Toda relación de pareja llega con cierta dosis de conflictos, desavenencias y dificultades, muchas veces provocadas por las diferentes maneras de ver el mundo. A veces esos desencuentros pueden sobrepasarnos y sentimos el impulso de ventilarlos. Contar los problemas de pareja a la familia o los amigos para que nos den su opinión o quizá solo para hacer catarsis y liberarnos del peso emocional que representan. ¿Es una buena idea?
La teoría de la triangulación o el tercero en la pareja
Murray Bowen, pionero de la terapia familiar y uno de los fundadores de la terapia sistémica, afirmaba en su teoría de los sistemas familiares que “un sistema emocional de dos personas es inestable en sí mismo, pues tolera poca tensión sin incorporar a un tercero”.
Bowen creía que, aunque generalmente somos capaces de gestionar la ansiedad, cuando esta se vuelve crónica puede llegar a ser problemática, interfiriendo con nuestra capacidad para diferenciarnos y responder de manera adecuada a los estados emocionales de nuestra pareja. En cambio, un triángulo puede soportar más tensión ya que esta se desplaza entre tres relaciones.
Por consiguiente, la triangulación se produce como respuesta a esa experiencia de ansiedad. En práctica, “triangulamos” más durante los períodos de tensión, lo cual significa que “salimos” de la relación de pareja para buscar apoyo en otra persona. Bowen creía que ese tercero puede estabilizar la relación.
La teoría de la triangulación explica por qué sentimos la necesidad de contar los problemas de pareja a la familia o los amigos ya que buscamos su apoyo para aliviar la tensión que se ha generado en la relación. Sin embargo, aunque el triángulo sea más estable que una díada, a menudo esa configuración crea una posición en la que una persona queda excluida. Y en una relación de pareja, esa exclusión emocional no solo es muy difícil de tolerar sino que puede conducir directamente a la ruptura.
¿Es bueno contarle tus problemas de pareja a los demás?
Aunque en un primer momento los triángulos parecen beneficiosos, a medida que disminuye la ansiedad, el problema subyacente que causó la necesidad de triangular no llega a resolverse. De hecho, el propio Bowen afirmó que “repartir la tensión puede estabilizar un sistema, pero no resuelve nada”. Es decir, puede ayudarnos a liberar el estrés y el agobio momentáneamente, pero no soluciona necesariamente el conflicto latente.
En 2014, investigadores de la Universidad de Auburn analizaron a 82 parejas jóvenes y comprobaron que quienes hablaban entre sí de sus problemas aumentaban las probabilidades de mantenerse unidos a lo largo del tiempo. En cambio, las probabilidades de ruptura aumentaban entre quienes contaban sus problemas de pareja a los amigos.
Al analizar a 53 matrimonios consolidados, estos investigadores descubrieron que el nivel de insatisfacción en la relación era el principal motivo que empujaba a las personas a hablar de sus problemas de pareja con un tercero. Sin embargo, esas relaciones tenían un riesgo mayor de romperse.
Un estudio más pequeño realizado con 106 parejas también concluyó que discutir los problemas románticos a menudo con un amigo y rara vez con la pareja se asociaba a menos felicidad, compromiso y amor en la relación. En cambio, las relaciones que florecían y se reforzaban a lo largo del tiempo eran aquellas en las que sus miembros se comprometían y abordaban los problemas con su pareja.
En general, buscar ayuda externa cuando la relación se complica o nuestra pareja no se muestra receptiva, no es malo en sí mismo. A veces una perspectiva externa puede ayudarnos a ver las cosas con mayor objetividad o incluso señalarnos los errores que estamos cometiendo. A veces, una mirada externa puede ayudarnos a salir de una relación tóxica.
De hecho, el problema no es buscar una opinión diferente o ventilar nuestras preocupaciones, sino que no podamos encontrar ese apoyo emocional en nuestra pareja, que no nos sintamos cómodos abordando el problema o que choquemos contra el muro de la indiferencia o la incomprensión. En ese caso, tenemos un problema mucho mayor.
Por consiguiente, deberíamos preguntarnos por qué sentimos la necesidad de contar los problemas de pareja a la familia o los amigos. Si la relación está haciendo aguas y nos resulta insatisfactoria o se ha instaurado una distancia emocional, ventilar los problemas con los demás probablemente no la salvará, a menos que usemos la sabiduría de una tercera persona para abordar los conflictos de pareja de una manera más asertiva que nos permita acercarnos más a nuestra pareja para resolver entre ambos el verdadero problema que aqueja la relación.
Fuentes:
Jensen, J. F. & Rauer, A. J. (2014) Turning inward versus outward: Relationship work in young adults and romantic functioning. Personal Relationship; 21(3): 451-467.
Jensen, J. F. (2014) Discussing my romantic problems with my best friend: Longitudinal examinations of relationship work in younger and older couples. Tesis doctoral. En: Universidad de Auburn.
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