En un mundo ideal, las personas deberían amar sin poseer, acompañar sin invadir y vivir sin depender. Pero no vivimos en un mundo ideal y quienes están a nuestro lado nos quieren y se relacionan con nosotros a su manera, como les han enseñado a querer y a relacionarse.
Romper esos patrones para lograr que nos amen como queremos es bastante complicado, por lo que en algunas relaciones llegamos a un punto de inflexión en el cual debemos plantearnos si aceptamos ese tipo de relación o mantenemos las distancias.
Los estilos de apego en la relación de pareja se crean en la infancia
El apego es un vínculo afectivo primario que establecemos durante nuestros primeros años de vida con las personas que nos cuidan. Esas figuras de apego, que suelen ser los padres, influyen enormemente en nuestro desarrollo emocional.
De ellas apredemos el lenguaje de la intimidad que luego usaremos con nuestros hijos o en nuestras relaciones de pareja. Por ende, la satisfacción o insatisfacción de nuestra necesidad de seguridad, afecto, atención y cuidados en la infancia determinará en gran manera cómo intentaremos satisfacer esas necesidades en la edad adulta.
1. Estilo de apego seguro
Para desarrollar un estilo de apego seguro es necesario que los padres no solo muestren una preocupación sincera por el cuidado de su bebé, sino que también sean capaces de comprender sus necesidades y satisfacerlas, sin ser demasiado invasivos, pero sin caer en la despreocupación.
Son personas receptivas y disponibles que responden de manera cálida y afectuosa. Son conscientes de que deben cuidar al niño, pero también asumen su alteridad, de manera que no lo tratan como si fuera un apéndice de ellos mismos. Asumen, por tanto, el papel del cuidador y facilitador, dejando al niño la libertad que necesita para desarrollarse y encontrar su papel en el mundo.
Esos niños se convertirán en adultos:
– Autónomos y seguros de sí mismos. Son personas que se consideran una “naranja completa”, no buscan al otro para completar algo que les falta sino para compartir su amor.
– Saben seleccionar a las personas que componen su círculo de confianza. Estas personas saben identificar a las personas tóxicas en las relaciones interpersonales para alejarse y aquellas con las que pueden construir una relación desarrolladora. Son selectivos en sus relaciones.
– Desarrollan relaciones más satisfactorias. Estas personas suelen ser capaces de comprometerse en las relaciones que establecen, mostrando más confianza y apoyo, lo que repercute en la satisfacción de ambos miembros con la relación.
– Tienen una idea realista sobre el amor. Estas personas no tienen una visión edulcorada del amor, son conscientes de que implica compromiso y trabajo duro por ambas partes. También consideran que es posible vivir sin pareja de manera satisfactoria.
2. Estilo de apego evitativo
Este estilo de apego suele surgir de cuidadores rígidos e inflexibles. Estas personas llegan a mostrar rechazo y hostilidad ante los hijos, por lo que no satisfacen sus necesidades básicas de afecto. Muestran cierta aversión al contacto, limitando el tiempo que pasan con el niño.
Suele tratarse de padres que piensan que las necesidades emocionales de sus hijos son excesivas, fruto de una debilidad, del capricho o incluso un intento de manipularles, por lo que establecen una distancia que deja a los niños aislados.
Estos niños se convertirán en adultos:
– Pseudoautónomos emocionalmente. Se hacen pasar por personas duras y frías porque quieren demostrar que no dependen de nadie, pero en realidad se trata de una falsa autonomía defensiva que usan para camuflar sus inseguridades emocionales.
– Temen a la intimidad. Estas personas rehúyen la intimidad por miedo a sentirse rechazados. Por eso suelen establecer relaciones distantes emocionalmente, tienen dificultades para comprometerse y establecen barreras comunicativas.
– Les cuesta expresar sus sentimientos. Se trata de personas que, a golpe de reprimir sus sentimientos, pueden experimentar una atenténtica analgesia emocional. A su vez, se muestran sordos a las necesidades emocionales de su pareja, por lo que mantienen relaciones profundamente insatisfactorias que dejan un vacío emocional.
– No creen en el amor. Estas personas, debido a los rechazos que han experimentado, suelen albergar una idea pesimista sobre el amor, creen que solo existe en las películas románticas, por lo que no se abren a experimentar este sentimiento.
3. Estilo de apego ansioso o ambivalente
En este caso, las figuras de apego no son hostiles sino insensibles, aunque cuando se encuentran animadas y felices pueden mostrarse más sensibles, afectuosas y competentes reconociendo y satisfaciendo las necesidades del niño. El problema son esas oscilaciones entre la sensibilidad y la insensibilidad, que generan un escenario incierto que el niño no puede prever.
El niño debe enfrentarse a unos padres inconsistentes e inconstantes que a veces le presta atención y otras veces le ignora. A veces le demuestra que le molesta, pero en otras ocasiones se muestra cercano y sensible. Esta ambivalencia genera una fuerte angustia en los niños que provoca una gran hipersensibilidad, haciendo que su búsqueda de afecto esté constantemente activada.
Estos niños suelen convertirse en adultos:
– Inseguros y dependientes. Se trata de personas inseguras e inestables emocionalmente que temen a la soledad, por lo que les cuesta vivir sin pareja. Ello les lleva a buscar angustiosamente la compañía del otro, lo cual puede llevarles a elegir inadecuadamente a parejas tóxicas.
– Miedo a la pérdida. El miedo al abandono y a perder a la otra persona les genera una gran inseguridad que hace aflorar los celos y comportamientos agobiantes y controladores en la relación de pareja. Ese escenario de desconfianza y demanda excesiva de afecto suele generar relaciones insatisfactorias.
– Desarrollan comportamientos ambivalentes. Estas personas mostrarán los mismos comportamientos ambivalentes que sufrieron: aun deseando estar con las personas que quieren, a ratos experimentarán que éstas les molestan, pudiendo sentir una rabia muy fuerte producida por una percepción desmedida de abandono ante conductas de separación normal.
– Tienen una idea contradictoria del amor. Suelen pensar que las relaciones amorosas son lo más importante del mundo pero también creen que pocas veces se logran, por lo que suelen asumir una actitud victimista en las relaciones.
¿Cómo cambiar el estilo de apego?
“Amar es el arte de querer a la otra persona como realmente quiere ser querida, no tanto como uno quiere querer”, escribió Erich Fromm. El estilo de apego es un modelo relacional que arrastramos desde nuestra infancia, pero no es una sentencia definitiva.
Aunque los lazos de apego formados en la niñez persisten como modelos en el mundo representacional del adulto, esos modelos van complejizándose a medida que crecemos, los reinterpretamos y ajustamos según nuestras experiencias. Por tanto, aunque tienden a ser estables y autoperpetuarse, también se pueden flexibilizar y evolucionar con las experiencias de apego más gratificantes.
Esto significa que cuando estamos ante una persona significativa con un estilo de apego ansioso o evitativo, tenemos dos opciones: aceptar incondicionalmente a esa persona, pero marcando una distancia de seguridad psicológica que nos proteja, o ayudarle a cambiar.
Ese cambio no se producirá de la noche a la mañana, requiere paciencia y tiempo. Y no se debe a las palabras sino a las acciones, lo cual significa que solo se puede potenciar desde el amor y el cariño.
Esa persona debe constatar que compromiso y la libertad no son antónimos, que podemos acompañar sin invadir y amar sin asfixiar. También debe sentirse lo suficientemente segura como para confiar en nosotros y expresar lo que siente libremente. Solo así podrá deshacerse de sus inseguridades para relacionarse desde la independencia emocional.
Fuentes:
Medina, C. J. et. Al. (2016) El apego adulto y la calidad percibida de las relaciones de pareja: Evidencias a partir de una población adulta joven. Salud y Sociedad; 7(3): 306-318.
Barroso, O. (2014) El apego adulto: La relación de los estilos de apego desarrollados en la infancia en la elección y las dinámicas de pareja. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia; 4(1): 1-25.
Mínguez, L. & Álvarez, L. (2013) Estilo de apego y estilo de amar. Trabajo Fin de Grado de Enfermería. Cantabria: Universidad de Cantabria.
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