Si tienes un niño pequeño, sabrás que ese momento en el que debes salir de casa y dejarle es uno de los más difíciles. Despegarte de tu pequeño duele, sobre todo porque él tampoco quiere despegarse de ti, un fenómeno que se agudiza cuando atraviesa por la fase de la ansiedad de separación. Sin embargo, no puedes vivir eternamente a su lado y esas separaciones son útiles para desarrollar su independencia emocional, aunque en un primer momento sean difíciles.
Algunos padres, para evitar el llanto del niño, se escabullen de casa escondidos del niño. Sin embargo, nunca deberíamos irnos de casa sin despedirnos. Cruzar la puerta a hurtadillas no es lo mejor para tus hijos pues puede crear un trauma infantil difícil de sanar.
Escaparte a hurtadillas genera la sensación de abandono
Escaparte a hurtadillas no evitará el sufrimiento del niño. El hecho de que no le escuches llorar no significa que sentirá menos tu presencia. De hecho, puede ser aún peor porque cuando llora al ver que te vas, siente tristeza, pero cuando llora porque nota tu ausencia puede experimentar una sensación de abandono, angustia y desesperación.
A los niños pequeños les resulta difícil lidiar con la separación de sus progenitores ya que ven en ellos una fuente de seguridad y satisfacción de sus necesidades. Por eso, pueden vivir la separación como un auténtico abandono, más aún si uno de sus padres desaparece improvisamente.
Los efectos de la sensación de abandono que pueden experimentar los niños pequeños no se deben menospreciar:
– Shock. En un primer momento el niño suele reaccionar con llanto, enfado o con una rabieta. Más adelante es posible que experimente angustia y ansiedad.
– Inseguridad. Cuando el niño se da cuenta de repente sus padres no están, su mundo puede tambalearse, lo cual le genera una gran inseguridad. Si en vez de despedirte te escapas, el niño no sabrá cuándo puedes volver a desaparecer, por lo que se sentirá permanentemente confundido e inseguro.
– Miedo. Escabullirse, lejos de enseñarle al niño a lidiar con la separación, genera aún más ansiedad. Como resultado, es probable que cuando regrese esté aún más apegado a ti pues adoptará una actitud vigilante para evitar que le vuelvas a “abandonar”. Además, puede comenzar a temer que las otras personas también le abandonen.
– Culpa. Si te escabulles con frecuencia, es probable que el niño comience a sentirse culpable. Creerá que ha hecho algo mal por lo cual merece ser “abandonado” y es probable que su autoestima se afecte pues creerá que no es digno de ser amado.
Diferentes investigaciones también han analizado el impacto de la sensación de abandono en los niños. Un estudio desarrollado por psicólogos de las universidades de Columbia y Duke analizaron a 3.000 familias en las que la madre había abandonado en algún momento a sus hijos. Los investigadores les dieron seguimiento a los niños hasta que cumplieron cinco años y descubrieron que la separación temprana de la madre generaba comportamientos negativos en los pequeños de tan solo tres años de edad y mostraban comportamientos agresivos al llegar a los 5 años. Otro estudio realizado en la Universidad de Columbia halló una relación entre la separación del cuidador principal y los malos resultados académicos a la edad de ocho años.
Por supuesto, eso no significa que escaparte a hurtadillas tenga esos mismos efectos en tu hijo ya que estas investigaciones se refieren a periodos de separación largos. Sin embargo, si sueles escaparte sin despedirte y tu hijo lo experimenta como un abandono, esa situación puede desencadenar una cascada de emociones y sentimientos que terminen dañándole.
Al contrario, cada vez que te despides de tu hijo estás fomentando la confianza. Aunque al inicio es difícil, poco a poco irá comprendiendo que puede confiar en ti pues aunque salgas, luego regresarás. De esta forma también fomentas una comunicación abierta, que será fundamental cuando llegue a la adolescencia.
¿Cómo despedirte de tu hijo sin que se convierta en un drama?
– Ve preparando el terreno. De esta forma tu salida no le tomará por sorpresa y podrá ir reestructurándose, aunque tampoco es necesario que se lo digas demasiado pronto, 15 minutos de antelación serán más que suficientes. Puedes decirle “tu abuela vendrá pronto, cuando terminemos de merendar tendrás que decirle adiós a mamá”.
– Háblale de lo que hará en tu ausencia. Si le dejas un plan de acción, el niño se sentirá más seguro y menos confundido, e incluso es probable que se motive, si el plan le resulta interesante. Por ejemplo, puedes decirle: “Cuando llegue tu tía, te pondrá el pijama y te leerá el cuento que prefieras antes de dormir”.
– Dile cuándo regresarás. Si le dices a qué hora regresarás, el niño se sentirá más seguro. Así también sabrá que cada vez que sales, vuelves, y evitarás que se sienta abandonado. Si todavía no conoce la hora, puedes explicarle que llegarás cuando la manecilla más corta del reloj llegue a tal punto. Cuando regreses, hazle notar tu puntualidad, así reforzarás la confianza que deposita en ti.
– Establece una rutina de despedida. Las rutinas ayudan a que los niños tengan cierta sensación de control sobre la situación, y le ayudan a transformar una experiencia pasiva en activa. No obstante, la rutina de despedida debe ser corta ya que de lo contrario es probable que el pequeño comience a llorar. Por ejemplo, puedes darle dos besos y animarlo a que los guarde en sus bolsillos para que los conserve cuando te hayas ido y te extrañe.
Fuentes:
Howard, K. et. Al. (2011) Early Mother-Child Separation, Parenting, and Child Well-Being in Early Head Start Families. Attach Hum Dev; 13(1): 5-26.
Leventhal, T. & Brooks-Gunn, J. (2000)“Entrances” and “Exits” in children’s lives: Associations between household events and test scores. New York: Teachers College, Columbia University.
Deja una respuesta