Algunas personas sienten que han nacido con el género equivocado, otras piensan que no corresponden a la era que les tocó vivir. Sin embargo, cuando sientes que has nacido en el momento histórico erróneo, no hay bisturí ni hormonas que puedan ayudarte, es cuestión de adaptarte o ingeniártelas para cambiar tu entorno.
Precisamente eso es lo que ha hecho este matrimonio: Sarah y Gabriel Chrisman se han comprado una casa construida en 1888 en Port Townsend, Washington, y están viviendo en plena época Victoriana. Han organizado su día a día de forma tal que todo refleje hasta en los más mínimos detalles las usanzas de aquella época.
En su casa no tienen bombillas modernas, usan lámparas de aceite. E incluso confiesan que les asombró cuán brillante es la luz de las lámparas antiguas originales, en comparación con las reproducciones modernas. Usan un refrigerador con cubos de hielo y un calentador de gas del siglo XIX que funciona con queroseno.
Sarah, que es escritora, y de vez en cuando actualiza su blog This Victorian Life, escribe usando una pluma antigua y hornea su propio pan, además de seguir un menú que se ciñe estrictamente a las recetas victorianas. Cada mañana le da cuerda al reloj mecánico del salón, donde no hay ni rastro de la tecnología moderna sino muchos libros, obviamente, clásicos de la época.
Su pasión por la época victoriana ha ido tan lejos que incluso utiliza corset, su cepillo para el pelo tiene 130 años y su cepillo de dientes está hecho con cerdas de jabalí naturales. También tiene una copia de un triciclo de rueda alta de 1880, con el cual recorre varios kilómetros junto a su esposo.
¿Cuándo comenzó todo?
Sarah cuenta que su pasión por la época victoriana empezó desde la infancia. Cuando todos los niños les pedían a sus padres que los llevaran a Disneyland, su sueño era vivir en un museo que visitó en una antigua mansión victoriana. Se quedó deslumbrada con aquella belleza y, sin duda, aquel recuerdo infantil marcó para siempre su vida. Su esposo compartía esa pasión, así que fue solo cuestión de tiempo que ambos decidieran cambiar de época, como si de un interruptor se tratara.
Primero llegaron las ropas. El simple hecho de vestir como las personas del pasado, les abrió un mundo diferente, desvelándoles un sinfín de detalles que normalmente no se describen en los libros, son sensaciones que se experimentan y que te hacen viajar en el tiempo. Una cosa llevó a otra, y poco a poco los vestidos victorianos se convirtieron en algo natural.
Cuando se dieron cuenta de lo mucho que estaban aprendiendo a través de la ropa, se preguntaron qué otros objetos podían usar. Así fueron reemplazando las cosas de la vida moderna con sus equivalentes de la época victoriana. Se trata de un trabajo de investigación que Sarah disfruta mucho y que ya ha dado sus frutos: dos libros.
¿Qué han aprendido?
Esta pareja confiesa que “ese estilo de vida los mantiene en contacto con las cosas naturales”. Ellos mismos arreglan los objetos que tienen en casa cuando se rompen, lo cual les permite valorarlos mucho más. Además, también “nos da la confianza de que existe un mundo creado a nuestra medida”, un mundo que comprenden perfectamente cómo funciona y que disfrutan.
Esa necesidad de estar atentos a los detalles también hace que sean más conscientes y vivan en el aquí y ahora, aunque sea en otra época. Además, están más conectados con los aspectos más básicos de la vida y también están más unidos ya que tienen más tiempo para estar en compañía, sin las continuas interrupciones del mundo moderno.
También confiesan que “la gente asume que la parte más difícil de nuestro estilo de vida radica en tener que lidiar con el día a día, pero el uso de esos objetos es lo que nos proporciona más alegría y satisfacción. La parte verdaderamente difícil es lidiar con las reacciones de otras personas. Vivimos en un mundo que puede ser terriblemente hostil con las diferencia de cualquier tipo. La sociedad está plagada de personas que atacan a los inconformistas”.
¿Locura total o máxima libertad?
Hay personas que experimentan la sensación de no pertenecer a la cultura o la época que les tocó vivir y miran con nostalgia al pasado. Obviamente, pocos se atreven a desconectarse casi por completo de la realidad para emprender un viaje tan diferente.
Regresar al pasado puede considerarse como una especie de evasión del mundo. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestro mundo moderno se está volviendo cada vez más caótico, no deja espacio para las relaciones interpersonales profundas y la tecnología está avanzando a pasos tan agigantados que está sustituyendo todo a su paso. En un mundo así, muchas personas pueden tener la sensación de que no tienen el control de sus vidas, por lo que el pasado se convierte en un refugio seguro.
Sin duda, a veces, los límites entre locura y libertad se funden, pero lo que sí está claro es que en este caso no podemos hablar de locura sino de una decisión consciente, meditada en sus pros y contras. Se trata de la mayor libertad del ser humano, la posibilidad de elegir cómo quieres vivir y de apostar por las cosas que realmente te hacen feliz, a despecho de lo que piensen los demás.
Quizás vivir en el pasado sea una decisión un poco drástica pero lo que nos enseña esta historia es que no debemos dejar que sea la sociedad quien imponga cómo debemos vivir o qué nos debe gustar. Es importante conectar con nuestro “yo” más profundo y encontrar aquello que realmente nos hace felices, sea lo que sea.
Fuentes:
Chrisman, S. A. (2015) I love the Victorian era. So I decided to live in it. En: VOX.
Chrisman, S. A. (2013) It Happened To Me: I’m Living Like I’m In the Victorian Era — From Corsets to Washing Bowls to Writing in Liquid Ink. En: Xojane.
Adriana* dice
Creo que no están viviendo en el pasado: están aquí y ahora haciendo lo que quieren y viviendo como quieren vivir. No todos pueden decir lo mismo. . .
Jennifer Delgado dice
Pues si, están viviendo más en el aquí y ahora que la mayoría de las personas 🙂
MIKHAIL GRULLI dice
Verdaderamente me ha encantado este artículo de hoyJennifer.
La sociedad de hoy quiere que seamos robots programados para que hagamos lo que ella quiere, aunque esto ni nos convenga ni noa haga felices.
A mi entender, mientras más cencillos vivamos, mas felices seremos. Esa es mi opinión. A veces tener muchas cosas pesa, pesa, pesa mucho!!
Gracias por este artículo. Me he hecho reflexionar mucho!! 🙂
Jennifer Delgado dice
Hola Mikhail,
También comparto tu opinión, para mi la clave es la sencillez, liberarse de todo lo que realmente no necesitamos.
Cuando soltamos peso podemos viajar más ligeros y saborear mejor los detalles de la vida.