Hay quienes piensan que el miedo es típico de las personas inseguras pero en realidad se trata de una emoción que todos hemos experimentado. De hecho, el miedo podría catalogarse como una emoción positiva ya que es una especie de alarma que nos indica que debemos protegernos ante una situación que consideramos peligrosa. El problema comienza cuando el miedo nos paraliza, cuando nos impide avanzar y nos condena a la inmovilidad generando sentimientos de insatisfacción. En ese momento es necesario tomar cartas en el asunto.
Por supuesto, vencer el miedo no siempre es sencillo, sobre todo cuando se trata de temores que se han enraizado en lo más profundo de nuestro ser. Sin embargo, considera que al igual que la ira, el miedo se puede superar dándole una interpretación diferente a la situación supuestamente amenazadora. No obstante, para vencer el miedo es necesario aprender a manejar nuestras emociones y descubrir los pensamientos que se encuentran en su base y lo intensifican.
Aprender a gestionar las emociones, el pensamiento y las sensaciones
1. Concreta el miedo. Mientras más vago y difuso sea el temor, más aflicción causa. Por eso es importante que determines cuál es la causa exacta de tu miedo. Al inicio será difícil ya que incluso es probable que no lo quieras reconocer conscientemente pero intenta hacer un acto de introspección. Una guía para comenzar a buscar consiste en focalizarse en las cosas que te resultan verdaderamente importantes ya que a menudo los miedos más paralizantes están generados por el temor a vernos expuestos ante los demás o a perder algo o a alguien valioso.
2. Analiza el miedo. Una vez que sepas a qué le temes, pregúntate por qué. Es probable que no encuentres una respuesta inmediatamente, quizás te lleve varios días porque tendrás que bucear un poco en tu inconsciente. Sin embargo, ten siempre en cuenta que a menudo el miedo por la probabilidad de que un acontecimiento suceda, es peor que el suceso en sí. De hecho, tenemos la costumbre de magnificar las consecuencias negativas de las situaciones pero al vivirlas, nos solemos percatar de que las cosas no eran tan malas como imaginábamos. Por tanto, pregúntate: ¿qué es lo peor que puede pasar?
3. Enfrenta el miedo. Imagina la peor situación posible y piensa en cómo saldrías de ella. Después de todo, es muy probable que otras personas hayan pasado por situaciones similares en el pasado y hayan logrado enfrentarlas e incluso hayan salido fortalecidas de la experiencia. No es necesario que te lances de cabeza a enfrentar el problema que te asusta pero sería conveniente que fueses dando pequeños pasos que te permitan vencer el miedo y acercarte a la meta que deseas. Por ejemplo, si tienes miedo a hablar en público, no es conveniente que comiences dando un discurso ante un auditorio atiborrado de personas pero puedes comenzar realizando una presentación corta ante una decena de personas. Se trata de que te vayas acostumbrando poco a poco a la situación, hasta que te convenzas de que no es peligrosa.
4. Vive el miedo. Casi siempre, negar las emociones e intentar esconderlas es contraproducente. Por eso, la mejor alternativa consiste en vivir el miedo. Al principio esta idea te puede resultar aterradora pero poco a poco te darás cuenta de que, cuando las sensaciones desagradables llegan a su punto máximo, después comienzan a disminuir sin causar más complicaciones. Deja que el miedo te inunde y mientras lo hace, concéntrate en cómo reacciona tu cuerpo y en las sensaciones que estás experimentando.
5. Domina tu cuerpo. Cuando sentimos miedo se desencadenan una serie de reacciones a nivel fisiológico, algunas de ellas tienen un fuerte componente automático y no las podemos controlar, como la dilatación de las pupilas y la sudoración, pero hay otras sobre las cuales sí podemos incidir, como la tensión de los músculos y la respiración entrecortada. Mientras vives el miedo, fíjate en cómo reacciona tu cuerpo. Notarás que el respiro es más afanoso y los músculos se tensan. A raíz de estos cambios corporales, el cerebro también comprende que estamos listos para enfrentar el peligro. Sin embargo, si aprendes técnicas de relajación y de control de la respiración, estarás cortando ese círculo vicioso por lo sano.
6. Cambia las ideas que reafirman el temor. A menudo, cuando sentimos miedo, por nuestra mente cruzan muchas ideas que consolidan el temor. Estos pensamientos casi siempre se refieren a nuestro desempeño, como por ejemplo: “no lo voy a lograr” o “no soy lo suficientemente bueno”. Este pensamiento solo sirve para hacernos entrar en pánico. En su lugar, piensa: “voy a intentarlo” o “voy a dar lo mejor de mí”. Fíjate que no se trata de aplicar el positivismo a ultranza, no se trata de decirte: “puedo lograr lo que me proponga” porque a menudo estas ideas resultan tan contradictorias con nuestro sistema de creencias que son rechazadas por nuestro inconsciente. Se trata de que te des ánimo para enfrentar la situación. También puedes recordar que, aunque el peligro está ahí, merece la pena arriesgarse tan solo las ventajas que obtendrás.
7. Revive vivencias reconfortantes. Para vencer las sensaciones que genera el miedo, suele ser de gran ayuda pensar en situaciones en las que te has sentido seguro y cómodo. Cuando imaginas con lujo de detalles una vivencia en la cual te has sentido tranquilo y protegido, la sensación de miedo desaparece y en su lugar se instaura la tranquilidad. Obviamente, no puedes dejar margen a la improvisación y buscar una experiencia cualquiera en el momento en que sientas miedo porque de nada servirá. En vez de eso, elige un día en el que te sientas relajado y busca en tu memoria una experiencia en la que te sentiste a gusto y totalmente seguro. Recrea todos los detalles y haz que sean lo más vívidos posibles. Profundiza en esa sensación y deja que te llene. Ahora ya tiendes tu experiencia reconfortante y podrás recurrir a ella cada vez que la necesites.
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