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Control coercitivo, la manipulación encubierta que nos atrapa

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Control coercitivo

La diferencia entre una relación sana y un vínculo abusivo no siempre es obvia. En ocasiones las dinámicas de comportamiento se vuelven difusas y las emociones impiden ver con claridad lo que está pasando. Por ese motivo, en muchas ocasiones el control coercitivo toma alas, encerrando a su víctima en una prisión mental de la que resulta muy difícil salir, en especial si el manipulador se presenta como un «salvador».

¿Qué es el control coercitivo?

El control coercitivo es un patrón deliberado y sistemático de comportamientos mediante los cuales una persona intenta controlar la relación y someter la voluntad de la otra. Para ello, puede valerse de diferentes estrategias, desde amenazas, agresiones, humillación u otro tipo de intimidación hasta técnicas de manipulación psicológica y emocional más sutiles como la culpa o el sarcasmo.

Se trata de una forma de opresión continua que se utiliza para generar miedo y mantener el poder sobre la persona, pero no siempre es fácil de identificar ya que a menudo quien ejerce el control coercitivo se hace pasar por “salvador” de una “víctima indefensa”. Esa persona puede asumir el rol de «guardián» o «defensor», volviéndose «imprescindible», hasta el punto que el otro se somete para no perder su «protección» o «ayuda».

El mecanismo que se encuentra en la base de la manipulación coercitiva

El principal objetivo de la manipulación coercitiva consiste en arrebatarla la autonomía a la víctima y negarle el sentido de sí misma. El controlador se encarga de minar tu autoconfianza y seguridad, haciendo que dudes de ti.

Generalmente hace leva en los “vínculos traumáticos” que puedes arrastrar, acrecentando tus inseguridades y activando viejos temores, como el miedo a la soledad, el rechazo o el abandono. Por ejemplo, si sabe que fuiste víctima de negligencia emocional en la infancia, amenazará con abandonarte. Y si sabe que te sientes incómodo con tu cuerpo, lo utilizará para atacarte y controlarte.

En muchos casos esos ataques son camuflados, motivo por el cual esta estrategia de manipulación suele ser tan difícil de detectar. Esa persona incluso puede decirte que lo dice o hace por tu bien, subrayando así la idea de que no eres capaz de determinar lo que es bueno para ti, de manera que necesitas depender de su criterio y buena voluntad.

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Este fenómeno se conoce coloquialmente como “síndrome del caballero andante” porque el controlador se presenta como un “salvador”. El problema es que cuando asumes que necesitas ser “salvado”, entregas tu poder de decisión y corres el riesgo de volverte extremadamente dependiente.

Las 5 señales que revelan un control coercitivo

El filósofo Michel Foucault pensaba que las relaciones de poder son omnipresentes y se manifiestan en múltiples formas, incluyendo las más íntimas. El control coercitivo, entendido como una forma de manipulación o dominación que restringe la libertad personal, desafía la noción de respeto y dignidad que debería caracterizar a las relaciones desarrolladoras. Por desgracia, no siempre es fácil detectarlo, aunque siempre existen señales premonitorias.

  1. Limitar tu autonomía. Si alguien intenta reducir tu libertad de movimiento o pensamiento, es probable que esté poniendo en práctica alguna táctica de control coercitivo. Si intenta decirte adónde puedes o no puedes ir o si pretende decirte lo que puedes o no puedes pensar o incluso sentir, está tratando de limitar tu autonomía y minar tu capacidad de decisión.
  2. Control a través del amor y la aprobación. El peor tipo de manipulación coercitiva proviene de las personas más cercanas, y a menudo estas hacen leva en las emociones para lograr sus objetivos. El manipulador puede usar tu compromiso, amor y entrega como herramienta de control, haciéndote sentir culpable si no cedes a sus demandas o supeditando su cariño y atención a tu obediencia. Puede retirar o conceder amor y aprobación, usando las emociones como una forma de control.
  3. Minimización y trivialización de tus sentimientos. Si últimamente sientes que tus emociones no cuentan o incluso te avergüenzas de ellas, es probable que estés siendo objeto de algún tipo de manipulación coercitiva. El controlador a menudo trivializa los sentimientos y preocupaciones de su víctima, diciéndole que está exagerando, que está haciendo una tormenta en un vaso de agua o que no tiene motivos para sentirse así.
  4. Alteran la realidad para hacerte dudar. Muchos controladores recurren a una estrategia de gaslighting para hacer que sus víctimas duden de su propio juicio e incluso de su percepción de la realidad. De esta forma logran que te vuelvas más dependiente de ellos, que se convertirán en tus “proveedores” de la manera “correcta” de ver y hacer las cosas. Su objetivo es que veas el mundo exclusivamente a través de sus ojos para poder controlarte.
  5. Amenazas veladas. El control coercitivo también se ejerce a través de amenazas directas, pero en muchos casos el manipulador recurre a insinuaciones sutiles o comentarios pasivo-agresivos que generan miedo o ansiedad en su víctima. Por ejemplo, pueden mencionar consecuencias negativas indirectamente diciendo “sería una pena si pasara algo malo” para generarte un estado de angustia constante que te haga sentir que caminas sobre cristales a punto de romperse, lo cual te mantendrá en un estado de alerta sistemática que desemboca en la sumisión ya que te impide pensar con claridad.
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¿Cómo escapar de ese tipo de manipulación y control?

Reconocer que estamos involucrados en una situación de control coercitivo es el primer paso. Por desgracia, muchas personas nunca llegan a notarlo, simplemente porque se acostumbran a ese tipo de dinámicas y piensan que es lo habitual. Sin embargo, es importante no normalizar ni justificar las acciones coercitivas.

Una vez detectada la situación de abuso, es fundamental no recriminarse. Culparte no te ayudará a seguir adelante. Al contrario, puede paralizarte. Lo que realmente necesitas es tratarte con amabilidad y compasión, como tratarías a un amigo en esa situación. Necesitas recuperar la confianza en ti y en tu capacidad para salir adelante.

Contar con una red de apoyo de amigos y familiares que puedan ofrecerte apoyo emocional y ayuda práctica durante el proceso de recuperación también puede ser providencial, sobre todo para evitar recaídas y volver a caer en las redes del manipulador.

Por último, debes aprender a establecer límites claros. Y si esa persona no los cumple, incluso podrías valorar la posibilidad de cortar todo tipo de contacto. Recuerda que el control coercitivo es una forma de abuso en el que te encuentras en una situación similar a la de un rehén. Sin importar cual sea la historia de base, no debes ni mereces soportar ese trato.

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Jennifer Delgado Suárez

Psicóloga Jennifer Delgado Suárez

Soy psicóloga. Por profesión y vocación. Divulgadora científica a tiempo completo. Agitadora de neuronas y generadora de cambios en mis ratos libres. ¿Quieres saber más sobre mí?

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