Solemos pensar que las personas están motivadas intrínsecamente para buscar el placer y evitar el dolor, que venimos con un «chip hedonista» instalado por defecto. Sin embargo, si echamos un vistazo a nuestro alrededor podremos darnos cuenta de que mucha gente no logra escapar de sus problemas. Es como si se sintiesen bien con esa infelicidad, aunque no se cansen de pregonar lo desdichados que son.
De hecho, existen personas que, aunque son infelices, y ellas mismas lo reconocen, no hacen nada para salir de ese estado. En esos casos es normal que nos preguntemos: ¿por qué algunas personas se sienten mal y toman medidas para mejorar mientras que otras se regodean en sus problemas y no hacen nada para resolverlos e incluso inventan dificultades donde no las hay?
¿Por qué una persona querría ser infeliz?
La adicción a la infelicidad tiene diferentes explicaciones:
– Una inseguridad profundamente arraigada o una falta de autoestima, de manera que la persona cree que no merece ser feliz y, como resultado, no lucha para cambiar el estado de las cosas. Estas personas se han dado por vencidas de antemano, y creen que todo esfuerzo será en vano.
– Quienes han sido educados con una disciplina excesiva y han sido depositarios de expectativas poco realistas, de manera que han terminado equiparando la infelicidad con el amor y el éxito. En práctica, estas personas no conocen realmente la felicidad, y tampoco aspiran a alcanzarla.
– Quienes han vivido varias experiencias negativas a lo largo de la vida pueden alimentar un deseo inconsciente de volver continuamente al status quo de infelicidad porque es lo único que conocen. Estas personas encuentran en la infelicidad su zona de confort.
– Los que se enorgullecen de su “realismo” creyendo que ser práctico en la vida implica centrarse exclusivamente en los aspectos negativos. Se trata de personas que ven la vida bajo un prisma pesimista y consideran que la felicidad es una ilusión inalcanzable.
– Debido a malas decisiones, algunas personas se sienten consumidas por la culpa por lo que se castigan imponiéndose la infelicidad. Estas personas creen que son «malas», por lo que no merecen ser felices.
– Algunas personas tienen miedo a la felicidad y los sentimientos positivos en general porque piensan que detrás de la alegría viene la decepción. En práctica, se niegan la felicidad por miedo al dolor, algo que suele suceder después de las rupturas amorosas.
– La insatisfacción se convierte en un factor de motivación para trabajar más duro; es decir, estas personas piensan que si son felices, no lograrán sus objetivos. En práctica, se condenan a un estado de insatisfacción para mantenerse motivadas.
– Porque les resulta inaudito permitirse la felicidad cuando hay tantas personas en el mundo que son infelices. Se trata de personas que, en el fondo, creen que no merecen ser felices y se castigan por los errores ajenos.
– Cuando existe un trastorno psicológico de base, como la depresión, la ansiedad o la anhedonia, que afecta la esfera emocional.
Lo interesante es que las personas que son adictas a la infelicidad en realidad no son tan infelices como pensamos. Un estudio muy interesante realizado en las universidades de California y Florida nos ha demostrado que las emociones negativas no excluyen necesariamente las positivas; es decir, podemos experimentarlas contemporáneamente. Es lo que sucede cuando vemos una película de terror: sentimos miedo pero, a la misma vez, experimentamos cierto placer por sentir esa emoción.
Un mecanismo similar podría estar en la base de las personas que se aferran a la infelicidad: se sienten bien siendo infelices porque, de cierta forma, obtienen alguna ganancia de ese estado, aunque nos pueda parecer un contrasentido o nos resulte difícil entenderlo.
Las características del infeliz crónico
¿Cómo saber si eres un adicto a la infelicidad o cómo detectar a alguien que podría catalogarse como un infeliz crónico?
– Encuentra razones para ser infeliz cuando la vida les sonríe y piensan que todo es demasiado bueno como para ser cierto.
– Prefiere desempeñar el papel de víctima y culpar a los demás en vez de asumir la responsabilidad por sus decisiones.
– Compite con sus amigos para ver quién lleva la vida más difícil y quién tiene más problemas.
– Se plantea metas casi imposibles de alcanzar que le permiten quejarse de su fracaso o mala suerte.
– No lucha por recuperarse cuando las cosas no salen como desea sino que prefiere ahogarse en sus penas.
– Se convierte en un esclavo de sus emociones y de las circunstancias pues está convencido de que no los puede cambiar.
– Introduce elementos que complican las relaciones interpersonales o las situaciones cuando estas marchan bien.
¿Es la felicidad una decisión personal?
No cabe duda de que algunas personas han tenido que enfrentar a lo largo de su vida situaciones muy dolorosas y hasta traumáticas. Sin embargo, muchas de ellas se levantan, aprenden a ser resilientes y logran ser felices. Al contrario, otras personas llevan una vida tranquila e ideal, al menos en apariencia, pero no logran ser felices. ¿Por qué?
La respuesta es sencilla: hay personas que creen que pueden ser felices y cada día dan pequeños pasos para lograrlo. La felicidad no es un regalo, es una decisión personal que se toma todos los días.
Fuentes:
Sack, D. (2014) Are You Addicted to Unhappiness? En: Psychology Today.
Andrade, E. B. & Cohen, J. B. (2007) On the Consumption of Negative Feelings. Journal of Consumer Research; 34: 283-300.
Montserrat Castillo Díaz dice
Me parece una información realista y de bastante ayuda