Si existe algo que puedes dar por seguro en la vida, es que en algún momento te decepcionarás. Alexander Pope dijo “bendito quien no espera nada porque nunca se decepcionará”. Sin embargo, dado que resulta extremadamente difícil no formarse expectativas, la decepción tocará a tu puerta tarde o temprano.
La decepción es una forma de tristeza, que a menudo se experimenta con la sensación de pérdida. Se trata de una brecha dolorosa entre nuestras expectativas y la realidad. Existen tantas decepciones como esperanzas y expectativas. Aunque las decepciones que más duelen suelen provenir de las personas cercanas y significativas.
¿Cómo usar la decepción para abrir los ojos?
Solemos ver la decepción desde una perspectiva negativa, lo cual es comprensible ya que cuando nos sentimos desilusionados vemos la vida a través de un prisma gris. Sin embargo, la decepción también puede convertirse en una maestra de vida. Aunque puede ser desagradable, la decepción nos brinda una información valiosa sobre las creencias que alimentamos sobre nosotros mismos, las otras personas y lo que nos haría verdaderamente felices. La decepción puede ayudarnos a abrir los ojos.
Por tanto, la próxima vez que sufras una decepción, en vez de quedarte atascado en ese estado, piensa en lo que puedes aprender de esa situación. Plantéate estas preguntas:
- ¿Qué? ¿Crees que solo una cosa puede hacerte feliz o satisfacerte?
A veces nos obsesionamos con una cosa, creemos que solo si tenemos eso podremos ser felices o sentirnos satisfechos y, si no lo alcanzamos, nos sentimos decepcionados y caemos en la tristeza más profunda. Sin embargo, si supeditamos nuestra felicidad o satisfacción a una sola cosa, tendremos un grave problema. Si no somos felices con lo que tenemos, es probable que tampoco lo seamos con lo que alcancemos, simplemente porque la felicidad es un estado interior.
- ¿Quién? ¿Crees que solo una persona puede cumplir tus deseos?
A veces pensamos que cuando encontremos a nuestra media naranja, las estrellas se alinearán y viviremos felices para siempre. Buscamos en esa persona una serie de características y nos formamos expectativas muy elevadas, por lo que cuando chocamos con la realidad, terminamos decepcionados. ¿Quizá estás esperando demasiado de la otra persona? ¿Quizá albergas expectativas que esa persona no puede satisfacer? Recuerda que la verdadera satisfacción debe partir de ti, no depender de alguien más. No pienses que los demás deberían interesarse por ti, ayudarte o comprometerse contigo. En su lugar, pregúntate qué puedes hacer por esas personas.
- ¿Cuándo? ¿Estableces un límite de tiempo para obtener lo que quieres?
Nuestras expectativas están influenciadas por las normas sociales. Sin darnos cuenta, seguimos reglas implícitas que indican cuándo debemos cumplir determinados objetivos. Como resultado, ponemos nuestros objetivos en una línea de tiempo y si no los conseguimos, sentimos que hemos fracasado. Encontrar a la media naranja, terminar la carrera, tener éxito profesionalmente… En su lugar, debemos comprender que todos somos únicos y que seguimos un ritmo diferente. Compararnos y apresurarnos solo conducirá a la decepción y a que malinterpretemos las señales de la vida, que a veces no nos dice “no”, sino tan solo “espera”.
- ¿Cómo? ¿Crees que solo existe una manera correcta de hacer las cosas?
Aunque hayamos proyectado hasta el más mínimo detalle, la vida siempre se encarga de inyectar una dosis de caos. Pensar que existe un único camino para lograr tus objetivos o que solo hay una manera correcta y adecuada de hacer las cosas nos conducirá, inevitablemente, a la decepción. Está bien tener un guión, pero no debemos olvidar que siempre hay espacio para la improvisación. Si la vida no funciona según nuestros planes, significa que debemos cambiar, adaptarnos a las nuevas circunstancias y elaborar un plan nuevo. Llorar sobre la leche derramada no servirá de nada. De hecho, Abraham Maslow descubrió que las personas autorrealizadas tienen la extraña habilidad de distinguir entre los medios y los fines; es decir, tienen la vista fija en sus metas manteniéndose abiertas a las diversas oportunidades que pueden surgir. Son conscientes de que existen diferentes formas de llegar.
No uses la decepción como un ladrillo para construir muros emocionales
Debemos tener especial cuidado con la decepción porque puede convertirse en los ladrillos con los cuales construimos muros emocionales. Cuando una decepción ha sido muy grande o hemos acumulado pequeñas desilusiones, podemos sentirnos tan defraudados y traicionados, que construimos un muro a nuestro alrededor.
Es cierto que ese muro nos protege de futuras decepciones, sobre todo en el plano de las relaciones amorosas, pero también nos impide volver a ilusionarnos, amar y vibrar. Por eso, debemos asegurarnos de sanar la herida emocional y no quedarnos atascados en la desilusión. Debemos usar las decepciones como oportunidades para aprender y crecer, no como excusas para cerrarnos al mundo.
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