Ya lo dijo Albert Einstein: “todo es relativo”. Y lo cierto es que quizás este genio no se percataba de la enorme repercusión de esta frase. Por ejemplo, normalmente confiamos en nuestros sentidos y pensamos que nuestros ojos no miente. Sin embargo, se ha demostrado que algo aparentemente tan objetivo como el tamaño de un objeto puede asumir dimensiones relativas.
Obviamente, no se trata de que el objeto en sí cambie de tamaño sino que lo percibimos más grande o más pequeño en dependencia de la actitud que tenemos hacia él. Estudios recientes han demostrado que las personas que sufren de aracnofobia perciben a las arañas aumentadas de tamaño, en comparación con quienes no le tienen miedo a estos bichos. De seguro el mismo principio se aplicará para otros miedos.
De la misma forma, se ha apreciado que cuando las personas sujetan un arma, son percibidos como más altos y fuertes, en comparación con alguien de su misma estatura y complexión física pero que sostenga en la mano una herramienta cualquiera de trabajo.
Otro ejemplo de la relatividad lo podemos encontrar en la luna llena. Si en alguna vez has estado al aire libre viendo cómo la luna se eleva en el horizonte, habrás podido percatarte de que cuando acaba de salir, su silueta parece enorme pero en la misma medida en que sube, se va haciendo más pequeña. En parte, esto se debe a que nuestro cerebro no tiene ningún patrón de comparación cuando la luna se encuentra en el medio del cielo pero cuando se encuentra al lado de una colina o de un árbol, podemos tener una percepción más adecuada de su verdadero tamaño. En práctica, nuestro cerebro agrandaría la luna para hacerla encajar en el contexto y para que fuera fiel a nuestro conocimiento.
La imagen de la Torre de Pisa
La primera vez que estuve en Pisa contemplando la emblemática torre inclinada me quedé asombrada de su tamaño. ¡Me parecía inmensa! Como siempre vemos la clásica imagen de las personas empujándola, no somos capaces de percibir correctamente su tamaño. De hecho, este es otro de los trucos que nos gasta nuestro cerebro.
Mientras más se alejen las imágenes u objetos de nuestra retina, más difícil nos resultará calcular su verdadero tamaño. Se trata de uno de los trucos más conocidos con los cuales los fotógrafos suelen jugar para crear fotos muy originales.
Cuando la relatividad se aplica a nuestra percepción corporal
Es conocido que las personas que padecen de anorexia y bulimia sufren una distorsión de su imagen corporal. Normalmente, se perciben mucho más gruesas de lo que en realidad son. Sin embargo, no se trata de un problema exclusivo de quienes padecen de esta patología sino que nuestra propia percepción corporal varía en dependencia de nuestro estado de ánimo. Así lo ha demostrado un estudio realizado en la Universidad de Cambridge en el cual se indujo un estado de ánimo positivo y negativo en las personas y posteriormente, se les pidió que valoraran el tamaño de sus cuerpos y su satisfacción con el mismo. Como podrás presuponer, aquellos que tenían un estado de ánimo más negativo, percibían su cuerpo más grande y se sentían menos satisfechos.
Fuentes:
Vasey, M. W. et. Al. (2012) It Was as Big as My Head, I Swear!: Biased Spider Size Estimation in Spider Phobia. Journal of Anxiety Disorders; 26(1): 20–24.
Taylor, M. J. & Cooper, P. J. (1992) An experimental study of the effect of mood on body size perception. Behavior Research and Therapy; 30(1):53-8.
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