“El dolor mental es menos dramático que el dolor físico, pero es más común y también más difícil de soportar”, escribió C. S. Lewis. Por desgracia, lejos de disminuir, la prevalencia de los trastornos mentales sigue aumentando.
La Organización Mundial de la Salud estima que la depresión afecta a 300 millones de personas en todo el mundo, el trastorno afectivo bipolar aqueja a 60 millones de personas y la psicosis afecta a 21 millones de personas.
Un estudio realizado en la Universidad de California estimó que la mitad de las personas padecerá un problema psicológico en algún momento de sus vidas. Esas cifras indican que, si los problemas psicológicos no te afectan directamente, es probable que conozcas al menos a una persona cercana que necesite tu ayuda para recuperarse.
Cinco estrategias para ayudar a una persona con un trastorno mental
- Infórmate sobre los trastornos mentales y aléjate de los estereotipos
Durante décadas los trastornos mentales han arrastrado la losa de la incomprensión, siendo objeto de malinterpretaciones, información falsa y todo tipo de tabúes. La desinformación y los prejuicios no ayudan precisamente a la persona que sufre un trastorno mental, más bien la hacen sentir inadecuada, aislada e incomprendida. Por eso, el primer paso para ayudarle consiste en informarse.
Existen diferentes trastornos mentales, todos no se manifiestan de la misma manera ni demandan el mismo acercamiento o actuación. No es lo mismo la ansiedad que la depresión, el trastorno de personalidad que la esquizofrenia. Es fundamental que te informes sobre la naturaleza de los síntomas y las opciones de tratamiento que existen para el problema mental en cuestión.
- Sé comprensivo y empático, sin caer en la lástima
Los trastornos mentales no solo afectan a quien los padece sino también a las personas de su entorno más cercano. Convivir con alguien que sufre una enfermedad mental no siempre es fácil, por lo que es necesario armarse de paciencia y comprensión.
Recuerda que es probable que esa persona también se sienta asustada pues no entiende qué le ocurre, por lo que recriminarla, culpabilizarla o aislarla no solucionará el problema. Ten en cuenta además que a veces esa persona no es plenamente consciente de los cambios que ha sufrido o del daño que puede causar a los demás. Por tanto, si quieres ayudar a una persona con un trastorno mental, la mejor arma es la empatía. Evita la lástima porque este sentimiento no le hará ningún bien.
- Evita la híper protección
Cuando uno de los miembros de la familia comienza a padecer un trastorno mental, es habitual que la dinámica familiar cambie. La familia puede volcarse de manera inadecuada sobre esa persona, estableciendo un equilibrio malsano que a menudo cae en la híper protección. El problema es que esa protección excesiva impide a la persona desarrollar sus recursos de sanación y autonomía, reafirmando la idea de que es un “enfermo”, cuando en realidad se trata tan solo de una persona que tiene una enfermedad.
No cabe dudas de que la familia debe convertirse en una fuente de apoyo, comprensión y equilibrio, pero no puede invalidar a la persona. Por tanto, en la mayoría de los casos la mejor manera de ayudar a una persona con un trastorno mental consiste simplemente en preguntarle qué necesita. Déjale su espacio e independencia, dentro de lo posible, y asegúrale un clima de estabilidad en el que se destierre la desesperanza y el abatimiento, para ayudarle a recuperarse.
- Inicia un diálogo constructivo, siendo consciente de tus límites
Si la persona que sufre un trastorno mental no es consciente de su problema, es importante que lo abordes con tacto. Evita las recriminaciones y acusaciones. Olvida la lucha de poder porque no se trata de tener la razón sino de construir una relación de confianza. No emitas juicios de valor, hazle saber que estás ahí para escucharle y ayudarle, pero no le presiones para que te cuente cosas sobre las cuales no se siente cómodo.
Tampoco intentes cambiar a esa persona suplantando el papel del psicólogo o el psiquiatra porque podrías caer en la iatrogenia; es decir, hacer más mal que bien. Frases como “tienes que poner de tu parte”, “no te preocupes, no es nada” o “anímate, no es para tanto” suelen tener el efecto contrario porque al peso de la enfermedad se suma la culpabilidad, la sensación de que no es lo suficientemente fuerte para lidiar con lo que le sucede.
Un estudio realizado en las universidades de Melbourne, Lovaina y Ámsterdam comprobó que la presión social sobre las personas que padecen depresión mayor para que no experimenten esos sentimientos negativos, en realidad refuerzan los síntomas depresivos.
- Pide ayuda a un psicólogo
Los trastornos mentales pueden llegar a ser un problema de salud grave, no los subestimes. Si realmente quieres ayudar a una persona con un trastorno mental, debes animarle a ir al psicólogo, el profesional más adecuado para diagnosticar y tratar estos problemas. En los casos agudos, como una depresión severa o un brote psicótico, llevarlo al hospital es la mejor opción.
Recuerda que cuanto más se tarde en pedir ayuda, más crónico se volverá el trastorno. Por desgracia, las personas que sufren trastornos mentales suelen tardar en pedir ayuda: entre 6 y 18 años quienes tienen adicción y entre 3 y 30 años quienes padecen un trastorno de ansiedad, según un estudio liderado por el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos.
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Fuentes:
Dejonckheere, E. et. Al. (2017) Perceiving social pressure not to feel negative predicts depressive symptoms in daily life. Depress Anxiety; 34(9): 836-844.
(2017) Trastornos mentales. OMS.
Harvey, A. G. & Gumport, N. B. (2015) Evidence-based psychological treatments for mental disorders: Modifiable barriers to access and possible solutions. Behav Res Ther; 68: 1–12.
Wang, P. S. et. Al. (2007) Delay and failure in treatment seeking after first onset of mental disorders in the World Health Organization’s World Mental Health Survey Initiative. World Psychiatry; 6(3): 177–185.
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