Paul Ekman nació en Washington, DC en el 1934. Su padre era pediatra y su madre abogada, pero decidió estudiar Psicología, convirtiéndose en un pionero en el análisis de las emociones y sus relaciones con la expresión facial.
Ya desde muy joven, Paul Ekman quería ser psicoterapeuta, pero cuando cumplió 14 años su madre desarrolló una enfermedad mental grave. Aquello influyó en su pasión por la Psicología, de manera que decidió dedicar su vida a ayudar a las personas con problemas mentales.
Ekman recibió el Premio de Investigación Científica del National Institute of Mental Health (NIMH) en 1971, que renovó en 1976, 1981, 1987, 1991 y en 1997. Durante más de 40 años el NIMH financió sus investigaciones a través de becas y premios diversos.
En 2001, Ekman trabajó codo a codo con el actor inglés John Cleese para la BBC en una serie documental intitulada The Human Face (El rostro humano). Se jubiló en 2004 como profesor de psicología del departamento de psiquiatría de la Universidad de California, San Francisco (UCSF).
En la actualidad, se le considera como uno de los cien psicólogos más destacados del siglo XX.
La teoría de Paul Ekman: las microexpresiones y la universalidad de las emociones
Ekman asume una perspectiva evolutiva, en el sentido de que el desarrollo de los rasgos y estados del ser humano, en el tiempo, es el fundamento de sus investigaciones.
Contrario a las creencias de algunos antropólogos culturales, como Margaret Mead, Ekman encontró que las expresiones faciales de las emociones no son determinadas culturalmente, sino que son más bien universales y tienen, por consiguiente, un origen biológico, tal como planteaba la hipótesis de Charles Darwin.
De hecho, estaba convencido de que los movimientos faciales que creaban expresiones faciales podían identificarse a través de la investigación empírica. Así descubrió que los seres humanos somos capaces de realizar más de 10.000 expresiones faciales, aunque solo 3.000 de ellas son relevantes para la emoción.
En la actualidad, la comunidad científica ha dado credibilidad a los hallazgos de Ekman. Entre las expresiones que él clasificó como universales se encuentran aquellas que expresan la ira, la repugnancia, el miedo, la alegría, la tristeza y la sorpresa. En cuanto al desprecio, o desdén, es menos claro, aunque hay evidencia preliminar en el sentido de que esta emoción y su expresión pueden reconocerse universalmente.
No obstante, más tarde, en la década de 1990, propuso otra lista de emociones básicas entre las que incluía una gama más amplia de emociones positivas y negativas, como el desprecio, vergüenza, diversión, culpa, satisfacción, orgullo, vergüenza, placer sensorial, satisfacción y alivio.
Ekman describió «microexpresiones» faciales que, según demostró, pueden utilizarse para detectar las mentiras con cierto grado de confiabilidad, todo como parte del denominado Proyecto Diógenes. También desarrolló el Sistema de Codificación Facial de Acciones (en inglés «Facial Action Coding System» FACS) para clasificar todas las expresiones del rostro humano que sea posible imaginar.
Ha publicado investigaciones acerca de una amplia variedad de temas dentro del ámbito del comportamiento no verbal. Sus trabajos acerca de la mentira, por ejemplo, no se limitaron a las expresiones del rostro, sino que se basaron en observaciones acerca del cuerpo humano en su totalidad.
Ekman también estudió los signos verbales de la mentira. Al ser entrevistado acerca del caso Mónica Lewinsky, por ejemplo, afirmó que, debido al lenguaje eufemístico de Bill Clinton, era posible afirmar que estaba mintiendo.
Las contribuciones de Ekman al Comité Editorial de la revista Greater Good, publicada por el Greater Good Science Center, un centro de investigación científica interdisciplinaria de la Universidad de California, Berkeley, incluyen las interpretación de investigaciones científicas acerca de los fundamentos de la compasión, el altruismo y las relaciones humanas pacíficas.
Ekman también se involucró en el diseño de un detector visual de mentiras y ha contribuido en gran medida al estudio de los aspectos sociales de la mentira, las razones por las que mentimos y nuestra preocupación por la detección eficaz de las mentiras. Curiosamente, tras evaluar a unas 20.000 personas de diferentes orígenes, profesiones y edades, descubrió que solo 50 eran capaces de detectar una mentira con fiabilidad sin haber recibido un entrenamiento psicológico específico.
Como nota curiosa, las investigaciones de Paul Ekman inspiraron la famosa serie de televisión “Miénteme”. De hecho, Ekman trabajó como asesor científico del programa. Analizó el guion de cada episodio y le enseñó al elenco y el equipo la ciencia de la detección del engaño. También se desempeñó como asesor científico en la popular película “Inside Out”, que se enfoca en las emociones y la dinámica familiar.
Fuentes: Wikipedia y Paul Ekman Group
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