva que está afectando tu salud y desempeño, de manera que necesitas aligerarla. Lo ideal es que te prepares para esa conversación de antemano y propongas algunas soluciones o alternativas para que las otras personas pueden ayudarte a aliviar el peso que arrastras.
- Delega siempre que sea posible.
Muchas veces la carga mental proviene del deseo de controlarlo todo y del pensamiento de que solo tú puedes hacer las cosas bien. Si ese es el caso, debes aprender a fluir y confiar más en quienes te rodean. Es probable que tu pareja no doble las toallas como tú o que tu compañero de trabajo no siga tu mismo método, pero generalmente esos detalles no son importantes, mientras las cosas se hagan. Delegar tareas no solo te ayudará a aliviar la carga mental sino que también se convertirá en oportunidades de crecimiento para los demás.
- Establece límites para protegerte.
No poner límites y decir “sí” a todo puede hacer que asumas cada vez más responsabilidades y obligaciones que terminarán acrecentando tu carga mental. Por esa razón, es fundamental que establezcas límites en tus relaciones cercanas y en el trabajo. Así podrás asegurarte de tener tiempo para relajarte, cuidarte y hacer las cosas que disfrutas y te permiten recargar las pilas. Ese equilibrio entre la ocupación y el tiempo libre protegerá tu salud mental y te permitirá ser más eficiente en tu día a día.
- Cuídate, sin excusas.
El trabajo cognitivo y emocional que implica gestionar la vida laboral, amorosa, social y familiar a menudo lo ocupa todo. Esas obligaciones, tareas pendientes y preocupaciones pueden convertirse en un agujero negro por el que se escapa tu tiempo y energía. Para evitarlo, asegúrate de llevar un estilo de vida que te permita desconectar y reponer fuerzas. Necesitas descansar lo suficiente, conectar contigo y aprender a relajarte. Sin excusas ni pretextos.
Fuentes:
Daminger, A. (2019) The Cognitive Dimension of Household Labor. American Sociological Review; 84(4): 10.1177.
Gaillard, A. W. (1993) Comparing the concepts of mental load and stress. Ergonomics; 36(9):991-1005.
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