La poesía son dardos con forma de palabras que van directo a la parte más emocional de nuestro cerebro. Hay poemas que despiertan un auténtico tsunami emocional y hacen que se nos pongan los pelos de punta, como la “Primera Elegía” de Rainer Maria Rilke, cuyas estrofas dicen:
“La belleza no es nada sino el principio de lo terrible,
lo que somos apenas capaces de soportar,
lo que sólo admiramos porque serenamente desdeña destrozarnos.
Todo ángel es terrible”.
El terror que Rilke describe es el que sentimos cuando adquirimos un conocimiento más vasto, en ese momento nos volvemos conscientes de nuestras limitaciones y la complejidad del mundo, y nos damos cuenta de todo lo que no entendemos y no llegaremos a entender. Es una posibilidad bella y seductora pero a la vez muy aterradora.
La poesía tiene la capacidad de enviar potentes mensajes emocionales y activar la reflexión, si bien es cierto que el mayor placer que se encuentra al leer un poema, como cuando disfrutamos de una obra de arte, no proviene de la reflexión profunda sino de las sensaciones que experimentamos. De hecho, Vladimir Nabokov dijo que uno no debe leer con el corazón ni con el cerebro sino con el cuerpo.
Investigadores del Instituto Max Planck de Estética Empírica se propusieron explorar más a fondo cómo influye la poesía en nuestro cerebro, y los resultados de su estudio son fascinantes.
La poesía genera más placer a nivel cerebral que la música
Los investigadores pidieron a un grupo de personas, algunos de los cuales leían poesía con frecuencia, que escucharan algunos poemas leídos en voz alta. Algunos de los poemas pertenecían a poetas alemanes conocidos como Friedrich Schiller, Theodor Fontane y Otto Ernst, aunque los participantes también pudieron escoger algunas obras, entre las cuales se encontraban autores como William Shakespeare, Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Nietzsche, Edgar Allan Poe, Paul Celan y Rilke.
Mientras los voluntarios escuchaban los poemas, los investigadores registraron su ritmo cardíaco, las expresiones faciales e incluso los movimientos de los vellos de la piel. Además, cuando las personas sentían un escalofrío debían indicarlo presionando un botón.
Curiosamente, todas las personas, incluso quienes no leían poesía, reportaron escalofríos en algún momento durante la lectura y al 40% se les puso la piel de gallina varias veces. Estas respuestas son similares a las que experimentamos cuando escuchamos música o vemos alguna escena de una película que genera una gran resonancia emocional.
Sin embargo, las respuestas neurológicas ante la poesía eran únicas. Los datos mostraron que al escuchar los poemas se activaban partes del cerebro que permanecen “apagadas” cuando escuchamos música o vemos películas.
Los neurocientíficos descubrieron que la poesía genera un estado que llamaron “pre-chill”; es decir, provoca una reacción de placer que se va construyendo lentamente a medida que se escuchan las estrofas. En práctica, en vez de emocionarnos repentinamente, como cuando escuchamos una canción, la poesía genera un in crescendo emocional que comienza hasta 4,5 segundos antes de que percibimos el escalofrío.
Curiosamente, esos picos emocionales ocurrían principalmente en determinadas posiciones dentro de los poemas, como al final de las estrofas y, sobre todo, al final del poema. Es un descubrimiento muy interesante, sobre todo teniendo en cuenta que el 77% de los participantes que nunca habían escuchado un poema también mostraron esas mismas reacciones y signos neurológicos que anticipaban los puntos emocionales álgidos de la lectura.
La poesía estimula la
memoria, facilita la introspección y nos relaja
Neurocientíficos de la Universidad de Exeter escanearon el cerebro de un grupo de participantes mientras leían diferentes contenidos, desde un manual de instalación de la calefacción hasta pasajes evocadores de novelas, sonetos rimados y su poema favorito.
Estos investigadores descubrieron que nuestro cerebro procesa la poesía de manera diferente a cómo procesamos la prosa. Se activa una “red de lectura” peculiar que comprende diferentes zonas, entre ellas aquellas relacionadas con el procesamiento emocional, que se activan fundamentalmente con la música.
También apreciaron que la poesía estimula las zonas del cerebro
vinculadas con la memoria y partes del cerebro como la corteza cingulada
posterior y los lóbulos temporales mediales, unas zonas que se activan
fundamentalmente cuando estamos relajados o ensimismados en nosotros mismos.
Esto demuestra que existe algo muy especial en la forma poética que genera placer. De hecho, la poesía es una expresión literaria muy especial que transmite sentimientos, pensamientos e ideas acentuando las restricciones métricas, la rima y la aliteración.
Por tanto, no está de más insertar un poema al día en nuestra rutina
Fuentes:
Wassiliwizky, E. et. Al. (2017) The emotional power of poetry: neural circuitry, psychophysiology, compositional principles. Social Cognitive and Affective Neuroscience; 12(8): 1229-1240.
Zeman, A. Z. et. Al. (2013) By heart. An fMRI study of brain activation by poetry and prose. Journal of Consciousness Studies; 20(9-10): 132-158.
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