Los asuntos pendientes son todas aquellas emociones y sentimientos no resueltas, que no han podido ser expresados porque la persona no se ha atrevido o no ha tenido la oportunidad de hacerlo en el momento en que surgieron o tomó conciencia de ellos.
Todo el mundo tiene algún que otro asunto pendiente con sus padres, amigos, hijos, parejas o colegas del trabajo. Durante la Terapia Gestalt, cada vez que se logra identificar uno de estos asuntos pendientes, el terapeuta le pide a la persona que intente completarlos. ¿Cómo?
¿Cómo aplicar la técnica de los asuntos pendientes?
La mejor vía es programar un encuentro con dicha persona, para lo cual utilizamos la técnica de la silla caliente. No obstante, vale aclarar que independientemente de la técnica usada, lo esencial es que se expresen abiertamente aquellos sentimientos que la persona no se atrevió a expresar en otro tiempo. Cuando se trata de alguien que ya ha desaparecido de su vida -normalmente personas fallecidas-, primero se expresan los asuntos pendientes que pueden ser sentimientos agresivos, amorosos o de cualquier otro tipo.
Una vez expresados los sentimientos que experimentaba, la persona ha de despedirse del otro y cerrar la historia que mantenía abierta, y que a menudo aparecía en sueños, en imágenes o incluso en dolencias, como ocurre con algunas melancolías y otra tipo de somatizaciones.
Vale aclarar que hay muchas personas que eluden concluir asuntos ya que intentan evitar precisamente terminar la relación y despedirse. Esta evitación a menudo sienta sus bases en que el no despedirse proporciona una serie de beneficios. Así, la persona sola, que vive apegada al recuerdo de algún ser querido, evita sentirse sola o comprometerse con otra. Y queda aferrada al recuerdo permanente sin soltarse del ausente porque esto le procura compañía y le evita nuevos compromisos con la vida y con las personas que pudieran aparecer en un futuro.
Otra de las causas que dificultan la despedida es el miedo a sentir dolor: dolor a la separación, al vacío o a la soledad. Una de las consecuencias de mantenerse apegado son los síntomas físicos. Algunas personas identifican partes de su cuerpo con personas que se han ido o han desaparecido. Otras se identifican totalmente con personas que han fallecido (e incluso asumen un aspecto cadavérico, con las manos frías, los rostros pálidos, las voces inexpresivas o los movimientos lentos).
Otra de las consecuencias de mantenerse apegado es una actitud de autocompasión y autoconmiseración, mostrándose quejumbrosos y culpabilizadores en relación con la persona que ha desaparecido. Hay algunas personas a las que se les escucha decir algo así como: «Si mi madre me hubiera querido más, mi vida no sería tan desgraciada como lo es«, «Si mi esposo, o mi hijo, o cualquier otro, no hubiera muerto, yo no estaría como estoy«…
Una tercera consecuencia estriba en la dificultad para establecer relaciones más cercanas e íntimas con otras personas, pues su continuo enganche y su constante rumiar acerca de esa persona desaparecida le impide establecer lazos con otras personas próximas. Las energías que tendrían que estar dirigiendo hacia el exterior se dirigen hacia dentro, y la vida queda bloqueada y detenida en una especie de estado de espera de no se sabe qué, porque el encuentro imaginado no llegará jamás. Perls decía que los resentimientos son los asuntos pendientes más comunes e importantes, y los que más impiden terminar con una situación o relación. Así mismo, los sentimientos de culpa suelen ser habitualmente resentimientos no expresados.
En las relaciones de pareja es muy usual que después de cierto tiempo se vayan acumulando los resentimientos y los desengaños no expresados. Así, llega un momento en que no pueden verse, ni oírse, ni sentirse el uno al otro. Lo que ha ido ocurriendo es que la relación se ha ido cargando de estos sentimientos no expresados.
Las personas que son capaces de expresar en cada momento lo que están sintiendo y solucionan los asuntos pendientes según se van originando, tienen una mayor capacidad de despedirse y pueden soportar mejor el dolor de la separación.
Para trabajar los asuntos pendientes en la Terapia Gestalt se realiza una especie de encuentro con la persona con la que el paciente se encuentra enganchado. Para ello se le pide que exprese los sentimientos que experimenta hacia esa persona y que todavía no había podido expresar: rabia, dolor, resentimiento, amor… Una vez que la persona siente que ya no tiene más cosas que expresarle, se le pregunta si se siente preparado para despedirse. Si es así, comienza el proceso de despedida.
Por el tono de voz, por la postura y por lo convincente de sus palabras podemos ver si realmente puede decirle adiós o si todavía no está preparado. A veces, esto último sucede porque todavía quedan asuntos pendientes y resentimientos no expresados.
En general, los efectos beneficiosos de estas despedidas suelen ser duraderos, y la persona va adquiriendo mayor interés por la vida y por quienes le rodean. La energía desbloqueada con la expresión de los asuntos pendientes inunda a la persona, que reaparece con una vitalidad nueva y más creativa. A menudo, podemos observarlo rápidamente en el color de sus mejillas, en la expresión de sus gestos y en la forma de encarar la vida y las relaciones con el mundo. La vida se hace más liviana y aumenta el interés y las conductas positivas hacia la misma y hacia el mundo.
Fuente:
Martín, A. (2006) Manual Práctico de Psicoterapia Gestalt. Bilbao: Desclee de Brouwer.
antishepard dice
hola, muy buen articulo, tengo una duda con respecto al efecto terapeutico que la expresion de sentimientos tiene cuando la persona aún no a desaparecido o fallecido pero es inaccesible. mi pregunta:
¿Es terapeutico expresar lo evitado a una representacion imaginaria del sujeto siendo que este existe aun en el entorno?
saludos!
Jennifer Delgado Suarez dice
Antishepard,
Aunque lo ideal es poder comunicar con las personas que nos causan cierto grado de desazón, en ocasiones esto no es posible. Por ende, esta técnica resulta muy eficaz.
En otras ocasiones, quienes necesitamos cambiar somos nosotros y para ello es esencial manifestar nuestras emociones, aún si no lo hacemos delante de la persona en cuestión.
Resumiendo, lo ideal es poder hablar con el otro de forma asertiva pero si esto no es posible, entonces realizar la técnica de los asuntos pendientes es totalmente positivo y terapeútico.