Dedicamos casi un tercio de nuestra vida al trabajo, por lo que no es extraño que el ambiente que respiramos en nuestro entorno laboral influya notablemente en nuestro estado de ánimo e incluso afecte nuestro equilibrio mental a largo plazo. Un ambiente laboral agradable nos permitirá trabajar de manera más relajada y sentirnos realizados, pero un entorno tóxico puede pasarnos una factura elevada.
Un ambiente de trabajo tóxico puede deprimirnos
Investigadores de la Universidad de Australia del Sur analizaron la salud y la seguridad psicológica en el lugar de trabajo. Coincidieron en que, si bien trabajar muchas horas puede ser dañino para la salud física, los entornos de trabajo tóxicos desde el punto de vista psicológico representan un gran riesgo emocional.
Tras evaluar a más de 1000 trabajadores a tiempo completo en organizaciones que no priorizaban su salud mental, descubrieron que los empleados tienen un riesgo tres veces mayor de ser diagnosticados con depresión. También apreciaron que los hombres son más vulnerables que las mujeres ya que tienen más probabilidades de deprimirse cuando trabajan en un entorno tóxico.
Estos psicólogos concluyeron que “las empresas que no recompensan o reconocen a sus empleados por el trabajo duro, les imponen demandas irrazonables y no les dan autonomía, están colocando a su personal en un riesgo mucho mayor de sufrir depresión”.
¿Qué es exactamente un entorno de trabajo tóxico?
Los entornos de trabajo tóxicos son aquellos en los que los empleados no tienen oportunidades de seguir creciendo profesionalmente, sino que se sienten estancados porque el sistema de promoción de la empresa no premia el esfuerzo y el talento.
Un entorno de trabajo tóxico es también aquel que establece demandas excesivas que terminan generando un gran estrés en los empleados. Aunque esas tareas sean remuneradas, impiden el necesario descanso del trabajador, de manera que este termina agotado física y emocionalmente.
En los entornos de trabajo tóxicos tampoco existe una comunicación fluida. Los jefes ejercen una dirección autoritaria en la que no hay espacio para las nuevas propuestas, la creatividad o los cambios, de manera que los empleados se sienten como meros peones sin ninguna capacidad de decisión. Eso les impide desarrollar un sentido de pertenencia con la organización y sentirse satisfechos con su trabajo.
Un entorno de trabajo tóxico, en resumen, es aquel en el que los empleados se sienten menospreciados, abrumados por la cantidad de tareas, sin posibilidades de crecer y a menudo también hostigados por una cultura organizacional con la que no comulgan. El favoritismo, la falta de respeto por la vida personal del trabajador, la ausencia de límites claros, el cotilleo y las actitudes poco profesionales entre empleados favorecen ese tipo de entorno malsano.
El camino hacia la depresión por trabajo
El camino hacia la depresión por un trabajo tóxico suele comenzar con la insatisfacción personal. Esa insatisfacción se produce cuando nuestras expectativas profesionales no se ven cumplidas. Si nuestro trabajo no nos resulta agradable ni gratificante y no nos sentimos cómodos en el entorno laboral, es fácil que las frustraciones se vayan acumulando.
Cuando a esa desafección profesional se le suma el agotamiento debido a las exigencias desmedidas, se genera la semilla de la depresión. Perdemos la motivación y las ganas de levantarnos cada mañana porque la perspectiva diaria no es halagüeña. Entonces entramos en un bucle. Nos alienamos y nuestro rendimiento cae en picado, mientras nos esforzamos cada vez más por cumplir con unas demandas imposibles de satisfacer. Eso nos genera aún más tensión, que exacerba a su vez la sensación de apatía y depresión.
Lo peor es que generalmente no podemos dejar esas preocupaciones y malestar en el trabajo, sino que los llevamos a casa. Así el trabajo termina quitándonos el sueño, agriando nuestro humor y sumiéndonos en la depresión.
Fuente:
Zadow, A. J. et. Al. (2021) Predicting new major depression symptoms from long working hours, psychosocial safety climate and work engagement: a population-based cohort study. BMJ Open; 11: e044133.
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