Las relaciones son complicadas. Aunque hayamos encontrado a la persona adecuada, suele ser difícil encontrar el equilibrio entre la cercanía y el espacio personal que todos necesitamos. Traspasar esa línea tan sutil es muy fácil. Y una vez que lo hacemos, comenzamos a desarrollar un apego insano que nos hace sufrir. Por eso, en líneas generales, aferrarse a una persona hace más mal que bien.
¿Por qué uno se aferra a una persona?
Amar no es aferrarse. El amor no pone límites, no asfixia ni encarcela. En cambio, el apego insano tiene la tendencia a controlar y asfixiar al otro. De esa manera se crea una relación de dependencia emocional que va arrebatando el oxígeno psicológico a sus miembros. Lo curioso es que cuanto más se aferra una de las personas, más se aleja la otra en busca de esa libertad que necesita para ser. Por eso, el apego insano suele conducir a la pérdida de la persona a la que nos aferramos.
Esa necesidad de aferrarse suele surgir de una profunda inseguridad. Nos aferramos a una persona porque, de alguna manera, se ha convertido en una fuente de seguridad psicológica. Su presencia o su recuerdo nos transmiten la calma y la confianza que necesitamos llenando nuestros vacíos emocionales. En vez de buscar la seguridad dentro, la buscamos fuera, haciendo responsable al otro de nuestras carencias afectivas.
¿Cómo dejar de aferrarse a una persona en 7 pasos?
- Admitir el apego insano. Ignorar el problema suele ser el camino más fácil, pero no es la solución. Por eso, el primer paso es admitir que tenemos un problema de apego. ¿Hemos desarrollado una dependencia emocional de nuestra pareja? ¿O quizá una relación paterno-filial posesiva y controladora? ¿O no dejamos ir a una persona que ya no forma parte de nuestra vida?
- Comprender la razón de ese apego. Siempre existe una razón para hacer lo que hacemos, solo que muchas veces preferimos ignorarla. Cuando nos aferramos a una persona y desarrollamos actitudes controladoras, existe un motivo. Puede ser que una parte de nosotros no conciba la vida sin esa persona. O quizá nos sentimos extremadamente inseguros y tememos a la soledad. O tal vez tengamos aversión al cambio. Sea cual sea esa razón, es importante encontrarla.
- Dejar ir la necesidad de poseer. A veces, a nivel inconsciente, comprendemos las relaciones interpersonales como si fueran posesiones. Creemos que nuestra pareja o nuestros hijos nos pertenecen. Esa creencia puede generar un apego insano. Por eso, necesitamos comprender que en la vida nadie nos pertenece realmente. Necesitamos aprender a amar sin poseer y acompañar sin invadir.
- Pasar más tiempo solos. Lo desconocido suele generar resquemor. Si siempre hemos estado rodeados de personas, por ejemplo, es probable que temamos a la soledad. Por eso, a veces la mejor manera de dejar de aferrarse a alguien es aprender a estar solos. No se trata de convertirse en ermitaños sino aprender disfrutar del tiempo con uno mismo para que nuestra felicidad no dependa excesivamente de los demás. Es asombroso cuánto podemos llegar a aprender sobre nosotros y nuestros sentimientos cuando nos tomamos el tiempo para reflexionar a solas.
- Cuidarse más. Cuando nos aferramos a otra persona, nuestra vida comienza a girar en torno a ella. A menudo eso significa que sacrificamos nuestro bienestar y relegamos nuestras necesidades a un segundo plano. Para dejar de aferrarnos necesitamos cambiar esa dinámica y cuidarnos más. Debemos tener en cuenta que también merecemos convertirnos en nuestra prioridad. Por tanto, debemos comenzar a tratarnos con amabilidad y compasión, mostrándonos el mismo amor que proyectamos hacia fuera.
- Dar espacio a los demás. Todas las personas, incluso las que más se aman, necesitan espacio. Aunque es bueno compartir momentos, pensamientos y emociones, no es bueno que el otro se sienta atrapado y asfixiado. Por tanto, necesitamos hacer un esfuerzo consciente por dejarle su espacio y aprovechar ese tiempo para desarrollar nuestras pasiones e intereses. Una persona segura de sí, que se ama a sí misma y que ha desarrollado una personalidad única es capaz de brindar un amor maduro que brinde espacio a cada persona para crecer.
- Confiar más en uno mismo. La confianza en uno mismo puede ser de gran ayuda para mantener relaciones sanas y desarrolladoras. Las personas que más confían en sus habilidades tienen menos probabilidades de aferrarse a los demás como una forma de validarse a sí mismas. Cuando nos amamos y respetamos, nos resultará mucho más fácil amar de manera respetuosa, sin ser demasiado invasivos o posesivos.
Por último, debemos recordar que antes de que la persona a la que nos aferramos entrara en nuestra vida, nosotros ya existíamos y probablemente éramos felices. Eso significa que la semilla de la felicidad está en nosotros, no necesitamos buscarla fuera. Para liberarnos de ese apego insano nos ayudará enfocarnos en todas las cosas por las que nos sentimos agradecidos y nos hacen felices, más allá de esa relación.
Sofi dice
Me ayuda muchísimo, gracias