Muchos niños pueden parecer intranquilos y les puede costar trabajo concentrarse en aquellas actividades que no le agradan, pero eso no significa que padezcan un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. De hecho, existen criterios específicos que se deben cumplir para que un profesional pueda realizar el diagnóstico.
Ante todo, los comportamientos del niño deben apartarse significativamente de la norma y deben ocurrir en contextos diferentes; es decir, no solo en la escuela. También es necesario que los primeros síntomas aparezcan antes de los 7 años y que se manifiesten de manera sistemática durante al menos seis meses seguidos.
Vale recalcar que un indicador imprescindible para diagnosticar un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es que el niño debe presentar ese patrón de falta de atención al menos en dos contextos, como la escuela y el hogar, o con la familia y sus amigos. Por ejemplo, un niño que es demasiado activo en el juego pero no tiene problemas para concentrarse en su trabajo escolar, no se puede diagnosticar con un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
Casi siempre los signos de este trastorno se empiezan a notar mucho antes de que el niño comience la escuela. Su falta de atención, hiperactividad e impulsividad se pueden apreciar lo mismo cuando juega que cuando ve un programa de televisión o cuando está en reuniones familiares y corre alrededor aparentemente de control. No obstante, en otros casos es la niñera o la profesora quien sospecha la existencia del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
Una vez que se recurre a un psicólogo, este comenzará a recopilar información sobre el comportamiento inusual del niño en aras de poder descartar posibles causas distintas, por ejemplo:
– Si ha ocurrido un cambio repentino en la vida del niño, como la muerte de un familiar cercano, un divorcio o la pérdida del empleo de uno de los padres
– La existencia de convulsiones
– Una infección del oído medio
– Problemas de aprendizaje
– Ansiedad y/o depresión
Por lo general el psicólogo descarta estos factores a través de la información que le brindan los padres pero en algunos casos serán necesarias pruebas psíquicas o médicas. Solo una vez que se han descartado estos problemas, se puede diagnosticar un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
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