O al menos así lo aseveraba un artículo que apareció en el diario El País. Con mi habitual incredulidad científica, fui a la búsqueda de más información y encontré en Science con el artículo investigativo que dio pie al llamativo titular.
En esencia varios investigadores de la universidad de Lubeckc le han pedido a un grupo de voluntarios que desarrollasen un ejercicio mnémotécnico y mientras los estudiantes memorizaban el material recibían un soplo de aroma de rosas en la nariz a través de unas mascarillas que llevaban puestas. Posteriormente, en la fase del sueño profundo, los especialistas difuminaron en la estancia de algunos de los participantes el mismo olor floral.
Posteriormente se le aplicó al grupo otras pruebas mnémicas. En este punto se observó que las rosas marcaban la diferencia: aquellas personas que habían aspirado durante el sueño el aroma de las rosas cumplimentaban mejor la tarea que el día anterior mostrando un 97% de aciertos, signo inequívoco de que se había consolidado mejor en sus memorias mientras que los estudiantes que no olieron el perfume de rosas durante el sueño mostraron un 86% de respuestas acertadas.
Más allá de los titulares llamativos, lo cierto es que el olor a rosas podía haber sido intercambiado con cualquier otra aroma floral o incluso con el sabrosísimo olor de cualquier alimento recién elaborado porque la esencia no está en la fragancia sino en la respuesta cerebral que desencadena el olor de por sí.
Durante el sueño, algunas partes de la corteza requieren información del hipocampo, principal zona que registra los recuerdos diarios. En palabras sencillas, la corteza le pediría al hipocampo la activación de las redes neurales que han sido creadas en el momento en que se vivenció la experiencia por lo cual, sentir el olor asociado con la experiencia podría mejorar la memoria al fomentar la transferencia de los recuerdos y su consolidación o incluso podría activar recuerdos que no han sido solicitados por la zona cortical.
No obstante, existen algunas situaciones en las cuales los olores no pueden actuar como catalizadores del aprendizaje y la memoria: si la exposición se produce durante la fase REM del sueño o, lógicamente, si el olor no existió en la fase de vigilia mientras se sostenía la actividad de aprendizaje. Incluso, se especifica que lo que mejora es la memoria declarativa que depende esencialmente del hipocampo pero no la memoria procedimental que depende de otras áreas cerebrales.
En resumen, las rosas no tienen ninguna cualidad excepcional y dormir rodeado de su perfume no siempre puede ser un facilitador del aprendizaje aunque hay algunos psicólogos que aseveran que entre todos los olores, aquellos ocres son los mejores para potenciar la memoria. No obstante, aún queda mucho por investigar y estos no son sino los primeros estudios en un área científica que se perfila como muy prometedora.
Fuente:
Rasch, B.; Büchel, CH.; Gais, S. & Born, J. (2007) Odor Cues During Slow-Wave Sleep Prompt Declarative Memory Consolidation. Science; 315(5817): 1426 – 1429.
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