Vivimos en un mundo bastante predecible. Casi todo se encuentra perfectamente embalado y sistematizado. Y la sociedad se encarga de perpetuar la organización, en todos los sentidos de la palabra.
De hecho, en Occidente amamos el orden y la simetría. Esa pasión se desvela, por ejemplo, en nuestros jardines y construcciones, perfectamente simétricos. Sin embargo, en la cultural oriental la simetría no es tan importante porque son conscientes de que es algo raro en la naturaleza. En el budismo se enseña a aceptar y abrazar el caos, como parte inherente del universo.
Desde esta perspectiva, el orden y la simetría en realidad son una ilusión. Una ilusión que nos permite darle cierto sentido al mundo, eliminar en cierta medida el caos y asirnos a un poco de certidumbre. Por eso, en nuestra sociedad a menudo las personas desorganizadas son estigmatizadas, creemos que se trata de gente apática, perezosa o incluso desequilibrada. Pero no es así, o al menos no siempre.
3 ideas fundamentales sobre el desorden y el caos que debemos entender
1. El caos no implica, necesariamente, ausencia de orden
Solemos pensar que el caos es la ausencia de orden. Sin embargo, José Saramago rompió con este estereotipo al afirmar: “el caos es un orden aún por descifrar”. De hecho, el orden y el desorden pueden ser conceptos muy relativos.
Un escritorio aparentemente desordenado, por ejemplo, puede esconder un sistema de priorización y acceso muy eficaz. En estos escritorios normalmente las cosas más urgentes se encuentran más cerca de la persona y en la parte superior, por lo que esta no las puede ignorar. En otras palabras, el hecho de que no entendamos la forma de las personas de organizar su flujo de trabajo, no significa que exista desorden.
2. Un poco de desorganización potencia la creatividad
Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Minnesota descubrió que los ambientes saturados de cosas en realidad estimulan la creatividad. En uno de los experimentos estos psicólogos les pidieron a los participantes que encontraran nuevas maneras de utilizar una pelota de ping pong. A la mitad de ellos se les hizo pasar a una habitación ordenada, y al resto a una habitación desordenada. Ambos grupos presentaron la misma cantidad de ideas, pero las más originales provinieron de las personas que estuvieron dentro de la habitación desordenada.
Todo parece indicar que, quizá tener un poco de desorden a nuestro alrededor nos recuerda que el mundo no es tan estructurado y preciso como pensamos y que romper las reglas y pensar de manera diferente no es malo. Así, el cerebro tendría vía libre para realizar nuevas asociaciones y encontrar ideas poco convencionales, es como si el desorden nos alentara a dejar de ejercer ese férreo control sobre nuestro pensamiento, dejando que fluyan nuevas ideas.
3. El desorden solo indica que existen prioridades diferentes
Hace tan solo unos años salieron a la luz las imágenes que tomó el fotógrafo Ralph Morse de la casa de Albert Einstein, justo después de que este muriera. Una de ellas asombró al mundo: el desorden que había en su despacho.
Por supuesto, Einstein no ha sido el único genio creativo que trabajaba rodeado de desorden, Mark Twain lo superaba, por ejemplo. Y es que a menudo el desorden no es más que una expresión de personas a las que no les preocupa seguir el status quo, se trata de personas que valoran la espontaneidad y que son capaces de captar el cuadro completo, sin preocuparse por los detalles. Estas personas prefieren invertir su tiempo en otras tareas, en vez de preocuparse por poner orden a su alrededor.
Un perfecto caos organizado
Por supuesto, este artículo no es una oda al desorden, aunque lo parezca Y tampoco significa que todas las personas desorganizadas puedan llegar a ser genios creativos. Detrás del desorden también se puede esconder la pereza y la falta de disciplina.
De hecho, no se trata de permitir que todos los aspectos de nuestras vidas se suman en el caos más absoluto. La organización también puede ser necesaria, conveniente e incluso hermosa. La clave radica en encontrar un orden caótico, o un caos organizado, que nos permita desarrollar al máximo nuestro potencial.
Fuente:
Vohs, K. et. al. (2013) Physical Order Produces Healthy Choices, Generosity, and Conventionality, Whereas Disorder Produces Creativity. Psychological Science; 24(9): 1860-1867.
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