
Mucho se ha reflexionado en este sitio sobre los efectos positivos y negativos de las tecnologías. Se ha hecho referencia a trastornos tan curiosos como el móvil fantasma, el infohoarding o la propia Adicción a Internet pero también se han mencionado los efectos positivos de la red de redes para el desarrollo cognitivo. No obstante, resulta oportuno destacar que en la comunidad científica aún no existe un consenso sobre los trastornos emergentes relacionados con las Tecnologías de las Comunicaciones. Algunos psicólogos afirman que las patologías asociadas al desarrollo tecnológico son nuevas manifestaciones de los trastornos archiconocidos. De una forma u otra, debemos estar informados sobre los nuevos matices patológicos con los cuales la subjetividad lidia con la realidad que la circunda.
Así, ahora nos acercaremos al «Yo interactivo»; una patología de la cual escuché hablar por vez primera en el 2000, cuando apenas iniciaba mis estudios de maestría.
«Con cada correo que escribo, cada web que visito, cada vez que «hablo» en un web blog, construyo mi personaje, mi ego virtual, un yo que va más allá del yo. Me lo creo si los otros se lo creen, pero no es real; es, soy, mi creación. Me convierto así en artista de mí mismo […]. En el mundo virtual somos escritores de la propia vida, pero no de la auténtica, no es una biografía sino una obra de ficción, la que cada uno se construye de sí mismo»
Creo que esta cita de Molist nos permite formarnos una idea del proceso de construcción del Yo interactivo; una consecuencia del continuo navegar por la red, los foros y los más diversos chat.
¿Cómo se manifiesta ese «yo interactivo»?
El Yo interactivo implica cierto nivel de pérdida de contacto con la realidad ya que ésta se suplanta con un modelo que creamos a partir de la interacción con los otros teniendo como mediadores las máquinas. En palabras sencillas: cuando entramos a un foro, chat, blog, red social… las otras personas no tienen forma de comprobar nuestra realidad y la supuesta verdad que le hacemos llegar, de esta manera podemos construir un yo que nos satisfaga mucho más que nuestro yo verdadero. Iniciaría en forma de pequeñas mentiras hasta que llega un punto en el cual la propia persona llega a creerse estos datos falsos sobre sí mismo; comienza a vivir la vida de su personaje inventado para una realidad virtual.
Por supuesto, la persona no llega a alcanzar el nivel de desorganización psicótico pero se observa una limitación de las interacciones sociales a los ambientes digitales donde se siente más a gusto que en su vida real aunque es perfectamente capaz de satisfacer sus necesidades básicas a partir de la interacción social como ir de compras o incluso trabajar.
Este trastorno se encuentra estrechamente relacionado con el Síndrome de Adicción a Internet ya que, precisamente, el uso compulsivo de la red de redes genera una distorsión de los objetivos personales y el correspondiente deterioro de la persona en sus principales ámbitos de interacción: familiar, profesional, estudiantil…
¿Cuáles son sus síntomas principales?
– Aumento de la autoestima. Las personas hallan en los ambientes interactivos una «vida alternativa» que generalmente les da más placer que el intercambio social no virtual, se sienten más seguros y satisfechos consigo mismos por lo cual su autoestima aumenta artificialmente.
– Sensación de control omnipotente y poderío. La persona comienza a creer que «sólo en Internet es el mismo»; encuentra en la red mejores posibilidades de intercambio social en tanto puede cambiar su yo según los entornos virtuales que visite. De esta forma comienza a creer que tiene todo el control sobre su medio, cuando verdaderamente solo alcanza un control muy pobre basado en las mentiras que despliega en su entorno virtual.
– Aumenta la frustración con el retorno real. Las personas intentan estar cada vez más tiempo en la realidad virtual porque su vida real se vuelve intolerable ya que sienten que solo son competentes en el mundo de la red.
– Pérdida paulatina del contacto y el interés por la realidad. La persona, en la misma medida en que aumenta las horas delante del ordenador, va perdiendo el contacto consigo mismo y con la realidad que le rodea en tanto en su mundo real solo halla la satisfacción de sus necesidades más básicas como comer o dormir mientras que el mundo virtual le ofrece la satisfacción de sus necesidades de orden superior: se siente aceptado y comprendido.
– Distorsión de la autoimagen. En la creación de un Yo virtual la persona poco a poco va excluyendo sus peculiaridades personológicas para recrear otras características individuales que despliega en la red. El problema radica en que estas capacidades, potencialidades, competencias o peculiaridades caractereológicas son irreales en tanto la persona no es capaz de manifestarlas en su entorno real.
Por supuesto, no faltan aquellos que afirman que se necesita un mayor nivel de precisión para diagnosticar este trastorno psicológico. Aseveración con la cual estoy plenamente de acuerdo pero más allá de las rigurosidades de orden metodológico, lo cierto es que el Yo interactivo nos avisa sobre los riesgos que implica Internet para aquellas personas que no se sienten aceptadas en su entorno real.
Fuentes:
Giordano, E. (2004) Apuntes para una crítica de los medios interactivos. De la degradación cultural el exhibicionismo tecnológico. Revista Iberoamericana de Educación; 36: 69-88.
Romano, E. (2000) La cultura digital. Buenos Aires: Lugar Editorial.
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