Haciendo un recuento de nuestra vida, hemos vivido más experiencias positivas y placenteras que negativas y desafortunadas. Sin embargo, en ocasiones recordamos más las vivencias negativas. Y esto no es una tendencia exclusiva de los pesimistas, nos sucede a todos, incluso a los que enfrentan la vida desde la perspectiva más positiva. La buena noticia es que existen varias razones que explican nuestra secreta predilección por el drama.
Una de ellas hace referencia a la Neuropsicología. Y es que nuestro cerebro maneja en hemisferios diferentes las informaciones negativas y las positivas. Por ejemplo, las emociones negativas normalmente están involucradas con un mayor procesamiento ya que tendemos a pensar más sobre los hechos y las consecuencias. Este procesamiento nos permite aceptar con mayor facilidad lo que nos ha sucedido.
Al contrario, las emociones y vivencias positivas y felices las aceptamos sin más, sin estar dándole vueltas al asunto. En palabras sencillas podríamos resumir que rumiamos más sobre las cosas negativas y esto las hace más memorables.
Investigadores de la Universidad Estatal de Florida tomaron esta idea y la comprobaron a nivel experimental. Después de numerosos estudios, llegaron a la conclusión que las emociones negativas, los malos padres y la retroalimentación negativa producen un mayor impacto sobre cada uno de nosotros que las vivencias positivas. Además, los estereotipos y las malas impresiones, se forman mucho más rápido y son más difíciles de eliminar.
Por ende, perder dinero, ser abandonado por los amigos o la pareja y recibir críticas negativas tendrá un mayor impacto sobre nosotros que ganar dinero, hacer amigos o encontrar pareja y recibir un cumplido.
¿Qué sucede en el día a día?
Una investigación realizada en la Escuela de Negocios de Harvard analizó a 238 profesionales que trabajaban en diferentes empresas. A estos se les pidió que realizaran un diario donde debían anotar todo lo que les sucedía en el día y al final debían señalar en una escala numérica cómo se habían sentido en general.
Después de analizar unas 12.000 entradas, los investigadores se percataron que los eventos negativos eran el doble de influyentes que los positivos. De hecho, la sola idea de tener que retroceder en el proyecto de trabajo que habían emprendido incidía tres veces más en su estado de ánimo que un pequeño paso adelante.
Afortunadamente, existe una solución y es la gratitud. Es sumamente gratificante crearnos el hábito de agradecer cada día por todo lo que tenemos, incluso si son pequeñas cosas.
Fuentes:
Amabile, T. M. et. Al. (2011) The Progress Principle: Using Small Wins to Ignite Joy, Engagement and Creativity at Work. Harvard Business Review Press.
Nass, C. (2010) The Man Who Lied to His Laptop: What Machines Teach Us About Human Relationships. Penguin.
Baumeister, R. F. (2001) Bad is stronger than good. The Review of General Psychology; 5(4): 323-370.
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