La Inteligencia Emocional es un indicador más fiable del éxito profesional que el Cociente Intelectual, así como del nivel de felicidad que alcanzamos en la vida y el equilibrio emocional con el cual afrontamos la adversidad. Por tanto, no es extraño que cada vez más personas se pregunten cómo ser inteligente emocionalmente.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
La Inteligencia Emocional es la capacidad para comprender y gestionar las emociones, tanto las propias como las ajenas. No debe comprenderse como el triunfo del corazón sobre el cerebro sino más bien como un punto de intersección entre las emociones y la razón en el que cada emoción y argumento se pondera.
“La educación emocional es la habilidad de escuchar casi cualquier cosa sin perder tus estribos y tu autoestima”, dijo Robert Frost. Por desgracia, a menudo este concepto se queda en un nivel teórico porque quienes desean desarrollar la Inteligencia Emocional no encuentran un camino bien delimitado que les permita crecer. Estas tres preguntas pueden servirte como punto de partida para ser más inteligente emocionalmente.
Ser más inteligente emocionalmente: De la introspección a la práctica
- ¿Cuáles son las diferencias entre cómo te ves y cómo te ven los demás?
El primer paso para ser más inteligente emocionalmente consiste en mejorar la autopercepción; es decir, desarrollar una imagen más precisa de ti mismo, lo cual implica comparar tu autoimagen con la imagen que proyectas y perciben los demás.
Ser consciente de cómo te expresas y saber qué impacto tienen sobre los demás tus actitudes, palabras y comportamientos es un componente esencial de la Inteligencia Emocional. Puedes pensar, por ejemplo, que eres una persona comprensiva pero quizá quienes te rodeen no te vean así. En ese caso existe una disonancia.
El problema es que si no eres conscientes de la imagen que transmites, no podrás identificar las características que necesitas cambiar para mejorar la Inteligencia Emocional. Si piensas que eres un buen orador, pero no es así, no harás nada para mejorar.
Eso significa que necesitas abrirte a la retroalimentación y que no es conveniente que te pongas a la defensiva cuando alguien te hace una crítica. Contrasta la imagen que tienes de ti con la imagen que llega efectivamente a los demás.
- ¿Qué es importante para ti?
El hecho de que tengas en cuenta las opiniones de los demás sobre ti no significa que debas renunciar a tu esencia para plegarte a sus expectativas. De hecho, uno de los pilares de la Inteligencia Emocional es la autoconfianza.
Eso significa que debes escuchar a quienes te rodean pero también que debes tener claros tus objetivos. ¿Hacia dónde te diriges? ¿Cómo te ves en el futuro? ¿Qué te gusta de ti y qué querrías cambiar? ¿Qué características necesitas reforzar para lograr tus metas?
Jamás pierdas de vista que ser inteligente emocionalmente no implica satisfacer a los demás sino también sentirte bien contigo mismo. Por eso, todo cambio debe partir de transitar los diferentes niveles de autoconocimiento y del deseo de mejorar como persona, no del deseo de contentar a los demás.
Por ejemplo, si te dicen que no eres una persona muy comprensiva, en vez de asumir esas palabras como un ataque que entra en disonancia con la imagen que tienes de ti, da un paso atrás, asume una distancia psicológica y pregúntate si realmente es así. Luego, pregúntate cuán importante para ti es desarrollar la comprensión y la empatía y cómo estas pueden ayudarte a alcanzar tus metas. La idea es que encuentres una motivación intrínseca que sustente ese cambio.
- ¿Qué cambios necesitas poner en práctica para alcanzar tus metas?
Muchas personas llegan hasta este punto del camino sin atreverse a dar el siguiente paso. Sin embargo, toda reflexión es inútil si no deja paso a un cambio, lo cual significa que debes ponerte manos a la obra.
Una vez que has determinado qué habilidades necesitas desarrollar, debes identificar las acciones específicas a seguir. Si quieres convertirte en una persona más comprensiva, por ejemplo, puedes plantearte hablar un poco menos y escuchar más, prestar más atención a las reacciones de tu interlocutor e intentar ponerte en su lugar antes de emitir un juicio.
Establecer una serie de acciones específicas es lo que te permitirá ser más inteligente emocionalmente. Luego, se trata de aprovechar todas las oportunidades para poner en práctica esa habilidad ya que así entrenarás a tu cerebro para que responda de manera más comprensiva ante diferentes situaciones. Cada vez que lo haces, estarás reforzando las conexiones de la empatía. Poco a poco descubrirás que te resultará más natural comportarte de manera comprensiva y no tendrás que esforzarte tanto.
Estas tres sencillas preguntas te ayudarán a establecer tu hoja de ruta para ser inteligente emocionalmente, según tus metas y prioridades en la vida.
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