
A lo largo de la vida, casi todos nos exponemos a situaciones difíciles que ponen a prueba nuestra resiliencia, fuerza y estabilidad mental. Perder a un ser querido, vivir un desastre natural, ser víctima de la violencia física o psicológica, así como sufrir un accidente o incluso perder el trabajo pueden ser situaciones adversas que nos pongan contra las cuerdas y nos desestabilicen emocionalmente provocando una gran angustia.
Sin embargo, la mayoría de las personas logra recuperarse y seguir adelante con su vida en un periodo de tiempo relativamente breve de esos infortunios. De hecho, todos contamos con un increíble poder de sanación interior. Por desgracia, otras personas no llegan a reestablecerse y se quedan atrapadas en la vivencia dolorosa. Entonces desarrollan un trauma psicológico.
¿Qué es un trauma psicológico? La herida emocional que no sana
La palabra “trauma” proviene del vocablo griego τραῦμα, que significa ruptura o herida. Usada inicialmente en el ámbito médico, sobre todo en la cirugía, luego se popularizó en la psiquiatría y psicología clínica.
Básicamente, “el trauma es una respuesta emocional a un evento terrible que impide a la persona seguir adelante con sus vidas”, según la definición de la Asociación Estadounidense de Psicología. Se produce cuando vivimos una situación que consideramos amenazante, ya sea a nivel físico o psicológico, la cual supera nuestros recursos de afrontamiento, de manera que somos incapaces de afrontarla asertivamente e integrarla en nuestra historia vital.
Como resultado de esa situación traumática, nos sentimos sobrepasados, generalmente con una sensación de indefensión, miedo, confusión y/o impotencia. De hecho, a menudo ese evento traumático destruye nuestro sentido de bienestar, haciéndonos sentir impotentes y aislados en un mundo peligroso.
Cuando sufrimos un evento amenazante, nuestro sistema nervioso reacciona entrando en modo de supervivencia. Las señales que se originan en la amígdala, una pequeña estructura en el cerebro, indican a nuestro cuerpo que se prepare para la lucha o huida. Sin embargo, si no podemos combatir o huir de la amenaza, el sistema nervioso opta por congelarse.
Esa especie de “cierre emocional” evita que colapsemos y nos ayuda a sobrevivir, pero es desadaptativo si persiste a lo largo del tiempo. Cuando nos traumatizamos, nuestro sistema nervioso permanece congelado en su respuesta a la amenaza. Eso hace que incluso los entornos seguros y las personas nos parezcan amenazantes. Básicamente, nos quedamos atascados en el evento traumático, reviviendo las sensaciones y emociones asociadas al mismo.
Los 3 tipos de traumas psicológicos
Las respuestas a una situación potencialmente traumática varían de una persona a otra. De hecho, ni siquiera experimentamos el mismo evento traumático de la misma manera. Sin embargo, existen determinadas situaciones y respuestas bastante generalizadas que debemos conocer para poder detectar los diferentes tipos de traumas emocionales y afrontarlos lo mejor posible o pedir ayuda especializada que minimice su impacto y nos permite recuperar la estabilidad emocional cuando antes.
1. Trauma agudo, el golpe inesperado de la vida
Este tipo de trauma es el resultado de un único evento angustioso, como un accidente de coche, un asalto, una violación, un ataque terrorista, un tiroteo masivo o un desastre natural. Suele tratarse de situaciones extremas y a menudo inesperadas que amenazan nuestra seguridad emocional o incluso nuestra integridad física.
Ese evento crea una impresión duradera en nuestra mente, dejando una huella emocional intensa a nivel cerebral. La experiencia no se fija en palabras sino a través de las vivencias, razón por la cual solemos revivirla una y otra vez a través de flashbacks. Esos recuerdos no suelen ser una narrativa racional de lo ocurrido sino más bien una reexperimentación de las sensaciones y emociones desagradables experimentadas durante el evento traumático.
Cuando este tipo de trauma no se trata y la persona no logra procesarlo e incorporarlo en su historia vital, conduce al desarrollo del trastorno de estrés postraumático. Suele acompañarse de pesadillas, ataques de pánico, ansiedad excesiva, tensión constante, falta de confianza y una sensación de desconexión con el entorno, por lo que la persona puede tener problemas para llevar su día a día con normalidad.
2. Trauma crónico o acumulativo, atrapados en un mar de problemas
Este tipo de trauma ocurre cuando nos exponemos a eventos traumáticos angustiantes a largo plazo o durante un período de tiempo prolongado. El trauma crónico suele ser el resultado de una enfermedad grave, la violencia doméstica mantenida a lo largo del tiempo, el acoso sistemático o la exposición a situaciones extremas, como la guerra.
No obstante, la concatenación de varios eventos adversos agudos también puede provocar un trauma emocional. Las “malas rachas”, como la pérdida del trabajo sumada a un accidente de coche y/o la muerte de un ser querido, pueden generar un trauma acumulativo ya que cada evento deteriora aún más nuestros ya mermados recursos psicológicos para lidiar con la adversidad. Asimismo, un trauma agudo no tratado puede progresar hasta convertirse en un trauma crónico.
A veces los síntomas del trauma crónico aparecen al cabo de mucho tiempo o incluso años después del evento, en gran parte este tipo de situaciones suelen empujarnos a asumir estilos de afrontamiento desadaptativos como la evitación, racionalización, aislamiento social o abuso de sustancias. No obstante, cuando los síntomas aparecen pueden llegar a ser extremadamente angustiantes e incluso discapacitantes.
3. Trauma complejo, la herida que dejan las relaciones
Este tipo de trauma psicológico se produce como resultado de la exposición a eventos o experiencias traumáticas variadas y múltiples que guardan cierta relación entre sí y generalmente se encuentran enmarcadas en el contexto de las relaciones interpersonales. Esas experiencias adversas a menudo comienzan en la infancia, tienen un carácter recurrente y son infringidas por personas que deberían ser una fuente de amor, seguridad y apoyo. Tal es el caso, por ejemplo, de las experiencias de abuso o negligencia en la infancia.
No obstante, el trauma complejo también puede producirse en la edad adulta, como cuando nos implicamos en relaciones tóxicas que socavan nuestra independencia y autoestima. El factor común en este tipo de trauma emocional es que la persona se siente “atrapada” en la situación, de manera que su impacto se prolonga a lo largo del tiempo, erosionando sus recursos psicológicos para hacer frente al problema de manera asertiva.
Como resultado, esta clase de trauma psicológico termina generando un estado de indefensión aprendida. La persona puede sentirse avergonzada y mal consigo misma, culpándose por lo que le ha ocurrido, aunque no sea responsable de ello. A menudo desarrolla una baja autoestima y un sentimiento de insuficiencia que termina afectando sus relaciones y, obviamente, lastrando su bienestar.
Como colofón, es importante tener en cuenta que independientemente del tipo de trauma emocional que suframos, podemos recuperarnos de esa experiencia. Nunca es demasiado tarde. Por supuesto, esto no significa que sea fácil o que simplemente podamos olvidar las experiencias traumáticas. Significa que hay espacio para la curación y recuperación.
Para ello, es fundamental dejar de huir de la experiencia traumática, aceptar lo ocurrido y darle un sentido para lograr incorporarla en nuestra historia vital. Solo así lograremos aligerar su peso emocional, de manera que deje de dañarnos y condicionar nuestra vida.
Fuentes:
Perrotta G. (2019) Psychological Trauma: Definition, Clinical Contexts, Neural Correlations and Therapeutic Approaches Recent Discoveries. Current Research in Psychiatry and Brain Disorders; 1: 1-6.
D’Andrea, W. et. Al. (2011) Physical health problems after single trauma exposure: when stress takes root in the body. J Am Psychiatr Nurses Assoc; 17(6): 378-392.
Nutt, D. J. & Malizia, A. L. (2004) Structural and functional brain changes in posttraumatic stress disorder. The Journal of Clinical Psychiatry; 65(Suppl 1): 11-17.
Deja una respuesta