Hace muchos años, en la Antigua Grecia, Hiero le pidió a Arquímedes que inventara alguna forma para detectar el fraude en la fabricación de las monedas de oro. El gobernador sospechaba que su orfebre le estaba engañando, reemplazando parte del oro con plata.
Arquímedes aceptó el reto y después de mucho cavilar, un buen día, en los baños públicos, mientras su cuerpo se hundía en el agua y desplazaba el líquido, descubrió la solución. Se dice que el genio salió de los baños, desnudo, y corrió hasta su casa gritando “¡Eureka! Eureka!”, o lo que es lo mismo: “Lo he encontrado, lo he encontrado!”
No se sabe a ciencia cierta si esta historia es verdadera, ya que la primera fuente que la cita es un libro romano, posterior de dos siglos. Sin embargo, lo cierto es que muchos de nosotros hemos experimentado un fenómeno similar: algunas de nuestras mejores ideas han surgido precisamente en el baño, debajo del chorro del agua.
La dopamina: El neurotransmisor de la felicidad y la creatividad
La creatividad sigue sus propios canales de activación, que no siempre coinciden con el momento en el que estamos trabajando enfrascados en buscar la solución. De hecho, la historia está llena de soluciones brillantes que han surgido a mitad de la noche, bajo la ducha o en situaciones del todo ajenas.
En realidad, esto se debe a que nuestro cerebro sigue haciendo su trabajo, incluso aunque no seamos conscientes de ello. Mientras nuestra mente consciente se enfoca en otras tareas, nuestro inconsciente sigue trabajando a máxima capacidad en la solución, que aparece cuando menos la esperamos.
Una parte de la respuesta se halla en la dopamina, un neurotransmisor que tiene un papel muy activo en los centros de placer y recompensa del cerebro. De hecho, este neurotransmisor no solo influye en nuestro estado de ánimo sino que también está relacionado con la creatividad. Curiosamente, actividades como el ejercicio físico, escuchar música o darse una ducha agradable contribuyen a incrementar el flujo de dopamina.
En este sentido, un equipo de investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo descubrió que cuando uno de los receptores de dopamina en el tálamo tenía menor densidad, el filtro que normalmente utilizamos para censurar la información en su camino hacia la corteza cerebral, que es donde la procesamos, es más débil, lo cual potencia considerablemente el proceso creativo ya que permite que las ideas se mezclen.
Funcionar en piloto automático también ayuda
Otra de las razones por la cual las ideas más brillantes acuden cuando estamos en la ducha se debe a que en ese momento nos relajamos completamente y funcionamos en piloto automático. De hecho, los neurocientíficos han descubierto que cuando nos dejamos llevar por los hábitos se activa lo que se conoce como “red neuronal por defecto”.
De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte desveló que la habilidad para generar ideas creativas y poner en marcha la imaginación radica precisamente en dejar ir el control cognitivo, lo cual ocurre cuando la red neuronal por defecto se pone en marcha. En ese preciso momento nuestra mente deja de aferrarse al férreo control que normalmente ejerce, se centra más en sí misma y deja que fluyan las ideas más descabelladas.
En práctica, entramos en un estado similar al de la meditación, el cual favorece la asociación libre de ideas, que es precisamente la base del pensamiento creativo. Por eso, si estás buscando esa idea brillante, en vez de frustrarte delante del escritorio, es mejor que descanses y tomes una ducha, antes o después encontrarás la solución.
Fuentes:
Beaty, R. E. et. Al. (2014) Creativity and the default network: A functional connectivity analysis of the creative brain at rest. Neuropsychologia; 64: 92–98.
Manzano, O. et. Al. (2010) Thinking Outside a Less Intact Box: Thalamic Dopamine D2 Receptor Densities Are Negatively Related to Psychometric Creativity in Healthy Individuals. PLoS ONE; 5(5): e10670.
beatriz martinez dice
Cada día me maravillo de la gran tarea del subconsciente!!