Fumar es dañino. Casi todos somos conscientes de ello. Y no es para menos puesto que el humo del tabaco contiene miles de sustancias químicas, al menos 70 de las cuales causan cáncer, según la propia Sociedad Estadounidense del Cáncer. Sin embargo, el daño evidente que el tabaco causa en los pulmones había hecho que sus efectos sobre otros órganos quedaran relegados a un segundo plano. Ahora, un nuevo estudio realizado por neurocientíficos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis sacaron a colación otro efecto negativo de este mal hábito: fumar encoge el cerebro.
Cuanto más fumes, menor será tu volumen cerebral
Las sustancias que contiene el tabaco no son inocuas para nuestro cerebro. De hecho, a corto plazo y en cantidades pequeñas pueden aliviar los síntomas depresivos y mejorar el estado de ánimo, pero a la larga terminan agravando la depresión, además de causar estragos a nivel cerebral.
A medida que se ha comenzado a estudiar con mayor atención los efectos del tabaquismo sobre el organismo, se ha hecho evidente que fumar también es muy dañino para el cerebro. Estos investigadores analizaron los datos del volumen cerebral, el historial de tabaquismo y el riesgo genético de fumar de 32.000 personas. Así comprobaron que fumar encoge el cerebro. Y que cuanto más paquetes fume una persona al día, menor será su volumen cerebral.
¿Qué ocurre cuando perdemos volumen cerebral?
La reducción del volumen cerebral se ha relacionado con un mayor envejecimiento. Eso significa que los fumadores pueden sufrir un envejecimiento cerebral precoz, lo cual explica por qué el tabaquismo es uno de los factores de riesgo para desarrollar demencia y genera un mayor deterioro cognitivo, en comparación con personas de la misma edad que llevan un estilo de vida más saludable.
Lo que ocurre es que el consumo de tabaco debilita y deteriora las neuronas de la corteza cerebral (la zona donde se concentran las funciones cognitivas superiores). Eso produce un adelgazamiento progresivo debido a la muerte de las fibras nerviosas, por lo que las imágenes de resonancia magnética de los fumadores son similares a las que se aprecian en otras enfermedades neurodegenerativas, con disminución del grosor y la profundidad de las surcos corticales.
Por si fuera poco, también se conoce que fumar limita la formación de nuevas neuronas. En práctica, las sustancias del tabaco tienen un efecto tóxico que afecta la plasticidad del cerebro sano y su capacidad de regeneración.
¿Por qué fumar encoge el cerebro? ¿Es reversible?
Además de las sustancias tóxicas, el tabaco afecta de diferentes maneras el funcionamiento cerebral. Básicamente, la nicotina tiene una acción vasoconstrictora, lo cual significa que reduce el calibre de los vasos sanguíneos. Así, no solo favorece la subida de la tensión arterial, sino que la capa interna de las arterias se vuelve más rugosa, de manera que el colesterol se adhiere con mayor facilidad a la pared, lo cual aumenta el riesgo de ictus e infartos, además de acelerar el envejecimiento de los tejidos debido a la disminución del riego sanguíneo.
Por otra parte, el monóxido de carbono que se produce durante la combustión del tabaco añade más leña al fuego ya que dificulta la oxigenación del cerebro y produce desmielinización. Para transmitir los impulsos eléctricos con normalidad, las fibras nerviosas necesitan que la capa de mielina que las recubre se mantenga íntegra, pero el tabaco las afecta. Como resultado, se produce un enlentecimiento de la transmisión de información entre las neuronas.
Por desgracia, los neurocientíficos indican que la reducción de volumen cerebral parece irreversible. Cuando analizaron los datos de las personas que habían dejado de fumar años antes, comprobaron que sus cerebros seguían siendo más pequeños que los de quienes nunca habían fumado. ¿La buena noticia? Aunque no puedas deshacer el daño causado, puedes evitar que tu cerebro siga encogiéndose si dejas de fumar. La decisión está en tus manos.
Referencias Bibliográficas:
Chang, Y. et. Al. (2024) Investigating the Relationship Between Smoking Behavior and Global Brain Volume. Biological Psychiatry Global Open Science; 4 (1): 74-82.
Dani, J. A. (2001) Overview of nicotinic receptors and their roles in the central nervous system. Biol. Psychiatry; 49: 166–174.
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