Numerosísimas prácticas o preferencias sexuales actualmente son consideradas como parafilias (se han llegado a identificar hasta 84 variantes pero no dudo que existan muchas más), algunas pertenecen a un pasado antiguo pero se han arrastrado hasta la actualidad, otras son privativas de nuestra cultura occidental.
Quisiera iniciar con un breve pero muy ilustrativo viaje en el tiempo: en la Grecia clásica la parafilia (en aquel momento se le denominaba perversión) abarcaba tres grandes áreas: 1. la social en cuanto a la transgresión de lo que estaba reglamentado por ley, 2. la religiosa, en relación con lo que era considerado como sacrílego y, 3. la médica, en tanto era expresión de una enfermedad. Como podrán presuponer, un área necesariamente no tenía por qué coincidir con otra, es decir, lo que era considerado sacrílego no necesariamente era penado por la ley o considerado como una patología.
Con el curso del tiempo lo sagrado pasó a ser parte de lo moral y lo instituido legalmente y al cabo de los siglos, la perversión se integró totalmente al campo de la medicina y la psiquiatría. En otras palabras: la parafilia adoptó un sentido único donde la persona que la porta es considerada como: enferma, infractora de la ley y con comportamientos moralmente incorrectos.
No obstante, más allá de lo correcto o lo incorrecto, debemos recordar que estos conceptos son muy relativos en relación con la cultura, sobre todo si de sexualidad se trata. Por ejemplo, el beso no es una práctica común en todas las culturas e incluso existen algunas culturas donde los juegos presexuales no están concebidos por lo que el acto sexual se restringe únicamente a la penetración. Entonces, si fuésemos consecuentes con la estadística y la curva de lo normal, aquellas personas que formasen parte de esa cultura en particular y les agradase besar y ser besado, acarrearían consigo una parafilia.
Continuando con los ejemplos podría traer a colación el hecho de que en varios estados norteamericanos la ley prohíbe la práctica del sexo oral. Por supuesto, hoy por hoy nadie es demandado por esa causa pero lo cierto es que si a alguien le viene en gana, podría demandar a cualquiera que practicase el sexo oral. Entonces, ¿aquellas personas que disfrutan del sexo oral son portadoras de una parafilia según la ley?
En otras culturas es totalmente normal propiciar cierta dosis de dolor mientras se practica el sexo.
Así, podemos comprender que cada cultura determina que es lo normal y lo que se considerará como desviado o patológico. Las parafilias no se escapan de estas rígidas normas culturales. Pero… ¿qué determina en una cultura que algo sea normal o no en cuestiones de sexualidad?
Pomeroy nos propone cinco criterios fundamentales con los cuales normalmente se evalúa si una conducta sexual es patológica o no, si puede considerarse como normal o anormal:
– Estadístico: simplemente se hace referencia a la curva de lo normal, si más de la mitad de la población exhibe cierto comportamiento, entonces éste será considerado dentro del rango de lo común y normal.
– Filogenético: se refiere a la correspondencia entre el comportamiento humano y el de los mamíferos. Éste es un intento de escuchar lo que la naturaleza ha establecido como normal o permitido a partir de la comparación entre los comportamientos sexuales de los humanos y los comportamientos de los mamíferos más cercanos evolutivamente.
– Moral: encarnado en los valores, costumbres y creencias compartidas en un momento histórico concreto que determinan que es lo aceptado para cierto grupo de personas.
– Legal: el registro de las leyes que determinan los derechos de las personas y las defienden de los posibles ataques o comportamientos inadecuados de los otros.
– Social: se refiere a los comportamientos dominantes en una sociedad que no dañan a los miembros de la misma y son considerados como adecuados.
Acerquémonos a esta idea con dos ejemplos muy a grosso modo: la masturbación es considerada por muchas personas como una práctica moralmente inadecuada pero a nivel social, filogenético, estadístico y legal es totalmente normal por lo cual, la masturbación no es considerada como una parafilia. Sin embargo, si nos referimos a la necrofilia, ésta será una conducta sancionada en todos los niveles por lo tanto, se considera como anormal, patológica y punible.
La complejidad y fragilidad del concepto de parafilia se vislumbra en el propio DSM IV cuando afirma que: «La característica esencial de la parafilia es la presencia de repetidas e intensas fantasías sexuales de tipo excitatorio, e impulsos o comportamientos sexuales que por lo general engloban: 1) objetos no humanos; 2) sufrimiento o la humillación de uno mismo o de la pareja, o 3) niños u otras personas que no consienten, y que se presentan durante un periodo de al menos seis meses”. Pero también alertan que esos impulsos, comportamientos y fantasías deben “provocar malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo”.
Si consideramos que hoy por hoy en algunas culturas practicar sexo con animales es una práctica relativamente normal y que en las antiguas civilizaciones el sexo con jóvenes que aún no habían llegado a su mayoría de edad era pan cotidiano; entonces podemos apreciar que las parafilias son una creación cultural que varía de época en época y de cultura en cultura según los ambientes sean más o menos represivos de la sexualidad humana.
Fuente:
Bhugra, D. et. Al. (2010) Paraphilias across cultures: contexts and controversies. Journal of Sex Research; 47(2): 242-256.
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